Cuerpos y espacio urbano: escenas de movimiento y
fijación en la ciudad contemporánea[1]
Bodies and urban space;
scenes of movement and fixation in the contemporary city
Eliana
Isabel Abraham[2]
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons
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Resumen
Este escrito pretende establecer claves
de lectura analíticas que ligan cuerpo y espacio urbano para la comprensión de
determinadas tendencias espaciales observadas en una ciudad intermedia
argentina. Para ello, nuestra estrategia expositivo-argumentativa está conformada por tres
momentos estructurantes. En una primera instancia, presentamos una revisión de las relaciones entre cuerpo y ciudad desde los aportes teóricos de Richard Sennett presentes en
la obra “Carne y Piedra” (1992). Su mirada nos permite observar la producción
de ciertas sensibilidades con la forma en que es pensado y planificado el
espacio a partir de políticas que intervienen en la modulación de la piedra. En un segundo momento, y en diálogo con lo
anterior, esbozamos la noción de “cuerpos de clase” para una aproximación en
clave materialista en torno a determinadas escenas locales que muestran la articulación sensible que liga el par cuerpo-ciudad. La exposición de estas escenas nos permite seguir tensionando ciertas
maneras de “hacer ciudad” caracterizadas por tendencias de fijación y
movimiento de los cuerpos de clase en
el marco de las transformaciones aceleradas de las ciudades contemporáneas.
Palabras clave: Ciudad, cuerpo, políticas
Abstract
This
paper intends to establish analytical reading keys that link the body and urban
space for the understanding of certain spatial trends observed in an Argentine
intermediate city. For this, our expository-argumentative strategy is made up
of three structuring moments. In the first instance, we present a review of the
relationships between body and city from the theoretical contributions of
Richard Sennett in the work "Flesh and Stone" (1992). His look allows
us to observe the production of certain sensibilities with the way in which
space is thought and planned based on policies that intervene in the modulation
of stone. In a second moment, and in dialogue with the above, we outline the
notion of "class bodies" for an approach in a materialist key around certain
local scenes that show the sensitive articulation that links the body-city
pair. The exhibition of these scenes allows us to continue stressing certain
ways of "making the city" characterized by trends of fixation and
movement of class bodies within the framework of the accelerated
transformations of contemporary cities
Key
words: city, bodies, politics
Introducción
Las
relaciones entre el cuerpo y el espacio urbano han sido problematizadas por distintas perspectivas en el
interior de las Ciencias Sociales[3].
Ya en el siglo pasado, algunas contribuciones de la Escuela de Chicago
permitieron explorar estos enlaces teniendo
como encuadre general el aceleramiento de las dinámicas urbanas, la
estandarización de las formas de comportamiento social
así como la mercantilización de los modos de vida de las clases en las
transiciones del campo a la ciudad durante el desarrollo de la vida moderna. Al
decir de estas transformaciones, Simmel (1985) refiere a una “intensificación de la vida nerviosa”
del citadino arrojado a su suerte a una serie de imágenes, percepciones,
sonidos y objetos que se suceden incesantemente frente a sus ojos. La “gran ciudad” - como la define- moldea un
cierto tipo de actitud del cuerpo que involucra una sensibilidad especial
caracterizada por distancias y proximidades impersonales que hacen que “no
conozcamos ni de vista siquiera a vecinos que habitan desde hace años nuestro
edificio (...) hay detrás de esta reserva visible una ligera aversión, un
sentimiento de extrañeza y de repulsión a los otros” (Simmel, 1985, p. 4). La
figura del hombre blasè materializa esta atomización límite de la sensibilidad de aquel que ya no
percibe la diferencia sino que “nada” en carriles
constantes de circulaciones móviles. Este tipo de sensibilidad anestesiada
corresponde el corolario del “reflejo subjetivo de la economía monetaria en su
apogeo (...) se convierte en el más aterrador de los igualadores y roe
irremediablemente el corazón de las cosas, su individualidad, su valor
específico, su originalidad” (Simmel, 1985, p. 4). Así, para Simmel “la gran
ciudad” produce disociaciones en los marcos de proximidad y distancia de los
cuerpos que habitan las metrópolis. Estas transformaciones sensitivas ya sea en
las formas de percibir el propio cuerpo, y en las relaciones posibles con otros, se relacionan con las maneras en las
cuales son pensados y planificados los espacios. Es
decir, involucran un modelamiento de los marcos socio-espaciales en donde
construimos nuestros modos de vida, posiciones y disposiciones, haceres y
sentires con otros sujetos en el marco de un determinado modelo productivo
cuyas expresiones son, fundamentalmente urbanas.
Si existen correspondencias entre las formas de ser y estar en lo urbano con la
configuración material que asumen las ciudades, nos
preguntamos: ¿De qué manera pensar estas
articulaciones desde/en una perspectiva materialista que recoja estas
relaciones sensibles entre el cuerpo y la ciudad?
Este
escrito pretende revisar algunas claves de lectura posibles en torno al cuerpo,
en tanto categoría analítica, así como sus posibles modos y anclajes en lo
urbano[4].
Dichas búsquedas responden a caminos interpretativos de indagación que
atraviesan el desarrollo de investigaciones empíricas en curso, a partir de las
cuales fuimos problematizando escenarios urbanos concretos. En estas pesquisas
observamos la configuración de distintas tendencias socio-urbanas que marcan
formas determinadas de pensar y producir la ciudad contemporánea. Allí la
pregunta por el cuerpo y la sensibilidad evidenciaron un lugar clave donde pasar a mirar las implicancias sensibles
de las transformaciones espaciales en nuestras ciudades de estudio[5].
En este sentido, la construcción y emplazamiento de grandes obras de
infraestructura, la colocación de nuevos carriles de circulación en rutas y autopistas así como la aplicación de modernos dispositivos
digitales de control de los desplazamientos, constituyen algunas de las
intervenciones en las urbes en un contexto de profundos
procesos de mercantilización y mediatización de las formas de ser y estar
juntos (Boito & Espoz, 2014). En este marco, algunos diagnósticos
locales de investigación refieren a la progresiva configuración de “entornos de
vida, en los que el principio de separación organiza las experiencias urbanas
contemporáneas: comer, vivir, consumir, recrearnos, circular, entre los mismos
en un sentido de clase” (Boito & Myers, 2021, p.
32). Círculos y trayectos que se definen construyendo carriles diferenciados en configuraciones urbanas fragmentadas por políticas que
tejen y destejen las tramas profundas de lo social. De ahí entonces la pregunta
por el cuerpo en el espacio que retorna una y otra vez para desanestesiar y reconocer las
profundas articulaciones entre el cuerpo- estos
cuerpos- y los modelamientos de la piedra que fundan y erigen a las
ciudades contemporáneas.
Siguiendo
estos puntos de partida, este escrito busca contribuir a este objeto
inquietante y dinámico como la ciudad a partir de una clave de lectura que se
inscribe en/desde el cuerpo. La
estructura expositiva-argumentativa que utilizamos se conforma de la siguiente
manera, en un primer momento, proponemos realizar una revisión de las relaciones entre
cuerpo y ciudad desde los aportes teóricos de
Richard Sennett presentes en la obra “Carne y Piedra”
(1994). Allí establecemos algunos recorridos guiados por el autor para revisar
los enlaces que articulan al cuerpo con el modo de producción y planificación del
espacio urbano. En un segundo plano, y en diálogo con lo anterior, proponemos la noción de “cuerpos de clase” que nos permite reconocer la configuración
clasista de la
ciudad en una trama de posiciones/disposiciones diferenciales. Por último, ofrecemos escenas urbanas de un tiempo
presente en el marco de las transformaciones de una ciudad intermedia argentina.
Así,
en la relación tensiva entre el espacio/cuerpos de
clase pretendemos evidenciar el carácter conflictual del modo de producción de
lo urbano en la ciudad. Al mismo tiempo, contribuir a los aportes establecidos
entre los Estudios Urbanos y cierta “Sociología del cuerpo” destinada a la
comprensión de los cuerpos en lo urbano.
Posiciones y disposiciones de los cuerpos de clase en la
ciudad
En su
libro “Carne y Piedra” (1994),
Richard Sennett construye una “historia de la ciudad
contada a través de la experiencia corporal de las personas: cómo se movían los
hombres y mujeres, que veían y escuchaban, qué olores penetraban en su nariz.”
(Sennett, 1994, p. 17). Más que proponer un “catálogo
histórico de sensaciones físicas” - al decir del autor- se encarga de observar de qué manera ciertos problemas asociados al
cuerpo se encuentran emparentados con la planificación estratégica de las
ciudades. En cierta forma, aquellas privaciones sensoriales características de
este “hombre blase”
del que hablaba Simmel, están asociadas a
modelos urbanísticos que responden a una
racionalidad expresada en la diagramación de los planos y mapas donde se
asienta el ordenamiento de las piedras.
Partiendo desde la antigua Atenas hasta la configuración
de una Nueva York multicultural y diversa, recorre distintas ciudades
emblemáticas en determinados momentos específicos de su historia tales; como la
construcción de un monumento, la apertura de nuevos circuitos de calles, la
remodelación de edificios, así como la instalación de novedosas modalidades de
transporte que incidieron en las formas de vivenciar y desplazarse en el
espacio[6].
Allí ciertas nociones ligadas al movimiento y a la circulación de la sangre incidieron
en las ideas que rodean a la planificación de
las ciudades casi en consonancia con el surgimiento del capitalismo moderno. Así, las
asociaciones entre la libertad
de los corpúsculos y pulsos sanguíneos con el movimiento de bienes y mercancías
del capital circulante introdujeron transformaciones en las lógicas que
estructuran las relaciones entre el cuerpo y la ciudad. Al “homo-economicus” se le imprime
el carácter de móvil dado que para
realizar actividades monetarias debía desplazarse libremente y sin obstáculos
como la sangre que fluye por las venas de un sistema orgánico (y urbano) en
circulación. Sennett (1994) destaca como complemento
a esta movilidad sin frenos la formación de una disminución progresiva de la
percepción sensorial. Así por ejemplo, afirma que “el
deseo de moverse con libertad ha triunfado sobre los estímulos sensoriales del
espacio en el que se desplaza el cuerpo, el individuo móvil contemporáneo ha
sufrido una especie de crisis táctil: el movimiento ha contribuido a privar el
cuerpo de sensibilidad” (p. 274).
Esta nueva “ética de la indiferencia”
que pondera el libre movimiento deprecia a su vez el
contacto/encuentro de los cuerpos que no se miran ni se tocan a partir de la
intensificación del tráfico así como de una renovación
de las vías de circulación dispuestas para el intercambio de mercancías e
imágenes[7]. En este
contexto, las innovaciones en materia de transporte así como la propagación
masiva del automóvil a partir del incremento
de la infraestructura de movilidad materializada en autopistas, puertos,
parques duplicaron las sendas y trayectos para los desplazamientos en las
principales ciudades del mundo. Dichas tecnologías privilegiaron la sensación placentera del desplazarse del “cuerpo móvil” liberado de las preocupaciones y tensiones de la ciudad.
El libre y rápido movimiento permitía a su vez una progresiva evasión de la diferencia y la diversidad en el espacio: “los
puentes y las autopistas les ofrecían una vía de escape del ruido de los
huelguistas, los mendigos y los necesitados que habían invadido las calles de
Nueva York durante la Gran Depresión” (Sennett, 1994,
p. 387). Es decir, “muros de percepción”
- al decir del autor- que se erigen para evadir la diferencia y la diversidad
en la ciudad a partir del movimiento veloz de los carriles dispuestos para
desplazarse con seguridad, placer y tranquilidad resguardado de otros cuerpos,
excluidos, sufrientes, empobrecidos, diversos, cuerpos otros. Estas configuraciones establecen relaciones diferenciales
“entre cuerpos” en tanto que “cuando una sociedad o un orden político habla de
manera genérica acerca de ́el cuerpo ́, puede negar las necesidades de los cuerpos que no encajan
en el plan maestro” (Sennett, 1994, p. 26)[8]. Precisamente
son aquellos cuerpos que no se ajustan en el orden estético, visual y veloz de
las ciudades contemporáneas los que corresponden a esas fisuras y
contradicciones (contra-imágenes) de aquello que se
escenifica como ideal de progreso y desarrollo urbano. Si seguimos el
hilo conductor que recorre la proyección de ciertas visiones dominantes que se
construyen sobre la forma de la piedra, arribamos después a la carne cuyas
afectaciones materiales (y sensibles) expresan relaciones objetivas y concretas.
Proponemos la noción de cuerpos de clase para avanzar en las articulaciones entre el cuerpo
y los marcos de regulación material que disponen distancias sociales y
materiales en la ciudad. Así pues cuando pensamos en las ideas que entrañan a
la clase debemos referir a la tensión
que provocan algunas lecturas que la encasillan en una clave económica o en una
categoría analítica rígida. La polisemia y
complejidad que atraviesa el término es registrado por Raymond Williams en su
libro “Palabras clave, un vocabulario de la cultura y la sociedad” (2008),
donde a partir de una revisión exhaustiva de sus significados identifica las
ideas que van de considerar a la clase como una categoría económica con fines
descriptivos a la concepción de la clase como formación. Más allá de las
múltiples asignaciones que el término ha reunido, al igual que la palabra cultura
y/o lenguaje, ya lo decía Williams, “la extensión y la ambigüedad de un
concepto, lejos de constituir una invitación a la mera inclusión en una lista,
o una tolerancia ecléctica, constituye la clave de su significación” (p.
242). De esta forma, los problemas que entrañan a la “forma de la clase” nos
permiten observar sus vinculaciones con un proceso social material activo en el
tiempo donde los esquematismos y abstracciones responden a momentos “objetivos”
determinados[9]. En este sentido, la idea de la clase
como formación - antes que como una
abstracción categórica- enfatiza su significado en torno a “algo que tiene un
lugar de hecho” como un proceso activo que ocurre en las relaciones humanas. Así pues, la clase tiene una
existencia material y
visible - en tanto que no es una cosa-
sino un conjunto de relaciones sociales que poseen “algunos hombres, de
resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad de sus
intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos
intereses son distintos (y habitualmente opuestos) a los suyos” (Thompson,
2012, p. 14).
Siguiendo estas ideas, podemos decir que
se puede “habitar la clase” en cuanto
esta es y está siendo en el momento presente de las prácticas que construyen
los sujetos en sus relaciones sociales. Sostenemos que la clase posee un rostro y un sentir
articulado en prácticas situadas en procesos históricos y dinámicos. Si decimos
que el cuerpo - siguiendo a Sennett- nos lleva a
interrogar sus articulaciones con ciertos patrones de organización
socio-urbanos, diremos que la clase, como formación
de existencia material, nos dirige a pensar a
los cuerpos que la habitan y la encarnan en tanto experiencia. Denominamos entonces
“cuerpos de
clase” a una expresión de las relaciones
materiales vividas y vivientes que responden a formaciones sociales y
culturales determinadas. Es decir, lo social se presenta en el sujeto que encarna en su existencia real (su propio
cuerpo y rostro) el pensar/sentir de una formación de clase particular. Así, no
se trata de un cuerpo desanclado sino que se encuentra
inserto en una trama material compleja que determina
las posibilidades y alcances de su acción[10].
En este marco, el cuerpo se convierte en
el centro del ejercicio de presiones que se muestran como imposiciones de lo
externo y como campo de fuerzas
materiales y sociales. Así, por ejemplo, cuando Sennett
refiere a la existencia de una “política de los cuerpos” - frase que retoma del
filósofo Juan Salisbury- como noción para dar cuenta de la “necesidad de un
orden social”, está refiriendo a una serie de determinaciones y/o presiones continuas centradas no sólo en la construcción de una imagen
“prototípica del cuerpo” sino también en la regulación sensible a partir del
movimiento/fijación de los sujetos en el
espacio de la ciudad. El cuerpo no puede ser
pensado de forma desanclada y por fuera de las distintas modulaciones y
regulaciones que imponen continuamente las formaciones sociales. Dichas
presiones se traducen en los modos de encuentro/evitación entre cuerpos que ocupan distintas posiciones
sociales en el espacio urbano. Referir a los “cuerpos de clase” entonces, es
preguntarnos por el espacio diferencial que ocupan los sujetos en la ciudad y
que configura su experiencia situada en el marco de procesos que atraviesan con
presiones/determinaciones los
horizontes y alcances de sus prácticas. Así,
los cuerpos de clase no sólo interrogan la experiencia que “tienen los sujetos
al estar ubicados en un determinado lugar” (Boito,
2015, p. 64) sino también nos lleva a indagar las presiones externas que
objetivadas en “políticas del cuerpo” (Sennett, 1994) se incorporan en modos y formas de sentir/percibir/moverse
en los espacios urbanos. Es decir, la sociedad hecha cuerpo en sus lógicas de privación material y acceso desigual
a recursos materiales y simbólicos así como el paquete de políticas que acompañan y sostienen
las condiciones materiales de las formaciones sociales presentes. En este
sentido, el par cuerpo/clase nos permite comprender las “condiciones de
entrelazamiento” - a decir de Williams- que actúan y operan activamente en las
relaciones siempre complejas que se construyen entre el sujeto y lo social.
Es decir, en una
corporalidad enclasada
que nos marca una continuidad de sentido entre la
carne y la piedra.
Aproximaciones
metodológicas
Hemos señalado que estas claves de
lectura analíticas parten de la indagación de distintos escenarios urbanos
focalizados en la ciudad de San Luis (Argentina) que incluyen la observación de
transformaciones espaciales, políticas ejecutadas en el territorio
así como el análisis de determinados enclaves de pobreza y relegación material. En esas investigaciones
fuimos revisando las articulaciones siempre tensivas
y conflictuales que atraviesan a los pares espacio-
experiencia-cuerpo en un diálogo recursivo entre los textos y el recorte
empírico de las prácticas. Aquí el ejercicio de lo próximo
y lo lejano (Boito, 2013) que implica mirar ciertas tendencias en la ciudad
condensa prácticas de detenimiento del cuerpo
para capturar escenas específicas que permitan
frenar el ritmo veloz que impone la circulación
de los bienes y las transformaciones en la
ciudad. Por un lado, el diálogo de una óptica de lo próximo como
“lectura en clave materialista de los marcos de lo sensible que se indicializan en lo que se dispone como objeto, actores y
horizontes del conflicto” (Boito, 2013, p. 6). Y por
otro, un movimiento de distanciamiento para revisar la historicidad que
atraviesa al fenómeno así como los mecanismos
estratégicos que hacen que aparezca como fragmentario. Ambos
movimientos implican un ejercicio relacional y de reconocimiento del
investigador/a que busca identificar las formas heterogéneas que asume el orden conflictual en la ciudad. Es decir,
supone detenernos para reconstruir artesanalmente algunas de las imágenes que atraviesan a nuestra ciudad de estudio y que se
constituyen en piezas de sentido donde ir tensionando la pregunta por los
cuerpos en lo urbano.
En este marco, algunos antecedentes metodológicos se
encuentran en las indagaciones de Canclini (2010) que permiten orientarnos a
pensar a las ciudades desde sus imágenes. El autor recupera distintas
fotografías de la ciudad de México para revisar sus transformaciones a partir
de la experiencia del viaje que tienen sus habitantes como formas de
apropiación del espacio urbano. Allí rastrea y explora las posibilidades de encuentro/desencuentro
en una ciudad erosionada por la expansión del sistema del metro y del autobús
como modalidades de viaje y desplazamiento moderno. La organización de las
imágenes (fotografías y fragmentos de películas) fueron contrastadas con la
experiencia de los viajantes en la ciudad quienes complementaron la polisemia
de las construcciones realizadas en una tensión entre lo real y lo imaginario
(Canclini, 2010). Si bien, estas aproximaciones incluyen un abordaje desde la
Antropología Urbana, permiten indagar la potencia interpretativa de la
captación como un ejercicio de detención para analizar las transformaciones de
la ciudad. Otras pistas se presentan en el trabajo de Salguero Myers (2014)
quien analiza las articulaciones entre las formas de estructuración social, las
ciudades y las experiencias que se traman en el escenario urbano cordobés. La
autora, a partir de una lectura materialista de las lógicas del capitalismo y
sus incidencias en la ciudad, se pregunta por las experiencias posibles- deseables cuando “la acumulación del
excedente social es distribuido desigualmente, y generado por múltiples y
convergentes mecanismos de desposesión” (Salguero Myers, 2014, p. 115). En este
sentido, los procesos de revalorización del capital provocan en las ciudades la
conformación de puntos estratégicos donde el excedente es volcado poniendo en
tensión las formas de emplazamiento originarias de los espacios. Salguero Myers
(2014) muestra instantáneas de este proceso que “de no ser
capturadas serían diluidas en las transformaciones y el paso ruidoso de la
ciudad” (p. 130). Así, sus imágenes muestran lo residual (casonas patrimoniales que persisten y donde conviven
familias numerosas), lo borrado
materializado en casillas y vías de ferrocarril embellecidas que eran anteriormente habitadas por personas de la
calle además de lo posible
caracterizado por espacios de economía informal configurados a pesar de las
continuas refundaciones de la ciudad. Myers (2014) muestra aquello que persiste
como imagen de un tiempo pasado (espacios que fueron habitables/habitados) así
como escenarios de un tiempo presente (ferias y calles de venta callejera)
donde se conjugan tácticas y desvíos creativos de los actores en el espacio.
Por último, recuperamos los aportes realizados por Boito
y Mercadal (2015) en torno al fenómeno de “Tecnópolis”[11] en la ciudad de Buenos Aires. Allí las autoras
recorren las distintas galerías, intervenciones artísticas y stands donde
observan la puesta de montajes para una “inmersión sensorial” mediada por la
técnica como experiencia dominante contemporánea. El trabajo se detiene en
distintas imágenes que atraviesan el relampagueo centelleante de luces y
sonidos que despliegan las distintas propuestas construyendo una mirada
reflexiva sobre la experiencia espectacular (“Ciudad de la técnica") que
profesa la fantasía tecno-estética.
Teniendo en cuenta el abordaje de estos trabajos,
pretendemos reconstruir escenas que permitan capturar imágenes de movimiento y fijación de los cuerpos de
clase en la ciudad de San Luis. Si los trabajos de Canclini (2010), Myers
(2014) y Boito y Mercadal (2015) evidencian que las
transformaciones espaciales destruyen creativamente espacios, prácticas y
sociabilidades, a la vez que redefinen experiencias como aquellas relacionadas
al viaje por los habitantes de la ciudad de México y/o la regulación y
modulación sensitiva vía tecnologías del espectáculo (Tecnópolis) realizadas
por determinadas propuestas del aparato estatal. Aquí puntualizamos en la
centralidad que poseen los cuerpos en la configuración de esas lógicas donde lo
que observamos son tendencias de movimiento/fijación que acompañan la ejecución
de determinadas intervenciones urbanas en nuestra ciudad de estudio. Para ello,
tomamos la figura de la “instantánea” de Beatriz Sarlo (1994) como herramienta para capturar y mirar determinadas expresiones del
conflicto en el marco de los procesos de investigación que atraviesan nuestras indagaciones. La instantánea implica un ejercicio de captura, recorrido y exploración, que comprende una “voluntad descriptiva” - al decir de la
autora- donde “para ver, no es suficiente con mirar; hay que preparar la mirada
y, antes reconocer el objeto, atribuirle importancia” (Sarlo,
2011, p.8)[12]. En este
sentido, mirar esas escenas significa
reconstruir sus piezas y organizar sus conexiones y articulaciones con una
totalidad existente borroneada estratégicamente
por el frenético tempo de la circulación. Como toda escena, encontramos actores, prácticas específicas, políticas y escenarios
concretos que fueron constituyendo la materialidad visible de lo que observamos.
Nuestro corpus de trabajo estuvo compuesto por la reunión
de diversos fragmentos de sentido que permitieron organizar y reconstruir los
escenarios. En primer lugar, sistematizamos noticias de medios de comunicación
locales, preferentemente, aquellos que sirven de canales de difusión y
promoción de los programas implementados por el gobierno provincial, como
“Agencia de Noticias San Luis” (ANSL). La selección de las notas estuvo
focalizada en la referencia a determinadas políticas urbanas publicadas en los
últimos cuatro años, en correspondencia con el periodo de gobernación de
Alberto Rodriguez Saa.
Recuperamos noticias que abordan los temas de manera directa (como por ejemplo
la mención al Programa “Pinta San Luis”) así como aquellas que refieren a la
construcción y transformación urbana de forma implícita (la extensión de la red
de tendido vial). Dicha información aportó datos en torno a los modos de
ejecución de estas intervenciones además de las formas de escenificación con la
cual estas políticas son impulsadas en el plano discursivo. Las fotografías que
acompañan la enunciación de estos procesos resaltan determinados enclaves
materiales (espacios barriales de la ciudad) así como menciones a determinados
actores que son ligados a dichas políticas y a los cuales se les imputa cierta
agencia en sus acciones (las autopistas
generan/cumplen, Estado provincial, etc). En este
sentido, las imágenes dejan ver
algunos elementos de las formas de escenificación visibles que en tanto
captación plástica acompañan la palabra de las notas seleccionadas. Otro lugar
de observación estuvo relacionado a la lectura de informes pertenecientes a
organismos públicos que habilitaron datos de tipo estructural en torno a los
fenómenos observados así como pesquisas locales que
permitieron abonar a la reconstrucción de los escenarios y su historicidad. Por
último, incorporamos
fragmentos de entrevistas y observaciones llevadas a cabo durante nuestro
trabajo de campo en un barrio de la zona oeste de la ciudad de San Luis[13].
En este caso, la adopción de un abordaje cualitativo permitió recoger la
encarnadura de estos procesos materializados en las voces de pobladores que vivencian
en sus territorios la aplicación efectiva de las políticas que observamos.
Al conjunto de especificaciones metodológicas corresponde
señalar la relevancia de la dimensión experiencial como lugar para mirar
desde/en el propio cuerpo la implicancia de ciertas transformaciones
espaciales. Es decir, la sensibilidad y subjetividad de quien investiga y
participa activamente de esas instantáneas urbanas cotidianas. Allí, donde el
involucramiento de la mirada permite realizar nuevas preguntas para hacer ver antes que la interrogación
como una búsqueda de respuestas. Coincidimos con Sarlo
(2011) en afirmar que estas “no son preguntas del qué hacer sino de cómo armar
una perspectiva para ver (…) la
interrogación de aquello que parece inscrito en la naturaleza de las cosas,
para mostrar que las cosas no son inevitables” (p.8). En suma, el movimiento de
lo próximo y lo lejano que involucra la mirada constituye un ejercicio de
fijación y detenimiento como parte del trabajo metodológico realizado sobre
estas escenas que permitieron aproximarnos a la construcción de unas claves de lectura posibles para los cuerpos de clase en escena y en las
formas diversificadas de regulación que asumen
los conflictos urbanos. Dichas configuraciones se constituyen en piezas
con potencialidad interpretativa para repensar las transformaciones espaciales así como un aporte al acervo de indagaciones
desarrolladas sobre la ciudad de San Luis, sus conflictos y escenarios.
Movimiento y fijación
de los cuerpos de clase, algunas instantáneas para pensar lo
urbano
La ciudad de San Luis ha sido testigo de
significativas intervenciones urbanas en las últimas tres décadas. Nuestras primeras
aproximaciones nos permitieron identificar la forma que ha asumido la piedra a partir de la implementación de
distintos modelos productivos en un remodelamiento
sistemático de los desplazamientos y las experiencias en la ciudad. En otro
trabajo[14] repasamos la impronta de las políticas de industrialización
fomentadas por el aparato estatal en la década de los 80 y 90 que fueron
cimentando el avance de las transformaciones espaciales a partir de la
radicación de industrias en los principales centros urbanos del territorio.
Para el caso de la ciudad de San Luis (Argentina), estas políticas habilitaron
la afluencia de numerosas poblaciones que fueron emplazadas en barrios de
viviendas sociales impulsadas por programas habitacionales ejecutados por el
gobierno provincial. Como revés de estos procesos, el desplazamiento de los
sectores dominantes fue delineando concentraciones residenciales (countries) hacia
los entornos naturales constituyendo allí importantes puntos de inversiones
inmobiliarias que incrementaron el valor del suelo y remodelaron el paisaje nativo. Con el
desplome de la economía nacional y la debacle social de la crisis del 2001, las
brechas sociales y espaciales fueron reforzadas en una configuración urbana que
muestra hacia el oeste de la ciudad un conglomerado de barriadas y asentamientos urbano-informales donde conviven
poblaciones con orígenes residenciales diversos agrupadas por el “ensueño
industrial” de las décadas pasadas. En este marco, las tendencias de las
intervenciones urbanas viraron a la construcción de grandes obras de infraestructura
que fueron modelando la morfología de la piedra
a partir de la construcción de circuitos de movilidad para el intercambio de
bienes y mercancías en la ciudad. Para ello, fue importante la producción de
tecnologías digitales capaces de potenciar el incremento de la circulación en
la red de conexiones territoriales que el Estado fue promoviendo desde la
década del 2000. Las denominadas “Autopistas de la Información” (AUI) fueron
consideradas un hito para el gobierno provincial en materia tecnológica a
partir del tendido de redes inalámbricas para la provisión de internet en todo
el territorio. Este impulso digital -en consonancia con las tendencias de la
era globalizante- fueron reforzando ciertas imágenes de modernización asociadas
a las políticas provinciales que fueron materializadas en la idea de “San Luis, otro país”[15] como slogan y marca de gobierno. Estos idearios
son acompañados por una serie de megaobras que el
Estado construyó en las últimas décadas caracterizadas por su monumentalidad y
diseño arquitectónico. Así, resulta importante destacar la moderna
infraestructura de la Casa de Gobierno denominada “Terrazas del Portezuelo”
similar a una pirámide escalonada emplazada en
las afueras de la ciudad y/o las réplicas de tamaño natural del Cabildo de
Buenos Aires y la Casa de Tucuman,
símbolos históricos de la lucha independentista de 1810, ubicadas en ciudad de
La Punta a escasos kilómetros de la capital. Con inversiones millonarias, estas
construcciones se erigen sobre las autopistas y circuitos que atraviesan el
territorio provincial. En complemento con las “Autopistas
de la información”, estas extensas redes viales permitieron incrementar los
movimientos vehiculares para la potenciación del turismo y el desarrollo
inmobiliario en distintos puntos de la provincia. La incorporación de cámaras
de seguridad, iluminación LED, “balanzas inteligentes” para los cargamentos,
dispositivos electrónicos para el control de patentes, antenas de internet,
hasta rutas eléctricas con estaciones de recarga se convirtieron en rasgos
característicos de la infraestructura vial sanluiseña como marca de las
políticas aplicadas. Al respecto, el Estado provincial destaca que - hasta el
momento- el territorio concentra el 40% de las autopistas construidas a nivel
nacional “sumando equipamiento tecnológico para hacerlas más seguras y placenteras de transitar” (Agencia de Noticias San
Luis, 13/11/22).
Sabemos con Sennett
(1992) que la configuración de la piedra
implica una interpelación sistemática al orden sensible del cuerpo que habita
la ciudad. En este marco, “seguridad y
placer” se constituyen en planos complementarios que van dictando las
maneras de percibir/experimentar los trayectos por el espacio. Por un lado,
modernos dispositivos electrónicos son implementados para el control y
monitorización de los cuerpos-mercancía que circulan de manera segura para la potenciación de la
industria turística. En este marco, el disfrute del circular de manera “segura” en las
modernas autopistas digitales de la provincia nos trae el retorno del
movimiento como creencia asociada a
la libertad del espacio abierto, premisa de la planificación urbana moderna
donde la transparencia/lo llano abonaban el trabajo activo de las técnicas de
vigilancia y control (Sennett, 1992). Aquí la
visión/la mirada ocupa un lugar clave para el placer. Al respecto, la parquización de las redes viales contempla la plantación de
distintas especies de árboles, palmeras y arbustos, desmalezado, poda y
limpieza de los terrenos, colocación de carteles, así como la pintura de las
piedras que bordean y embellecen los
circuitos por donde discurre el tráfico de bienes y mercancías en la ciudad.
Este trabajo es realizado por beneficiarios de políticas sociales - tal es el caso del “Plan de Inclusión
Social/Plan Solidario”[16] -
de la provincia que agrupados en “cuadrillas”
se encargan del embellecimiento de
los caminos y senderos que comprenden la totalidad de la red de infraestructura
vial. Esta primera escena nos permite interrogarnos por el sostenimiento y
conservación de la piedra y de su
imagen como tarea de los cuerpos que no experimentan placenteramente el movimiento en la ciudad. Cuerpos de clase que fijos en sus parcelas
de trabajo permiten que “las máquinas se sigan moviendo en San Luis”, al decir
del ministro de Obras Públicas e Infraestructura de la provincia (Agencia de
Noticias San Luis, 24/10/2019).
Gráfico 1 y 2:
Primera escena, a la izquierda, la inversión de San Luis en tecnología de red
vial y a la derecha, beneficiarios de políticas sociales encargados de embellecer los espacios de circulación
Siguiendo este hilo conductor, una
segunda escena nos dirige a políticas como el “Pinta San Luis” impulsada por el Ministerio de Obras Públicas e
Infraestructura de la provincia, quien también se encarga de la edificación de
la piedra, y destina acciones para “poner en valor” distintos barrios populares
del interior de la ciudad. La iniciativa surge en el año 2016 con el objetivo
de “dar color” a partir de técnicas de muralismo y arte contemporáneo las
fachadas de edificios públicos, obras de infraestructura, puentes, circuitos e
ingresos a los caminos que rodean las rutas y autopistas de la provincia. Estas
acciones se extendieron a los espacios barriales, los cuales en su mayoría
constituyen las barriadas ubicadas en
la periferia de la ciudad. En este marco, la política busca “cambiar el gris del cemento que caracteriza a
las construcciones por arte, colores y murales” para embellecer los espacios, los cuales muchos carecen de tareas de
conservación como afirma sin reparos uno de los portales de información
oficiales del gobierno: “la pintura dio una nueva vida a las paredes que
estaban corroídas por tener más de 40 años sin mantenimiento”(Agencia
de Noticias San Luis, 05/01/2022)[17]. El cuerpo del beneficiario del plan
social sirve al sostenimiento de las viviendas de los barrios periféricos poniendo color a las condiciones
materiales de habitabilidad caracterizadas por deficiencias en la provisión de
bienes y servicios urbanos[18] con las cuales conviven diariamente familias pertenecientes
a barriadas relegadas de la periferia.
Gráfico 3: Segunda escena, renovación y embellecimiento
urbano en un barrio de la periferia de la
ciudad de San Luis
En
este marco, el “Mapa de Calidad de Vida” elaborado por el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) muestra una trama urbana fragmentada en piezas
sociales (y de clase) que se expanden originando escenarios contrastantes en la
ciudad. Allí se observa zonificaciones en verde
caracterizadas por una “buena” condición
habitacional dentro de los límites del centro histórico con extensiones hacia la zona de serranías donde se emplazan conglomerados residenciales privados.
Estas concentraciones son tensionadas por agrupamientos en rojo hacia el oeste
de la ciudad donde se ubican barrios y
asentamientos urbano-informales, los cuales son intervenidos - como
mencionamos- por políticas que embellecen el cemento de la ciudad. Según
datos del Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP)[19], allí se reúnen más de diez
espacios barriales con problemáticas de acceso a bienes y servicios urbanos
básicos además de dificultades de índole dominial en
torno a los terrenos y viviendas habitadas. Así, el par cuerpo-clase sostiene
la imagen/fachada de la piedra como
marca cuando observamos la aplicación de ciertas intervenciones en el espacio
urbano en el marco de “políticas del cuerpo” (Sennett,
1992) que van configurando ciertas tendencias de fijación y movimiento de
los sujetos en la ciudad contemporánea.
Estas tendencias nos muestran la
centralidad de
la forma que asume el espacio y su relación con las posiciones y disposiciones de los cuerpos de clase
en la ciudad. Políticas que producen espacio urbano pero que
a su vez fijan y disponen las experiencias
de quienes lo habitan en la construcción de sus propios
anclajes en el territorio. Así, por ejemplo,
una tercera escena nos lleva a determinadas iniciativas de autoproducción de la vivienda como la implementada por la Secretaría de Desarrollo Social a partir del programa municipal “Bloqueras Solidarias/Sociales” dirigidas a familias de
barrios y asentamientos urbano-informales de la ciudad. Dicha iniciativa
se enmarca en la cartera de decisiones en materia habitacional desarrolladas
por los municipios de la provincia para dar solución a la problemática de la
vivienda existente en los barrios periféricos. En este sentido, su diseño y
ejecución nos permite mirar que el empleamiento de los cuerpos no solo
comprende las acciones de embellecimiento y renovación del orden de la piedra sino también la autoproducción de la fijación en el espacio modulada ideológicamente a partir del ensueño de la “casa propia”. Las “Bloqueras” - como son denominadas por los medios locales-
constituyen respuestas a la penuria
habitacional (Engels, 1873) elaboradas por el estado provincial
consistentes en el empleamiento de beneficiarios
de políticas
sociales y pobladores de barrios de la periferia en la fabricación y construcción de blocks
de cemento para la producción de sus viviendas sociales. Estas son instaladas
en los espacios barriales de la ciudad donde sus habitantes se acercan para
acarrear los bloques y materiales de construcción para erigir sus casas. La
mezcla y preparado de las unidades condensa un trabajo artesanal de tiempo
completo donde la fabricación de las unidades de cemento implica una puesta y desgaste del cuerpo
como herramienta de trabajo: Hice 120
blocks en un día porque teníamos que estar desde las ocho de la mañana hasta
las cinco de la tarde. Yo venía y me comía un pedacito de pan con queso o con
galleta con picadillo (...) comía y
volvía a rajar a las tres para terminar los blocks (…) Yo me tenía que acarrear
la arena para
que hicieran la mezcla (Entrevista a C, 60 años, vecina de Barrio Republica al
oeste de la ciudad de San Luis)
Como expresan en declaraciones
funcionarios públicos, la construcción en serie de estos materiales constituye en una política de
abaratamiento y reducción del gasto público al emplear a beneficiarios de programas sociales y a las
familias asistidas en la producción de bloques
de cemento para la autoconstrucción de sus
viviendas[20]. Resulta
necesario entonces marcar el corolario estratégico de determinados flujos y
direcciones del capital destinados a la construcción de monumentales obras de
infraestructura donde cierta política de abaratamiento
de costos resulta funcional a la propagación de enclaves de pobreza en el
territorio. Para
el caso de las Bloqueras Municipales, observamos la captura de
una práctica como la de construir/producir la casa asociada a políticas que
actúan como mecanismos estratégicos de fijación corporal. La torsión del construir que Heidegger (1951) había
puesto en relación estrecha con el habitar,
en tanto que una no es sin la otra, deviene en una actividad separada y
uniforme. Es decir, el construir
desanclado de una experiencia - el habitar-
que como tal implica una contemplación de los objetos, las relaciones, y la
posibilidad del atravesamiento del cuerpo por los espacios. La producción en
serie de bloques de cemento uniformes donde el construir - ya no como
habitar- pasa por la mediación de una promesa (la de la “casa propia”)
gestionada activamente por políticas que emplean los cuerpos para la
autoproducción de sus anclajes en el espacio. En este
sentido, el placer de circular por autopistas veloces y embellecidas posee
como revés a la fijación como par complementario que regula los marcos y
posibilidades de interacción de los cuerpos de
clase en la ciudad. Dichos procesos se enmarcan en las sucesivas
transformaciones que asume la forma de la piedra sobre un mapa fragmentado socio-espacialmente por detrás de la imagen de ciudad
proyectada y producida por las políticas e intervenciones estatales de distinto
tipo. En este marco, una escena final nos remite a las últimas
elecciones provinciales realizadas en diciembre del 2019, donde el gobernador
electo afirmaba que la nueva gestión (2020-2024) le daría “alma al cemento” a
partir de la potenciación de las obras de infraestructura en la provincia. En
su discurso destacaba lo siguiente:
soy del San Luis de las autopistas, de las
viviendas, de los puentes, de la internet, de Terrazas del
Portezuelo, de este edificio, de La Pedrera, de cada uno de los centros que
hemos construido, ese es el San Luis del
cemento y vamos a hacer más cemento (...) quiero ser el que le ponga alma
al cemento, vamos a hacer que cada cosa de cemento viva con el corazón de la puntanidad (Fragmento del discurso de asunción del
gobernador Alberto Rodriguez Saá,
18/12/2019)
A las sucesivas tendencias que fueron
modelando a la piedra en las últimas décadas (San Luis de las autopistas, de los puentes, la internet.) le
oponemos la pregunta por el cuerpo en lo urbano cuyas energías han sido
capitalizadas corporalmente en la construcción y embellecimiento de los
circuitos y monumentos de la ciudad. En este marco, el dictum
de “dar alma al cemento” nos señala la revisión de las múltiples conexiones
entre espacio- cuerpo- sensibilidad en un reordenamiento clasista de la ciudad,
estrechamente vinculado a una lógica mercantil. Al respecto, una genealogía de estas vinculaciones sería
acuciante en el pensamiento de lo urbano y en una ciudad que se transforma
significativamente al ritmo frenético del intercambio y circulación de bienes y
cuerpos. Aquí mostramos algunas escenas urbanas,
apenas fragmentos de nuestro presente que nos
permiten seguir tensando expresiones de conflicto en una ciudad producida
estratégicamente.
Conclusiones
Este escrito corresponde una aproximación a determinados
procesos de transformación urbana que ligan a
los cuerpos de clase con determinadas
lógicas de movimiento/fijación observados en una ciudad intermedia argentina. En este
marco, las lecturas realizadas sobre la obra de Richard Sennett así como los
aportes materialistas de los Estudios Culturales ingleses – especialmente
aquellos pertenecientes a la línea fundadora-
permitieron acercarnos a estos procesos desde/una posición analítica que intente
considerar el espesor de las transformaciones espaciales ejecutadas en nuestra
ciudad de estudio. De esta manera, construimos distintas escenas que
permiten tensionar el par circulación/fijación que atraviesan cada una de las
políticas e intervenciones diseñadas por el aparato estatal en la producción de lo urbano así como en las
ubicaciones, posibilidades de desplazamiento y acción social de los cuerpos en la ciudad. Dichas
transformaciones inciden no sólo en las formas en que percibimos el espacio sino también en
las posiciones y disposiciones de los cuerpos que ocupan puntos diferenciales
en la ciudad. En
el recorrido y exploración de las instantáneas fuimos advirtiendo la centralidad del cuerpo cuando es
pensado en una serie de coordenadas temporo-espaciales.
En este sentido, la construcción de autopistas a lo largo y ancho del
territorio provincial nos trae la vuelta de cierta creencia asociada al libre
movimiento que privilegió la planificación urbana moderna sostenida por el
trabajo vivo de beneficiarios de políticas sociales. Por otro lado, las
acciones de embellecimiento dirigidas a “poner color” a barrios de la periferia
de la ciudad destaca el gesto violento de configurar “hacia afuera” entornos
coloridos de encierro a la vista fugaz de los que circulan y se desplazan en la
ciudad. Al respecto, formas novedosas de autoproducción de las viviendas con
bloques de cemento constituyen el par complementario de estas escenas donde la
fijación motoriza la circulación en un doble movimiento fundante de las lógicas
del capital en los espacios urbanos. Sennett (1992)
nos arroja un diagnóstico clave en este sentido cuando afirma que “no puede
decirse que el prototipo moderno del cuerpo individual e independiente haya
terminado en un triunfo. Ha terminado en la pasividad”
(p. 398). Es decir, la pasividad frente al entorno y su peso sensorial como en
relación a todo aquello que pueda alterar el placer y comodidad de un cuerpo
que se desplaza sin miramientos y reparo al dolor como recepción sensible de
algo que pasa allí entre la piel/la carne en conexión intrínseca con un
espacio. En estas coordenadas analíticas decimos que no podemos pensar el cuerpo
sin las formas en que es planificado el orden de la piedra en la ciudad, así
como tampoco podemos revisar la experiencia por fuera de esta vinculación que
la hace posible.
En este contexto, mirar
se convierte en un ejercicio sensorial pero también interpretativo que nos
permite reconocer lo conflictual en el espacio urbano. Maneras de mirar - al
decir de Sarlo- las expresiones desiguales de las
formas de estructuración de un orden dominante que moldea a los cuerpos, sus encuentros e interacciones en la ciudad. Aquello que
marca el lugar de los cuerpos de clase
en continuidad con una estructura espacial que los fija/los hace circular por
modernas sendas y caminos construidos por distintas transformaciones y políticas en la ciudad. Es decir, “la carne y la piedra”,
parafraseando a Richard Sennett; esta última como
configuración urbana pero también como materialidad asentada sobre la base de
relaciones sociales concretas y vivientes.
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[1] Identificador persistente ARK: https://www.criticayresistencias.com.ar/revista/article/view/322
[2] Universidad Nacional de San Luis (UNSL) - Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
San Luis, Argentina
https://orcid.org/0000-0002-2274-7709
elianaabraham9012@gmail.com
[3] En “Antropología del cuerpo”
(1990) David Le Breton realiza una sistematización minuciosa en torno a las
distintas perspectivas que han abordado la problemática en torno al cuerpo
identificando tres líneas de trabajo. Por un lado, una mirada implícita
caracterizada por los abordajes realizados por el materialismo histórico en sus
descripciones en torno al uso del cuerpo en el trabajo productivo. En
segundo lugar, aquellas visiones que postulan al
cuerpo como locus de sospechas, como los que construyeron las premisas
biologicistas cargadas de cierto evolucionismo racial. Por último, una perspectiva “detallista”
que profundiza en las cualidades corporales, los gestos y la sensibilidad de un
“cuerpo simbólico” productor de sentidos. Le
Breton identifica la formación de una “Sociología(s) del Cuerpo” que en la
década del sesenta y setenta realiza un “retorno al cuerpo” que involucró el
estudio desde las distintas modalidades y técnicas de disciplinamiento,
el cuerpo en la estructura social a partir de la distribución de distintos
capitales hasta las inclinaciones al estudio de las emociones y sentimientos.
[4] Agradecemos los valiosos aportes y
orientaciones del Dr. Emilio Seveso Zanin (UNSL-CONICET) en la construcción y producción de este escrito que intenta materializar algunas de las
reflexiones y discusiones vertidas en distintos espacios de investigación compartidos.
[5] Las reflexiones que contiene este trabajo responden a una serie de investigaciones que
articulan a la ciudad de Córdoba y San Luis como
encuadres empíricos de análisis de distintos procesos y transformaciones urbanas. En este
sentido, mencionamos el proyecto de investigación plurianual denominado “Trama y conflictos urbanos en contextos de reestructuración del capital: indagación
sobre procesos de patrimonialización y turistificación en tres ciudades medias argentinas” (PIP, 2017-2019)
dirigido por la Dra. Maria Belen
Espoz, y el proyecto de investigación
promocionado “Conflictos, políticas y
experiencias en escenarios urbanos socio-contemporáneos; las polìticas de inclusiòn al mercado de trabajo en San Luis 2015-2019”
(PROIPRO, 2020-2022) bajo la dirección del Dr.
Emilio Seveso.
[6] Ya en la ciudad de Roma el autor destaca una
cualidad singular de las construcciones arquitectónicas durante la era del
emperador Adriano. Así, por ejemplo, el emplazamiento del imponente Panteón
imperial reservado al culto de diferentes dioses instaló ciertas creencias en
torno a la monumentalidad del espacio. En este sentido, la edificación de
dicha obra arquitectónica reforzaba los enlaces entre el poder imperial y el
orden visual materializado en la piedra/monumento de la ciudad. Al decir de Sennett, “el emperador necesitaba que su poder fuera visto
en los monumentos y en las obras públicas. El poder necesitaba de la piedra”
(p. 96). Estas creencias asociadas a las formas de producir la ciudad
evidenciaban la importancia que ya existía entre la imponencia de la
arquitectura y la grandeza de un poder con la obediencia y sumisión de sus
súbditos compelidos ante el conjunto de infraestructuras que se erigían para
la contemplación y el respeto. Mirar-creer-obedecer
se convierte en dictum
de un orden visual y geométrico en donde el propio cuerpo servía de
inspiración a la diagramación de las líneas que atravesaban los templos
monumentales de la Roma antigua.
[7] La construcción de las tres redes de Haussmann
en la ciudad de París en el S.XIX resulta un
caso paradigmático en la ejemplificación de dichos procesos. Las transformaciones suscitadas en el
espacio reprimieron el
movimiento de las masas urbanas a partir de la reconfiguración del trazado de
las calles a partir de principios de linealidad inspirados en la planificación
romana. Así, la diagramación focalizó sus acciones en la separación y división
de las comunidades pobres parisinas para la construcción de largos bulevares
por donde discurre el tráfico. Ya Walter Benjamin
en sus reflexiones sobre las transformaciones de París como “capital del S.XIX”
marcaban la configuración de un nuevo “sensorium
urbanita” que “aliena a los parisinos de su propia ciudad, que ya no se sienten
allí en su casa” (Benjamin, 2012, p. 60).
[8] Diremos que estas imágenes y
representaciones dominantes corresponden a la construcción de determinados “prototipos corporales” que responden a
los diseños y planificaciones proyectivas de las ciudades (Sennett,
1994). Denominamos estas configuraciones como “clases de cuerpos”.
[9] Williams en “Marxismo y Literatura” cuando
refiere a la cuestión de la forma
afirma que “estas abstracciones indican procesos verdaderos pero siempre
procesos de relación físicos y materiales (...) el poema oído primero como un ritmo desprovisto de palabras, la escena
dramática visualizada primero como un
específico movimiento grupal, la secuencia narrativa comprendida primero como una figura móvil dentro del cuerpo - como
con respecto a la mayoría de los momentos objetivos-la interacción de las
palabras con un ritmo ya compartido y establecido” (p. 249).
[10] Podemos establecer vinculaciones con la noción de determinación
presente en Raymond Williams en tanto que nos permite pensar la relación entre el adentro y el afuera que
supone el campo de fuerzas que atraviesan a este cuerpo. Para el autor la determinación nunca es sólo
fijación/establecimiento de límites sino también consiste en un ejercicio de
presiones que atraviesan a “las formaciones culturales, económicas y políticas
y que para asumir peso pleno de lo constitutivo, son
internalizadas y convertidas en ́voluntades individuales ́ (p. 116).
[11] “Tecnópolis” es una megaexposición
que incluye una muestra de los avances desarrollados en ciencia, tecnología,
industria y arte inaugurada en el año 2011 durante el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner (Argentina). Dicho evento fue
realizado en el marco de las celebraciones destinadas a la conmemoración del
Bicentenario de la Patria por parte del gobierno nacional.
[12] En su libro “Escenas de la vida
posmoderna” (2011), Beatriz Sarlo realiza un
ejercicio descriptivo en torno a distintos fenòmenos
que estructuran la vida urbana contemporánea,
tales como los shoppings, pràcticas de consumo a
partir de los videogames y/o el zapping en el marco de las transformaciones técnicas vivenciadas por las culturas populares. El
recorrido por distintas escenas ofrecen imágenes en movimiento que implican – a su vez- el detenimiento
reflexivo de cada uno de los aspectos y elementos que las componen.
[13] Parte
del corpus de trabajo utilizado así como las pistas analiticas implicadas en el escrito responden al desarrollo
del trabajo de investigación denominado “Condiciones de Movilidad e Inmovilidad
Urbana: políticas y experiencias diferenciales en la Ciudad de San Luis
(Argentina)” (CONICET-UNSL).
[14] Remitimos al documento denominado “Espacio
urbano y movilidad, tendencias productivas y regulaciòn
en la Ciudad de San Luis”, publicado en la revista Temas Sociológicos
(Julio, 2021), el cual constituye un primer acercamiento analitico a las formas urbanas que ha
asumido nuestra ciudad de estudio.
[15] Slogan oficial impulsado durante el gobierno
provincial de Alicia Lemme (2001-2003). Dicha “marca”
de territorio fue reactualizada en otra campaña de promoción turística denominada “San
Luis, otro país” en el año 2018.
[16] El Plan de Inclusión Social/Plan Solidario”
es una política de inclusión al mercado de trabajo destinada a sujetos de
sectores subalternos impulsada por el Estado provincial desde el año 2003. Se
trata de una de las políticas más antiguas implementadas en la cartera del
Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de San Luis. En este sentido,
la modelación del sentimiento/pensamiento (Williams, 2009) nos muestra un
trabajo activo sobre la experiencia de miles de beneficiarios cuyas energías
son volcadas al sostenimiento de un mercado de trabajo precarizado. Ya algunos
diagnósticos de Seveso (2020) muestran que “los
programas tienden a dinamizar parcialmente el mercado productivo y de consumo a
partir de formatos de trabajo precarizados (...) apuntan a cubrir el umbral de
necesidades mínimas de pobreza/indigencia” (p.166).
[17] En una declaración del responsable del
Programa “Pinta San Luis” se cuantifica la “transformación” de más de 1.000
viviendas pertenecientes a los barrios José Hernández, Pabellón Argentino, 68
viviendas, Las Américas, Santa Rita, Elías Adré, entre otros espacios barriales
(“Pinta San Luis llena de color los barrios de la ciudad, Agencia de Noticias
San Luis, 22/10/2022)
[18] Así lo expresaba una de las autoridades a
cargo de la implementación del programa: “Las cuadrillas conformadas
por beneficiarios del Plan de Inclusión son quienes realizan los trabajos. Los
vecinos participan plenamente eligiendo los colores que se utilizan en sus
casas y cediendo espacios exteriores para pintar además murales, también
compartiendo momentos con nuestros trabajadores, por lo que estamos muy
agradecidos” (“Pinta San Luis llena de color los barrios de la ciudad”, Agencia
de Noticias San Luis, 22/10/2022).
[19] El Registro Nacional de Barrios Populares
(RENABAP) considera “barrio popular”
a espacios que contengan tres aspectos comunes: - presencia de ocho familias
agrupadas o contiguas con más de la mitad de la población sin título de
propiedad del suelo ni acceso regular a dos o más servicios básicos (red de
agua potable, gas, red cloacal, etc). Mencionamos en
la ciudad de San Luis; Barrio República, 9 de julio, 1ro de Mayo,
Santa Rita Anexo, Aeroferro, Predio Ferrocarril, La
Vecindad, La Merced, Tibileti, Estrella del Sur,
Quinto Centenario, Los Vagones (“Los
Barrios Populares en San Luis: ya son 30 los asentamientos y villas que en
conjunto ocupan una superficie equivalente a cinco parques de La Pedrera”,
Diario El Chorrillero, 11/06/2022).
[20] “Es importante tener en cuenta
que antes se destinaban muchos fondos para comprar bloques. Pero ahora tenemos la oportunidad de poder
generarlo nosotros. Eso nos va a permitir proyectar, por ejemplo, obras
de ampliación y también abaratar muchísimo los costos y ayuda a que podamos
seguir reduciendo el gasto público”
(Diario La Rpùblica, 20/06/2020)