Las economías
sociales y populares como experiencias de intercambio, trabajo y socialización
política. El caso de una feria de comercio artesanal
The social and popular economies as experiences
of exchange, work, and political socialization. The case of a fair in the city
of San Luis (Argentina)
María Belén Rolfi[2]
María Soledad Gaiani[3]
Claudia Alejandra Gil[4]
Esta obra está bajo una licencia
internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-No hay restricciones adicionales 4.0 (CC BY-NC
4.0)
“es
necesario también tomar para uno la responsabilidad como ser vivo y luchar por
la reapropiación de las potencias de creación y de cooperación, y por la
construcción de lo común que depende de ella”.
Rolnik, 2019
Resumen
Este artículo se inscribe en una
investigación más amplia[5] que aborda, a partir de la
dinámica de una feria artesanal radicada en la ciudad de San Luis (Argentina),
las relaciones, cruces y tensiones entre las economías sociales y el mundo del
trabajo en el capitalismo contemporáneo. En ese marco, proponemos un análisis
teórico-interpretativo en el que se problematizan tres dimensiones que han
emergido de las sucesivas aproximaciones a la feria “El Fuego” como objeto de
reflexión. Nos referimos a las formas-relaciones
económicas en tanto prácticas sociales; al
trabajo como fenómeno sociológico multiforme e históricamente determinado y
a las relaciones político-organizativas que
desbordan y resignifican los circuitos de producción y venta de este colectivo.
Sostenemos que las experiencias de economía social y popular redefinen la idea
de trabajo y amplían su alcance en términos simbólicos y subjetivos, mientras
interpelan las divisiones binarias entre producción y reproducción social. La
estrategia metodológica empleada es cualitativa e incluye el análisis crítico
de un conjunto de producciones teóricas en diálogo con fuentes primarias y
secundarias, cuyo procesamiento se encuentra en desarrollo.
Palabras
clave: Economías populares;
Formas-relaciones económicas; Trabajo ampliado; Procesos político-organizativos
Abstract
This article is part of a broader
investigation that addresses, from the dynamics of a craft fair located in the
city of San Luis (Argentina), the relationships, intersections and tensions
between social economies and the world of work in capitalism. contemporary.
Within this framework, we propose a theoretical-interpretative analysis in
which three dimensions that have emerged in successive approaches to the
"El Fuego" fair as an object of reflection are problematized. We are
referring to economic forms-relationships as social practices; to work as a
multiform and historically determined sociological phenomenon and to the
political-organizational relations that go beyond and give new meaning to the
production and sale circuits of this group. We maintain that the experiences of
social and popular economy redefine the idea of work
and broaden its scope in symbolic and subjective terms, while challenging the
binary divisions between production and social reproduction. We follow a
qualitative methodology that includes the critical analysis of a set of
theoretical productions in dialogue with primary and secondary sources, whose
processing is under development.
Keywords: Popular economies; Economic
forms-relationships; Expanded work; Political-organizational processes
Introducción
El objetivo general de nuestra investigación
radica en analizar desde una perspectiva multidimensional las relaciones,
cruces y tensiones entre las economías sociales y el mundo del trabajo en el
capitalismo contemporáneo. Para hacerlo tomamos como referente empírico a una
Feria artesanal de comercio urbano, radicada en la ciudad de San Luis. Asumimos
un posicionamiento epistemológico en el que las estructuras y prácticas
sociales se entrelazan dinámica y conflictivamente con procesos globales que
impactan en los territorios de manera específica. En esa clave, nos preguntamos
cómo se configura la Feria en tanto experiencia de reproducción económica,
política y social; problematizamos acerca de sus relaciones de producción, de
circulación y de consumo; indagamos en sus tramas organizativas para reconocer
la diversificación de lo político, así como los sentidos que los y las
feriantes construyen sobre el trabajo y su trabajo en la Feria.
En términos metodológicos recurrimos a una
estrategia cualitativa que considera al estudio de caso sociológico en una
doble acepción: como estrategia de investigación (Neiman y Quaranta,
2006) y como operatoria de análisis de datos (Avalle, 2022)[6]. Para ello
se apeló a la triangulación de fuentes teóricas y técnicas. Estas últimas
incluyeron análisis documentales, observaciones directas y entrevistas semi-estructuradas, así como el seguimiento y registro del
contenido producido por la Feria en sus redes sociales.
Teniendo en cuenta lo
dicho hasta aquí, en lo que sigue proponemos un recorrido analítico basado en
la siguiente estrategia argumentativa: problematizamos el concepto clásico de
economía y sus consecuencias en términos materiales e ideológicos; abordamos la
noción de trabajo desde una perspectiva amplia e indagamos su impacto conforme
la experiencia histórica latinoamericana; introducimos un concepción crítica
sobre lo político en términos de afectación cotidiana; finalmente nos valemos
de tal contexto conceptual para analizar cómo se articulan en la Feria “El
Fuego” tres dimensiones que sistematizamos siguiendo un razonamiento abductivo:
sus relaciones económicas, sus relaciones
de trabajo y su entramado político-organizativo. Concluimos que la Feria,
en tanto parte del fenómeno de las economías populares, se presenta como una
experiencia que redefine los contornos erigidos entre la producción (trabajo) y
la reproducción social (entendida como no trabajo); entre lo privado, lo
público y lo común; entre el conocimiento validado y los saberes emergentes. No
obstante, lo hace en tensión, en negociación y en los intersticios del capital.
La
Feria “El Fuego”. Escenario contextual y principales características
En términos amplios, el contexto general en
el que se inscriben estas experiencias se dirime entre la crisis y la
creatividad social. Suponen un arco diverso de casos nacionales y regionales
que responden al agotamiento de una matriz de acumulación incompleta, aunque
extendida, que apeló a una dinámica “distribucionista”
e “incluyente” (Torrado, 2010), basada en una estrategia de industrialización
sustitutiva, erigida en torno a políticas estatales activas y ampliatorias de
derechos. Sin embargo, promediando la década del setenta, aquellas sociedades
salariales relativamente estables fueron desmanteladas por dictaduras
cívico-eclesiástico-militares. Proceso que terminó de configurarse con la
consolidación de democracias instrumentalizadas por élites nacionales e
internacionales (Hinkelammert, 1988). La hegemonía
neoliberal en todo América Latina, y particularmente en Argentina, se manifestó
como un proyecto político de clase (Harvey, 2007) que tendió a reformular las
relaciones entre capital y trabajo, a favor de un sostenido proceso de financiarización económica.
Pese a la redefinición finisecular
progresista de parte del mapa político latinoamericano, emergente de las
acciones de protesta e impugnación al modelo aperturista, el mundo laboral
formal continuó siendo excluyente, condición que impactó en una parte
importante de la población económicamente activa, en especial en mujeres
jóvenes y migrantes. Escenario que se vio agravado durante la pandemia del
COVID 19[7]
(OIT, 2022).
En lo que respecta a la provincia de San
Luis, el capital privado no es hoy el principal oferente de puestos de trabajo
registrado
Ante este escenario han surgido diversos
modos de reproducción económica, política y social que ponen en tensión las
formas dominantes de producción, comercialización y generación de tramas
vinculares. En algunos casos como el recurso más próximo para la resolución de
las urgencias materiales que interpelan la cotidianeidad de individuos y
familias, y en otros, como parte de un posicionamiento político-ideológico
crítico y/o alternativo.
Como primera aproximación a nuestro objeto de
estudio, la Feria en cuestión lleva por nombre “El Fuego”[8]. Fue
creada en 2016 como parte de un proyecto más amplio en el ámbito de la Facultad
de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis, lo cual le imprime
a este caso una especial relevancia institucional. Integra la línea estratégica
de Economía Social y Solidaria del Centro de Prácticas Pedagógicas y
Socio-Comunitarias (CPPSC)[9].
Puede ser conceptualizada en el marco de las ferias comerciales urbanas. Busso (2006) las define como lugares de trabajo
(difundidos, difusos y conflictivos), pero también como espacios de interacción
social, de encuentros y socialización. Por su parte, sus integrantes se
conciben como “un colectivo participativo y de colaboración activa,
democrático, autogestionado y de adhesión libre, sin distinción de género,
nacionalidad ni credo” (Sitio Web de la Feria “El Fuego”
Originalmente, tenía lugar una vez a la semana,
cada jueves, en la explanada del edificio del rectorado de la UNSL. Como
consecuencia de las restricciones impuestas por el contexto de pandemia, debió
rearticularse. En el momento más álgido del confinamiento, la misma dejó de
funcionar tal como había sido concebida, aunque dicha inactividad fue
compensada con la puesta en marcha de una trama solidaria preexistente que
acompañó situaciones de emergencia que vivenciaron feriantes, mientras
atendieron la demanda de referentes de organizaciones sociales que habían
formado parte intermitentemente de este espacio. En la actualidad el colectivo
volvió a “feriar” con regularidad, sosteniendo los encuentros de los días
jueves, sumando uno más a su itinerario, siempre las dos primeras semanas de
cada mes.
El imperialismo económico como ideología. Las
relaciones económicas y el mundo social
Para problematizar sobre los alcances del
discurso económico hegemónico, apelamos a un prisma analítico multidisciplinar
que pretende poner en cuestión aquel imperialismo económico que reduce dicho
campo de conocimiento a un constructo aparentemente formal, aunque repleto de
supuestos etnocéntricos:
Con tal intención retomamos los
aportes polanyianos
en torno a la economía sustantiva y sus implicancias en términos
político-culturales. Polanyi (2007) propone un enfoque múltiple donde involucra
a la historia, la antropología y la teoría social; un recorrido por diferentes
modos de organización y reproducción de la vida, con la intención de demostrar
que la economía de mercado no es el único principio ordenador de las relaciones
sociales en el devenir de la humanidad; al tiempo que problematiza sobre las
implicancias de esta perspectiva en cuanto ideología: “nuestra tesis es que la idea de un mercado autorregulado
implica una utopía total. Tal institución no podría existir durante largo
tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad; habría
destruido físicamente al hombre y transformado su ambiente en un desierto”
(Polanyi, 2007, p. 28).
Desde el punto de vista epistémico,
tales afirmaciones inscriben a s relaciones económicas en su contexto
socio-histórico de emergencia, lo cual requiere para su análisis de una mirada
integral y transdisciplinar que desafía las tendencias a la fragmentación y
abstracción que han acompañado al pensamiento económico ortodoxo. De allí que
podamos también recuperar aspectos de la perspectiva plural de la economía, en
cuanto a la centralidad que en ésta asume la reproducción de la vida ante el
principio rector instrumentalista que orienta la reproducción del capital en la
economía neoclásica. Afirmación que cobra fuerza y sentido político-crítico de
la mano de las economías feministas. Estas corrientes cuestionan la idea de que
exista una única racionalidad al momento de tramitar los intercambios (aquella
que se dirige a maximizar utilidades). Mientras redefinen el lugar y el sentido
de las formas económicas al enraizarlas socialmente bajo un posicionamiento
ético-político explícito, cuya “preocupación no está en la perfecta
asignación, sino en la mejor provisión para sostener y reproducir la vida”
(Rodríguez Enríquez, 2015, p. 32)[11].
En el mismo sentido, Polanyi asegura
que la economía “está incrustada y enredada en instituciones económicas y no
económicas” (Polanyi, 1976, p. 161, citado en Demonte, 2015, p. 78). Como hemos
señalado, esta tradición de pensamiento responde a una perspectiva sustantiva,
mientras que el enfoque formalista se circunscribe al principio de escasez. Tal
condicionamiento operaría en el marco de un sistema de necesidades ilimitadas
que encuentra un principio de resolución en el despliegue de comportamientos
sociales “universales”[12]
maximizadores y racionalizadores de recursos. Esto
último “sería aplicable a economías con mercados formadores de precios mientras
que el [significado] sustantivo comprende las formas del ‘intercambio con el
medio ambiente natural y social’” (Polanyi, 1976, p. 155 citado en Demonte,
2015, p. 78). No obstante, nos parece importante destacar que en el marco de
sistemas económicos capitalistas -sobre todo en su periferia- coexisten en
situación de subordinación experiencias que se dirimen entre ambos principios
de integración y patrones institucionales. De modo tal, que estas distinciones
analíticas, en los casos concretos, se combinan de maneras específicas y hasta
aparentemente contradictorias. En palabras de Quijano (1998):
En las condiciones
tendenciales del capital, y de la distribución geosocial de sus beneficios y de
sus desventajas, la mano de obra disponible, sobre todo en el “tercer mundo”,
está en una peculiar situación: no puede sobrevivir solamente según las normas
del capital; ni puede todavía separarse y aislarse de ellas. Requiere aprender
en una práctica no siempre ni necesariamente consciente, cómo servirse de
ambas, en las proporciones que las situaciones y posibilidades concretas
permitan o exijan (p. 233).
Ante este ejercicio reconceptualizador
nos preguntamos sobre el trabajo y sus alcances. En tal sentido, ¿Es el mismo una actividad humana
constitutiva, o es un producto modelado al calor del capitalismo en tanto
sistema de dominación múltiple? ¿Puede pensarse como una combinación de ambas
caracterizaciones? Y si es así ¿cómo opera en el marco de una experiencia
concreta que se presenta a sí misma como una Feria de “economía social en
construcción”?
Las
formas del trabajo. Sentidos, trayectorias y perspectivas
El trabajo moderno ha devenido una noción
central a la hora de pensar modelos de organización social extendidos. “En
tanto fuerza de trabajo, aparece como un producto del capitalismo, es decir, de
las relaciones de producción que son la peculiaridad de la sociedad burguesa” (Rieznik, 2007, p. 13). Sin embargo, el trabajo como
dimensión humana constitutiva excede dicha condición, al tiempo que devela que
“el capitalismo se construye como tal haciendo de la potencia del trabajo una
configuración societal específica” (Rieznik, 2007, p.
13). En el capítulo V (Sección Tercera) del Libro I (Vol. I) de El Capital,
Marx diferencia entre el proceso de trabajo y el de valorización capitalista.
Sobre el primero asegura que: la producción de valores de uso, o bienes,
no modifica su naturaleza general por el hecho de
efectuarse para el capitalista y bajo su fiscalización. De ahí que en
un comienzo debamos investigar el proceso de trabajo prescindiendo de
la forma social determinada que asuma”(Marx,
2009, p. 215)[13].
Siguiendo tal perspectiva, el trabajo, según
Marx, es un proceso que media, regula y controla su metabolismo con la
naturaleza, deviniendo así, una actividad humana fundamental, ya que, en su
desarrollo, las personas no sólo transforman su medio, sino que se transforman
a sí mismas. Antunes reconoce en esta dialéctica “la
ontología singularmente humana del trabajo” (2005, p. 6).
Mientras que Enrique Dussel (1994), a partir
del análisis de los Grundrisse
(notas dispersas, pero fundamentales para comprender la crítica marxista a la
economía política) asegura:
…El momento fundamental
del desarrollo dialéctico de Marx, no es otro que el del "trabajo
vivo" como exterioridad, que es subsumido por el contrato de trabajo
asalariado en el capital, incorporado a la esencia del capital como una determinación
interna, debería ser definido como la contradicción absoluta (desde la
anterioridad de la exterioridad) al capital como totalidad constituida por solo
trabajo objetivado. Es por ello que el "trabajo vivo" es el trabajo
real como subjetividad, como la persona del trabajador en su posición de lo
absolutamente contradictorio en el capital en cuanto tal (p. 207).
Sin embargo, el trabajo como dimensión
antropológica no resulta una práctica dislocada de sus coordenadas
espacio-temporales. Es, por el contrario, un fenómeno densamente histórico. De
hecho, siguiendo a Dussel, es posible reconstruir la historicidad de este
término aún no determinado, siguiendo el rastro “de los modos de apropiación
del trabajo y de la subjetividad del trabajador por parte del sistema dominante
de la época en cuestión” (Infranca, 2022, párr.3)
Bajo estas premisas el trabajo moderno asume características distintivas,
aunque en el marco del régimen capitalista, es su pretendida (in)especificidad
la que le imprime un carácter definitorio. La subjetividad que trabaja y crea
valor se convierte simplemente en tiempo socialmente necesario de trabajo: una
medida homogénea (equivalencia general) capaz de producir bienes
intercambiables (mercancías). Tal transmutación termina por cosificar las
relaciones sociales de producción, mientras “anima” -infunde vida- al mundo
objetual. No obstante, este proceso aparentemente natural, e incluso universal,
resulta profundamente violento y expropiatorio y ha asumido formas específicas,
conforme la propia geografía social del capital. Este es el caso de América
Latina y el Caribe, cuyas discontinuidades y coexistencias temporales hacen a
la heterogeneidad histórico-estructural de nuestros territorios (Quijano, 2000)
y al abigarramiento de sus formaciones sociales y económicas concretas
(Zavaleta, 2009).
La
geografía social del capital y la cuestión del trabajo en América Latina
El devenir histórico del trabajo ha
acompañado las transformaciones en la forma social de acumulación del capital.
Claro que la implantación capitalista en América Latina y el Caribe, ha sido colonial
y eurocentrada; características que hacen de la
dependencia estructural una variable explicativa ineludible. Las relaciones de
trabajo en estas latitudes no respondieron en sus orígenes ni en la actualidad
a un patrón industrializador homogeneizante capaz de
convertir a los productores libres en mano de obra asalariada. Sin embargo, la
centralidad de nuestro espacio-tiempo es tal que el costado sacrificial de la
modernidad (Dussel, 1992) reveló en esta parte de la geografía mundial una
sistemática expropiación de riquezas, cuerpos y territorios que alentaron la
reproducción ampliada del capital en el viejo continente. Según Quijano (2000),
la geografía social del capital en América Latina y el Caribe hizo que las
relaciones no asalariadas como la servidumbre, la esclavitud, la reciprocidad y
la pequeña producción mercantil fueran subordinadas a la lógica del capital,
pero no por ello desaparecieron -y aun hoy continúan vigentes- como parte de
una simultaneidad articulada sin confluencia plena que no reeditó formas
pretéritas, sino histórica y sociológicamente nuevas:
[Esto] quiere decir que el
trabajo asalariado no es el único sujeto antagonista o alternativo al capital,
aunque sí el central dada su centralidad en la configuración global del
capitalismo. Esa centralidad fue sin duda mucho más visible hasta la crisis de
los años setenta. Pero si avanza el proceso de declinación del trabajo
asalariado en las puntas tecnológicamente más avanzadas de la estructura
mundial de acumulación, así como la re-expansión de las otras formas de trabajo
¿qué ocurre con la centralidad del trabajo asalariado en la confrontación del
trabajo con el capital? ¿También está entrando en crisis? ¿Y en consecuencia es
indispensable replantear las relaciones del conjunto de la fuerza de trabajo
con el capital? (Quijano, 2013, p.154).
Asumiendo una perspectiva que revisita y
actualiza tales discusiones, entendemos que las experiencias de economía social
y popular ponen en crisis la hegemonía de las relaciones sociales salariales al
correr los límites impuestos a la hora de distinguir el trabajo del no trabajo,
así como la histórica separación entre las relaciones de producción y las de
reproducción social. Es que, pese a la multiplicidad constitutiva de las
relaciones socio-laborales en América Latina, dicho imaginario integracionista
continúa teniendo efectos actuantes. En esta clave, autores como Ricardo Antunes (2005) nos invitan a asumir abiertamente la
complejidad de las relaciones laborales actuales, pero al contrario de la tesis
que pregonan la pérdida del significado del trabajo en la sociedad
contemporánea, tenemos el desafío de comprender la nueva polisemia del trabajo,
su nueva morfología, cuyo elemento más visible es el diseño multifacético.
En este punto nos preguntamos ¿de qué manera en la Feria se significa el
trabajo en tanto experiencia subjetiva-vital-relacional?;¿cómo se colectiviza
en el marco de este espacio de intercambio?; ¿qué instancias de oposición
construyen ante la lógica del capital y cuáles terminan por imponerse como
límites estructurales?
Lo
político como afectación cotidiana y horizonte de sociabilidad alternativa
Asumir lo económico como práctica social y al
trabajo como relación ampliada, supone adoptar una mirada articulatoria que
necesariamente conecta los procesos productivos con sus determinaciones
políticas. En esa clave, instamos a pensar lo político más allá de la
estatalidad (“la política pura”), lo cual no implica desestimar tal noción,
sino cuestionar su hegemonía analítica. La teoría política dominante ha
constituido al Estado como un objeto que se erige por encima y al margen del
entramado social, dando origen a una metanarrativa
liberal (Somers, 1996/1997) que se actualiza sin dejar de reducir la sociedad
civil a un ámbito des-politizado e individualizante.
Colectivos como los analizados hacen que las fronteras construidas entre lo
político (gobernantes) y lo social (gobernados) y entre lo público y lo privado
se tornen porosas, habilitando nuevas problematizaciones, entre ellas la idea de
autodeterminación como la capacidad de dar forma a la propia sociabilidad
(Echeverría, 1997)[14],
desafiando, así, los
criterios impuestos para la organización del trabajo y la vida.
Como veremos en el análisis empírico
Ahora bien, la politicidad
que hace a la vida cotidiana de la feria también amplía los criterios para
pensar las relaciones económicas y las relaciones de trabajo en términos autogestivos; aquello que en nuestra inmersión en el campo
identificamos como “humanización de la economía”. Si bien tales formas no
existen por fuera del mercado y del dinero, ser parte de la feria implica
reivindicar un lugar de pertenencia, de encuentro y de afectividad. Esta última
entendida no como un estado psicológico, sino en tanto parte constitutiva de
prácticas sociales y culturales (Archuf, 2016),
deviniendo también una dimensión que participa activamente de los marcos
ampliatorios de la política.
Me parece que una
dificultad es cómo medimos nuestros resultados y cómo autoevaluamos lo que
estamos haciendo. Porque muchas veces se evalúa la actividad solamente con el
resultado financiero, ganamos tanta plata, etc. Pero cómo todos esos actores
involucrados, tienen conciencia que deben medir otra cosa. Deben medir, por ejemplo,
si la actividad ha mejorado las relaciones entre hombre y mujer. Medir si la
actividad ha permitido que haya más alegría, más felicidad en el trabajo
colectivo. Inventar, porque no se puede generalizar cada experiencia, pero hay
que inventar instrumentos de medición que permita invitar a los actores mismos
el sentido y la necesidad de construir una experiencia que sea realmente
alternativa al mercado. La cuestión de la felicidad colectiva, la cuestión de
la aldea, la cuestión de pasar de una visión individualista a una visión
colectiva, la cuestión de romper con el dictado del mercado dominante.
Para lograrlo se torna necesario
establecer lógicas organizativas, distribuir tareas y responsabilidades, es
decir, estipular un régimen de autoridad que pretende ser compartido, al tiempo
que obliga frente al conjunto, y se debate ante lógicas delegativas que
pretenden desentenderse del hacer colectivo. Es por ello que estos principios
de regulación se construyen en un proceso de negociación y ajuste permanentes.
En estos movimientos también se resignifica los alcances de la democracia
entendida como hacer cooperativo y horizontal y las relaciones de poder (para)
en lugar del poder (sobre o contra). Nociones que están presentes en la idea de
autogestión y que conectan lo social, con lo político, lo económico y lo
técnico (Albuquerque, 2004), redefiniendo sus alcances teórico-prácticos.
Bajo tales premisas, y en lo que
respecta a la Feria, planteamos las
siguientes preguntas ordenadoras: ¿cómo
se construye lo común; qué dinámicas sostienen al colectivo y cuáles emergen
como límites tanto materiales como subjetivos?
Hacia
un mapa analítico situado: La Feria “El Fuego” como experiencia de intercambio,
trabajo y socialización política
El procesamiento de este corpus se realizó
según las pautas del análisis temático. Sin desconocer el carácter recursivo
del proceso, en un primer momento, se identificaron y describieron temas
(definidos mediante la construcción de categorías o códigos surgidos de un
razonamiento abductivo), mientras se ensayaban vínculos entre ellos (Borda, Dabenigno, Freidin y Guelman, 2017). Tales
relaciones son parte de nuestro modelo interpretativo, cuyo relato analítico
exponemos a continuación
De las operaciones anteriormente descriptas
emergieron tres grandes códigos. Nos referimos a las categorías relaciones
económicas, relaciones de trabajo y relaciones
político-organizativas. Todas ellas asociadas a la Feria en tanto
referente empírico.
Las tres dimensiones presentadas más arriba
fueron abordadas “en acción” y nos permitieron reconocer dos niveles de
análisis. Por un lado, la construcción de acuerdos comunes que son parte de las
declaraciones de principios que el grupo ha erigido en asamblea;
Somos un colectivo de trabajadorxs de la economía social que confiamos en que
otro tipo de economía y vínculos son posibles, incorporando valores tales como
práctica solidaria, comercio justo, autogestión y organización horizontal,
producción y consumo responsable, soberanía alimentaria, perspectiva de género
y derechos humanos
Por otra parte,
Para mí lo vincular fue lo
más interesante de estos espacios, así, sobre todo de economía, donde se juegan
a veces muchos miedos… sin querer competencias…. ehhh….
es como bueno ¿Cómo hacemos que sea cada vez más humanizado esto? pero no se
puede hacer humanizado si no hay un planteamiento interno de nuestros propios
miedos, dificultades, ego, competencias, envidia y miedos también ¿por qué
no? porque sí, hay. Yo recuerdo, no sé ... había momentos en la Feria que
éramos un montón que vendíamos cuadernos y yo decía ¡¡“no voy a vender!!” y
¡¡sí!! se vendía y así hemos tenido un montón de cosas en las que….
que está bueno cuando soltas el control... ehh… suceden otras cosas (Feriante 1, comunicación
personal, 8 de abril de 2022).
En cuanto a las relaciones económicas
estas se inscriben en una trama social significativa, asociada a la producción
e intercambio de saberes, y a la construcción de redes vinculares: “Partimos de asumir que todos tenemos
sabidurías y conocimientos necesarios para crear juntxs
otras formas de relaciones económicas y sociales a partir de nuestras
experiencias y caminos recorridos” (Documento Colectivo de la Feria “El
Fuego”, 2019). Se plantea la “humanización” de las formas económicas, lo cual
implica poner de relieve entramados de cooperación y afectividad, de respeto y
confianza. Valores que hacen prevalecer la reciprocidad en la creación de lo
común, y generan una base para tramitar en compañía, miedos, inseguridades,
pérdidas o expectativas sociales:
…Y eso después de mucho
esfuerzo se fue logrando como que… porque hay como una identidad, por ejemplo,
no sé… había una persona que hacia
amigurumis, que son esos muñequitos
tejidos, que estaban hermoso y todo, pero por ejemplo le ponía Boca
o River en la… en los estampados en los tejidos.
Entonces, bueno fue un poco ir charlando, de decir este tipo de cosas por ahí
estaría bueno generar otro tipo de creatividad, que no sea siempre lo
hegemónico o lo seguro, que vos por miedo pensas que
se va a vender el de Boca o River. Entonces,
como hemos ido sanando muchos miedos que todos hemos tenido a la hora de decir
bueno seamos auténticos en lo que vamos a hacer, a crear, y te puedo asegurar
que se vende mucho más que… y surgen cosas nuevas, incluso por ejemplo a esa
persona le surgieron personajes nuevos. Está animándose a hacer otra cosa,
todas esas cosas que te digo que parecen…se han ido dando durante las asambleas
y en las charlas, con sentimiento digamos (Feriante 1, comunicación personal, 8
de abril de 2022).
Es decir, las relaciones económicas tienen
una base material, pero también axiológica, asociada a principios que
cuestionan el individualismo y pretenden erigir criterios relacionales
alternativos. Adicionalmente, estos principios operan en términos
organizativos, en la tramitación de los vínculos y en la producción de
subjetividades. De allí que las dimensiones política y económica lejos de
presentarse como compartimentos estancos se reconectan y dialogan con las
estrategias reproductivas que hacen del trabajo una noción ampliada. La
economía se vuelve política y la política deviene práctica. En términos analíticos tal ontología relacional (Escobar,
2015) desafía dualismos que están instalados como parte de la especialización
de los campos disciplinares, y ello supone asumir un abordaje desfragmentado de
la realidad y ejercitar un sentido de totalidad. En palabras de Gutiérrez
Aguilar y Salazar Lohman (2019, p. 29): “…de lo que
se trata es de mostrar que ambas esferas hacen parte de un mismo proceso
reproductivo social, contradictorio, cercado y confrontado con la crematística,
esto es, con los procesos de acumulación de capital —que son a los que suele
calificarse como ‘económicos’—”.
De hecho, estos sentidos se construyen en
pugna con otras nociones vinculadas a las necesidades de subsistencia, la venta
como un fin en sí mismo o a la presencia de feriantes que por el carácter
itinerante de sus trabajos integran múltiples espacios que no necesariamente
comparten formas cooperativas.
Por otra parte, la economía social aparece
como un universo heterogéneo con diversas visiones y motivaciones, más o menos
explícitas, que asocian estas actividades al emprendedurismo, el autoempleo,
el artesanado, los “trabajos inventados” / de sostén, o bien, la posibilidad de
hacer del propio trabajo una acción militante que colabore con la
autorrealización, mientras subyace un cuestionamiento a lo existente (el
trabajo como sacrificio/imposición social y/o familiar/la dependencia laboral,
etc.).
De allí que la Feria se conceptualice a sí
misma como un espacio de “economía social-economías en construcción”, puesto
que la coexistencia de miradas obliga a una revisión permanente y a una
actualización constante de los acuerdos alcanzados. Esto no quiere decir que no
intente construir un posicionamiento crítico, cuya prueba más acabada son los
acuerdos que se han logrado escriturar. Sin perjuicio de esto último, se
evidencia que su hacer concreto se encuentra impactado por múltiples
interpelaciones. Aquí se manifiesta la caracterización barroca e intersticial a
la que hace alusión Verónica Gago cuando define a las economías populares:
“estas prácticas y sus diferentes protagonistas se articulan de formas
entrecruzadas, atravesando las fronteras entre lo formal y lo informal, la
subsistencia y la acumulación, lo comunitario y los cálculos del beneficio (…)”
(Gago, Cielo y Gachet, 2018, p. 11).
En lo que respecta a la categoría trabajo, se
pone énfasis en el carácter artesanal de la producción, tanto en lo que
respecta al proceso de elaboración, como a las significaciones que integran lo
producido. Esta opción reviste un posicionamiento político-ideológico. Puesto
que el trabajo artesanal y/o manual es definido como aquel “con identidad cultural y sin explotación” (Documento Colectivo de
la Feria “El Fuego”, 2019). “(…) que la gente vea lo que es el trabajo del
artesano. No es trabajo en negro o esclavo”
Bueno era un poco eso y el
dilema que se presenta es que en realidad todos estamos dentro de ese mismo
sistema y el que hace un cuaderno artesanal logra un producto con mayor
identidad pero es muy difícil de salir de comprar la materia prima en un
mercado concentrado, y entonces era ahí un poco trabajar esa …bueno ¿Cómo
hacemos? y asumiendo que eso si es real, había como un deseo de decir bueno no
renunciemos a ese sueño porque es muy complejo, sino intentemos consolidarnos
como un colectivo que se junta con otro colectivo para poder comprarle de
repente a las cooperativas…Y yo lo digo, me encanta pero realmente que no
pudimos; como que es muy compleja la organización y el cambio interno
también que hay que hacer porque atrás de cada uno de esos proyectos sean más
alternativos o menos alternativos, está la subsistencia de familias y todo lo
que eso implica ¿no? (Informante clave 1, comunicación personal, 8 de
septiembre de 2021).
También demuestra que este tipo de
experiencias deben recurrir a un análisis económico convencional (costos,
precio de venta, potenciales compradores) que las posiciona como parte de
circuitos concentrados, lo cual hace que las formas de explotación y/o
dependencia no respondan a la clásica contradicción capital/trabajo asalariado,
aunque continúen presentes bajo otros ropajes.
Quienes participan de la feria y destacan el
carácter artesanal de sus labores definen el trabajo en términos subjetivos y
también simbólicos. Esta conceptualización dialoga con las nociones de trabajo
vivo/trabajo concreto en sintonía con una conceptualización no economicista del
valor de uso, al tiempo que delinea sus contornos, ya que en sus relatos las
personas entrevistadas instituyen sentidos acerca del mundo socio-laboral, en
oposición y/o negociación, con las concepciones socialmente legitimadas.
A diferencia de la fuerza de trabajo
abstracto, el/la feriante decide qué hacer, cómo hacerlo, puede dar cuenta de
todo el proceso, ya que participa activamente del mismo y conoce las
condiciones en las que se ejecuta, así como la forma de distribución y el
destino de lo producido. Estas circunstancias también integran las
significaciones asociadas al trabajo autogestivo.
Tales actividades son referidas por los y las feriantes como parte constitutiva
de su diario hacer y de procesos que tienen una historia, un mensaje y una
razón de ser:
Perdón, yo no me presenté
porque estaba ahí cocinando. Yo hago juguetes y es como un tema romper. Yo, por
ejemplo, tengo hace un montón, pero recién este año yo estoy cómoda. Porque yo
no hago Mickey Mouse, yo hago juguetes tejidos. Es por los muñequitos que hago,
no hago Mickey Mouse. No sé, a mí me gusta, hago animales. Los animales que
hago están buenos, pero el tema es… Camille dijo algo que para mí es genial,
primero hay que…como ser agresivo con uno mismo…cambiar dentro… (Feriante 4,
Jornada de Formación, 2017).
Es por ello que lo que se hace no puede ser
escindido de la persona que lo crea y eso se presenta como un valor, pero
también reviste un riesgo, ya que exponer lo producido implica exponer(se):
De tal forma que cabría hablar mejor de
trabajo en sus caras objetiva y subjetiva con un producto objetivado, pero al
que muchas veces, como en la producción inmaterial, no es posible separar ni
siquiera en dimensiones objetiva y subjetiva, ni del acto mismo de creación.
(De la Garza Toledo, 2009, p. 119)
Por otra parte, el ritmo de la producción se
superpone con el ritmo de la vida, puesto que por lo general se produce en el
espacio doméstico. Para ello, y cuando las condiciones objetivas lo permiten,
se definen lugares y horarios, mientras que en otras circunstancias los tiempos
y actividades se superponen. Incluso la Feria se vuelve una topografía en la
que las tareas de cuidado y las de ventas suceden de manera simultánea y
solapada, particularmente en el caso de las feriantes o las parejas de feriantes.
Así, el tiempo deja de ser una unidad de medida homogénea para pasar a ser una
temporalidad múltiple compuesta de ritmos y ciclos con continuidades y
alternancias que pone en tensión la rígida división entre trabajo productivo y
reproductivo. A partir de estas caracterizaciones podemos comenzar a
dimensionar los alcances del trabajo como relación social ampliada:
…la especificidad de cada
trabajo no proviene de las características del objeto, ni de las actividades
mismas, ni del tipo de producto, sino de la articulación de este proceso de
producir con determinadas relaciones sociales amplias, con relaciones
económicas, de poder, de interés, de influencia, culturales. (De la Garza
Toledo, 2009, p. 122)
Para fortalecer sus sentidos más
“disruptivos” o “militantes” la Feria propone un proceso de socialización
política que pretende amalgamar sus objetivos y romper con la idea de que ésta
se reduce a un espacio de producción y de venta. Para ello la asamblea deviene
un dispositivo participativo democrático y horizontal, en el que no sólo se
discuten cuestiones logísticas u operativas, sino las formas de relacionamiento
entre compañeros/as. Con esa intención, se pretenden desmontar prácticas
patriarcales, promoviendo los derechos humanos y la perspectiva de género, así
como discutir los mensajes que circulan en la feria desde su musicalización
hasta los objetos que se ofrecen. Estas directrices pretenden fortalecer la
identidad del colectivo, pero también son motivo de conflictividad interna. Es
que, el debate trae consigo una problematización sobre el tiempo
productivo/improductivo. La temporalidad de la Feria incluye momentos para el
intercambio, la escucha y la definición de acuerdos que se han escriturado en
un “documento vivo”. Sin embargo, ese espacio-tiempo suele colisionar con una
concepción del tiempo vital atravesado por la urgencia, la rutina o el hacer
irreflexivo.
Es por ello, que tanto los logros como los
desafíos grupales forman parte de un camino siempre sinuoso e inacabado, capaz
de poner en cuestión corrientes teóricas que conciben el carácter solidario de
estas experiencias como una condición que se despliega ex ante, o a la horizontalidad como un principio organizativo que
puede “aplicarse” de una vez y para siempre, desconociendo que la sociabilidad
dominante permea estos procesos. Hernán Ouviña (2020)
al referir al neoliberalismo asegura que la razón neoliberal no implica “puro
mercantilismo, sino que es también productora de un cierto ‘conformismo’, de
determinadas maneras de vivir, subjetivar y reproducir un sentido de orden” (p.
260).
La
dimensión político-organizativa de la Feria reviste una arista
instituyente, ya que la misma, de manera autogestiva
y mediante una iniciativa de auto-determinación (Gutiérrez Aguilar y Salazar Lohman, 2019), genera una serie de dispositivos, entre
ellos podemos mencionar a la asamblea, a las “reuniones de bienvenida” y al
fondo común”. En cuanto a la asamblea, la misma se constituye como un espacio
organizativo, deliberativo y operativo donde participan en igualdad de
condiciones tanto las docentes universitarias que promueven el proyecto como
los/las feriantes. Es el mecanismo que permite un intercambio horizontal,
aunque la “lógica colectiva de la representación y la lógica colectiva de la
multiplicidad” (Calloway, 2016, p. 28) por momentos
se superponen, puesto que las decisiones colectivas ponen en jaque la idea
instalada de autoridad y su correlato personalista. En lo que respecta a la
“reunión de bienvenida” es un encuentro que se realiza generalmente un día
antes del armado de la Feria y tiene como propósito incorporar nuevos/as
feriantes no sin antes transmitir aquellos valores y acuerdos que se han
definido colectivamente. De hecho, el “fondo común” se sustenta en un principio
de confianza que implica sumar aportes monetarios por parte de aquellos/as
integrantes que están en condiciones de contribuir a su conformación y permite
tanto hacer frente a gastos corrientes como sostener a aquellos/as
compañeros/as que eventualmente necesiten asistencia para participar del
evento. Como es posible advertir estos dispositivos dan forma a la dinámica
interna de la Feria con el propósito de modelar una nueva sociabilidad; aquello
que Bolívar Echeverría (1997) conceptualiza como lo político y lo ubica en el
terreno de la cotidianeidad. En la Feria dicha dinámica se dirime entre lo político- ideológico -“
En esta clave, Alicia Gutiérrez referencia dicha praxis en términos de
conservación y regeneración de vínculos sociales, reconectando la gestión
política y la reproducción social, lo cual opera pedagógicamente pretendiendo
construir nuevas subjetividades que hagan de contrapunto frente a las lógicas
individualistas, productivistas, hetero-patriarcales y de gubernamentalidad
que van configurando nuestras prácticas cotidianas:
Los seres humanos
necesitamos satisfacer necesidades materiales e inmateriales y para eso
producimos riqueza social —valores de uso— al mismo tiempo que vamos entablando
un conjunto de relaciones para gestionar la vida colectiva: gestionamos para
producir (entre otras cosas más) y producimos para gestionar (entre otras cosas
más); y así nos reproducimos en tanto especie, en tanto colectivos y en tanto
particulares (Gutiérrez Aguilar y Salazar Lohman,
2019, p. 26).
A partir de la indagación realizada
entendemos que la Feria funciona como lugar-laboratorio que en tanto espacio
común-experimental-dinámico-diverso tiene como
Conclusiones
A lo largo de estas
páginas recuperamos las coordenadas del pensamiento crítico para revisar
presupuestos de la economía neoclásica y ampliar los alcances de las relaciones
económicas y su redefinición, en tanto conjunto de prácticas orientadas a la
reproducción de la vida. Prácticas económicas y extraeconómicas que no existen
al margen de las lógicas instituidas, aunque pretenden cuestionar la idea que
asocia restrictivamente las formas y procesos económicos a la exclusiva
valorización del capital. En esa clave,
nuestra intención fue actualizar las discusiones acerca del trabajo y sus
dimensiones objetivas, subjetivas y simbólicas, sin desestimar las implicancias
socio-históricas del fenómeno en América Latina. Es decir, recuperar “la
ontología singularmente humana del trabajo”, lo cual implica incluir
analíticamente su carácter social y contextual que no puede ser desvinculado de
sus condiciones epocales, aún en escalas menores.
Adicionalmente, abordamos críticamente la idea de lo político y pensamos la políticidad de nuestro caso de estudio desde su hacer
cotidiano y la capacidad instituyente de sus dispositivos y principios
organizativos. De hecho, los mismos tienen como horizonte dar forma a una nueva
sociabilidad, rescatando la capacidad de decisión y determinación de lo común,
generalmente expropiada por “la gran política”. Así, la producción y gestión
para la reproducción de la vida son parte de un proceso integrado, aunque
pretendidamente desmembrado por la ciencia moderna y sus constructos
epistémicos. Afirmación que articula la praxis política con sus implicancias
epistemológicas. Tal desafío redunda en la necesidad de revisar la producción
de conocimiento, así como los contenidos disciplinares que se presentan como válidos
y susceptibles de ser transmitidos en los espacios de enseñanza-aprendizaje. En
ese sentido, las economías populares se presentan como experiencias que
redefinen los contornos erigidos entre la producción (trabajo) y la
reproducción social (entendida como no trabajo); entre lo privado, lo público y
lo común; entre el conocimiento validado y los saberes emergentes. No obstante,
lo hacen en tensión, en negociación y en los intersticios del capital (Gago,
Cielo y Gachet, 2018). Es por ello que el caso de la
Feria El Fuego permite problematizar de manera situada estos procesos para
reconocer sus límites y potencialidades, indagando en torno a un universo que
se encuentra en construcción, al tiempo que es objeto de múltiples disputas.
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[1] Identificador persistente
ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25250841/7cozke5ry
[2] FCEJS/CPC "Pedro Paz"/UNSL
Villa Mercedes, San Luis.
https://orcid.org/0000-0003-2297-7034
mbrolfi@gmail.com
[5] PROIPRO N° 15-1520: “Economía Social y Trabajo. La experiencia de
la Feria ‘El Fuego’ de la ciudad de San Luis” (2020-2022). Directora: Dra.
María Belén Rolfi. Financiado por la Secretaria de
Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de San Luis (Res. C. S.
138/20).
[6] Siguiendo a Stake, “el estudio de caso es el estudio de la
particularidad y de la complejidad de un caso singular para llegar a comprender
su actividad en circunstancias importantes” (2007, p. 11). En ese sentido, la
Feria “El Fuego” reviste un interés intrínseco, teniendo en cuenta su ámbito de
surgimiento (UNSL) y su modalidad organizativa. No obstante, su análisis
habilita la problematización de categorías teóricas con implicancias
político-epistemológicas que se conectan con fenómenos más amplios.
[7] Esta afirmación
no desconoce las transformaciones acontecidas en la dinámica del mercado
laboral argentino, sobre todo, en la primera etapa de la experiencia política
kirchnerista. El desempleo en nuestro país descendió a un ritmo sostenido
desde el segundo trimestre de 2003 hasta el mismo trimestre de 2006. Mientras
que el empleo mostró un crecimiento constante entre 2002 y 2011, interrumpido
sólo por la crisis financiera internacional en 2008/2009. Cabe aclarar que
luego de ese período se inaugura una etapa de estancamiento, ya que no se
generaron nuevos puestos de trabajo y los coyunturalmente recuperados dependieron de los ciclos sistémicos
(https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-SerieHistorica-4-31-58).
[8] El nombre
propio de la Feria ha sido reemplazado por una designación de fantasía para
preservar información sensible. Es por el mismo motivo que tampoco se consignan
las direcciones de las páginas web consultadas que refieren al colectivo.
[9] Este Centro es
un ámbito académico- político de intercambio entre Universidad y Comunidad. Su
propósito es fomentar el diálogo entre los saberes académicos y populares para
colaborar, de alguna manera, en la construcción de conocimientos válidos para
la comunidad científica y aquellos movimientos que intentan un cambio social.
En el CPPSC se desarrollan varias líneas estratégicas que hacen a su accionar:
Educación y Formación; Género; Comunicación y Arte; Salud y Economía Social y
Solidaria.” Disponible en: https://cppscunsl.wixsite.com/cppsc-unsl/el-centro
[10] A
lo largo del artículo usaremos la “x” para evitar el lenguaje sexista en
aquellos párrafos donde se incluyan citas textuales de los y las feriantes,
respetando el modo en que la propia Feria ha consensuado su uso al momento de
producir documentos escritos.
[11] Para Dussel la
vida es el principio material fundamental de toda ética. La validez de una
norma ética está dada por su capacidad de participar en la reproducción de la
vida (Infranca, 2022). Coincidentemente, Hinkelammert y Mora (2001) sostienen el imperativo ético de
una economía orientada hacia la vida. Retoman y complejizan la crítica a la
economía política de Marx a partir de los siguientes ejes: el ser humano
corporal, natural y viviente como sujeto necesitado (necesidades materiales,
culturales y espirituales) y la vida como fundamento ético de la economía.
[12] La pretendida
universalidad de los hechos económicos y de los sujetos que los encarnan se
esconde tras una concepción androcéntrica, heteropatriarcal
e instrumental (en términos de la interacción metabólica entre
sociedad-naturaleza) que organiza las relaciones dominantes de producción y de
reproducción social.
[13] El énfasis es
del autor.
[14] Según Bolívar Echeverría
(1997) lo político es una condición
eminentemente humana y la define como “la capacidad
de decidir sobre los asuntos de la vida en sociedad, de fundar y alterar la
legalidad que rige la convivencia humana, de tener a la socialidad
(sic) de la vida humana como una substancia a la que se le puede dar forma”
(p. 11).