Las economías sociales y populares como experiencias de intercambio, trabajo y socialización política. El caso de una feria de comercio artesanal de la ciudad de San Luis (Argentina)[1]

The social and popular economies as experiences of exchange, work, and political socialization. The case of a fair in the city of San Luis (Argentina)

 

María Belén Rolfi[2]

María Soledad Gaiani[3]

Claudia Alejandra Gil[4]

 

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-No hay restricciones adicionales 4.0 (CC BY-NC 4.0)

 

“es necesario también tomar para uno la responsabilidad como ser vivo y luchar por la reapropiación de las potencias de creación y de cooperación, y por la construcción de lo común que depende de ella”. 

Rolnik, 2019

 

 

 

 

Resumen

Este artículo se inscribe en una investigación más amplia[5] que aborda, a partir de la dinámica de una feria artesanal radicada en la ciudad de San Luis (Argentina), las relaciones, cruces y tensiones entre las economías sociales y el mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo. En ese marco, proponemos un análisis teórico-interpretativo en el que se problematizan tres dimensiones que han emergido de las sucesivas aproximaciones a la feria “El Fuego” como objeto de reflexión. Nos referimos a las formas-relaciones económicas en tanto prácticas sociales; al trabajo como fenómeno sociológico multiforme e históricamente determinado y a las relaciones político-organizativas que desbordan y resignifican los circuitos de producción y venta de este colectivo. Sostenemos que las experiencias de economía social y popular redefinen la idea de trabajo y amplían su alcance en términos simbólicos y subjetivos, mientras interpelan las divisiones binarias entre producción y reproducción social. La estrategia metodológica empleada es cualitativa e incluye el análisis crítico de un conjunto de producciones teóricas en diálogo con fuentes primarias y secundarias, cuyo procesamiento se encuentra en desarrollo.

Palabras clave: Economías populares; Formas-relaciones económicas; Trabajo ampliado; Procesos político-organizativos

 

Abstract

This article is part of a broader investigation that addresses, from the dynamics of a craft fair located in the city of San Luis (Argentina), the relationships, intersections and tensions between social economies and the world of work in capitalism. contemporary. Within this framework, we propose a theoretical-interpretative analysis in which three dimensions that have emerged in successive approaches to the "El Fuego" fair as an object of reflection are problematized. We are referring to economic forms-relationships as social practices; to work as a multiform and historically determined sociological phenomenon and to the political-organizational relations that go beyond and give new meaning to the production and sale circuits of this group. We maintain that the experiences of social and popular economy redefine the idea of ​​work and broaden its scope in symbolic and subjective terms, while challenging the binary divisions between production and social reproduction. We follow a qualitative methodology that includes the critical analysis of a set of theoretical productions in dialogue with primary and secondary sources, whose processing is under development.

Keywords: Popular economies; Economic forms-relationships; Expanded work; Political-organizational processes

 

Introducción

El objetivo general de nuestra investigación radica en analizar desde una perspectiva multidimensional las relaciones, cruces y tensiones entre las economías sociales y el mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo. Para hacerlo tomamos como referente empírico a una Feria artesanal de comercio urbano, radicada en la ciudad de San Luis. Asumimos un posicionamiento epistemológico en el que las estructuras y prácticas sociales se entrelazan dinámica y conflictivamente con procesos globales que impactan en los territorios de manera específica. En esa clave, nos preguntamos cómo se configura la Feria en tanto experiencia de reproducción económica, política y social; problematizamos acerca de sus relaciones de producción, de circulación y de consumo; indagamos en sus tramas organizativas para reconocer la diversificación de lo político, así como los sentidos que los y las feriantes construyen sobre el trabajo y su trabajo en la Feria.

En términos metodológicos recurrimos a una estrategia cualitativa que considera al estudio de caso sociológico en una doble acepción: como estrategia de investigación (Neiman y Quaranta, 2006) y como operatoria de análisis de datos (Avalle, 2022)[6]. Para ello se apeló a la triangulación de fuentes teóricas y técnicas. Estas últimas incluyeron análisis documentales, observaciones directas y entrevistas semi-estructuradas, así como el seguimiento y registro del contenido producido por la Feria en sus redes sociales.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, en lo que sigue proponemos un recorrido analítico basado en la siguiente estrategia argumentativa: problematizamos el concepto clásico de economía y sus consecuencias en términos materiales e ideológicos; abordamos la noción de trabajo desde una perspectiva amplia e indagamos su impacto conforme la experiencia histórica latinoamericana; introducimos un concepción crítica sobre lo político en términos de afectación cotidiana; finalmente nos valemos de tal contexto conceptual para analizar cómo se articulan en la Feria “El Fuego” tres dimensiones que sistematizamos siguiendo un razonamiento abductivo: sus relaciones económicas, sus relaciones de trabajo y su entramado político-organizativo. Concluimos que la Feria, en tanto parte del fenómeno de las economías populares, se presenta como una experiencia que redefine los contornos erigidos entre la producción (trabajo) y la reproducción social (entendida como no trabajo); entre lo privado, lo público y lo común; entre el conocimiento validado y los saberes emergentes. No obstante, lo hace en tensión, en negociación y en los intersticios del capital.

 

La Feria “El Fuego”. Escenario contextual y principales características

En términos amplios, el contexto general en el que se inscriben estas experiencias se dirime entre la crisis y la creatividad social. Suponen un arco diverso de casos nacionales y regionales que responden al agotamiento de una matriz de acumulación incompleta, aunque extendida, que apeló a una dinámica “distribucionista” e “incluyente” (Torrado, 2010), basada en una estrategia de industrialización sustitutiva, erigida en torno a políticas estatales activas y ampliatorias de derechos. Sin embargo, promediando la década del setenta, aquellas sociedades salariales relativamente estables fueron desmanteladas por dictaduras cívico-eclesiástico-militares. Proceso que terminó de configurarse con la consolidación de democracias instrumentalizadas por élites nacionales e internacionales (Hinkelammert, 1988). La hegemonía neoliberal en todo América Latina, y particularmente en Argentina, se manifestó como un proyecto político de clase (Harvey, 2007) que tendió a reformular las relaciones entre capital y trabajo, a favor de un sostenido proceso de financiarización económica.

Pese a la redefinición finisecular progresista de parte del mapa político latinoamericano, emergente de las acciones de protesta e impugnación al modelo aperturista, el mundo laboral formal continuó siendo excluyente, condición que impactó en una parte importante de la población económicamente activa, en especial en mujeres jóvenes y migrantes. Escenario que se vio agravado durante la pandemia del COVID 19[7] (OIT, 2022).

En lo que respecta a la provincia de San Luis, el capital privado no es hoy el principal oferente de puestos de trabajo registrado. Esta situación se inscribe en una trayectoria de más largo aliento. Históricamente esta jurisdicción se caracterizó por presentar una matriz productiva agrícola-ganadera que se vio notoriamente transformada en la década del ochenta del siglo XX, luego de la implementación de un régimen de promoción industrial basado en incentivos fiscales que benefició a un núcleo reducido de unidades productivas, sin configurar un empresariado local que garantizara la inserción laboral de la población nativa. Más recientemente, en la primera década del entrante siglo, con el decaimiento de la promoción industrial y las mutaciones del sector agropecuario a escala nacional, sucederá una nueva reconversión de su perfil productivo. Sumado a ello, desde el año 2003 y frente al crecimiento sostenido del desempleo, el Estado provincial destina una importante proporción de su presupuesto al sostenimiento de una política masiva denominada Plan de Inclusión Social “Trabajo por San Luís” (Ley 5373). El mismo prevé una contribución económica a todos los habitantes de la provincia que se encuentren desocupados/as. Pese al alcance de esta intervención pública, tanto el salario medio, como la distribución del ingreso provincial, presentan valores más desfavorables que los de la media nacional (Olguín, Vilchez y Rodríguez, 2011).

Ante este escenario han surgido diversos modos de reproducción económica, política y social que ponen en tensión las formas dominantes de producción, comercialización y generación de tramas vinculares. En algunos casos como el recurso más próximo para la resolución de las urgencias materiales que interpelan la cotidianeidad de individuos y familias, y en otros, como parte de un posicionamiento político-ideológico crítico y/o alternativo.

Como primera aproximación a nuestro objeto de estudio, la Feria en cuestión lleva por nombre “El Fuego”[8]. Fue creada en 2016 como parte de un proyecto más amplio en el ámbito de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis, lo cual le imprime a este caso una especial relevancia institucional. Integra la línea estratégica de Economía Social y Solidaria del Centro de Prácticas Pedagógicas y Socio-Comunitarias (CPPSC)[9]. Puede ser conceptualizada en el marco de las ferias comerciales urbanas. Busso (2006) las define como lugares de trabajo (difundidos, difusos y conflictivos), pero también como espacios de interacción social, de encuentros y socialización. Por su parte, sus integrantes se conciben como “un colectivo participativo y de colaboración activa, democrático, autogestionado y de adhesión libre, sin distinción de género, nacionalidad ni credo” (Sitio Web de la Feria “El Fuego”). Se encuentra integrada por “pequeños productores de plantas y semillas, de alimentos, artesanías y manualidades; promotorxs[10] culturales; cooperativas y organizaciones sociales de sectores populares que deseen participar en la construcción de la economía social y solidaria; intermediarios y facilitadores de la Economía Social y Solidaria (ESyS) bajo las pautas del comercio justo” (Documento Colectivo de la Feria “El Fuego”, 2019).  

Originalmente, tenía lugar una vez a la semana, cada jueves, en la explanada del edificio del rectorado de la UNSL. Como consecuencia de las restricciones impuestas por el contexto de pandemia, debió rearticularse. En el momento más álgido del confinamiento, la misma dejó de funcionar tal como había sido concebida, aunque dicha inactividad fue compensada con la puesta en marcha de una trama solidaria preexistente que acompañó situaciones de emergencia que vivenciaron feriantes, mientras atendieron la demanda de referentes de organizaciones sociales que habían formado parte intermitentemente de este espacio. En la actualidad el colectivo volvió a “feriar” con regularidad, sosteniendo los encuentros de los días jueves, sumando uno más a su itinerario, siempre las dos primeras semanas de cada mes. 

 

El imperialismo económico como ideología. Las relaciones económicas y el mundo social            

Para problematizar sobre los alcances del discurso económico hegemónico, apelamos a un prisma analítico multidisciplinar que pretende poner en cuestión aquel imperialismo económico que reduce dicho campo de conocimiento a un constructo aparentemente formal, aunque repleto de supuestos etnocéntricos:

La ciencia que llamamos “economía” descansa en una abstracción originaria, consistente en disociar una categoría particular de prácticas –o una dimensión particular de cualquier práctica– del orden social en la que está inmersa toda práctica humana (…) obliga –aun cuando, por las necesidades de conocimiento, estemos constreñidos a tratarlas de este modo– a pensar cualquier práctica, empezando por aquella que se da, de la manera más evidente y más estricta, por ‘económica’, como un ‘hecho social total, en el sentido de Marcel Mauss. (Bourdieu, 2000, p. 17).

Con tal intención retomamos los aportes polanyianos en torno a la economía sustantiva y sus implicancias en términos político-culturales. Polanyi (2007) propone un enfoque múltiple donde involucra a la historia, la antropología y la teoría social; un recorrido por diferentes modos de organización y reproducción de la vida, con la intención de demostrar que la economía de mercado no es el único principio ordenador de las relaciones sociales en el devenir de la humanidad; al tiempo que problematiza sobre las implicancias de esta perspectiva en cuanto ideología: “nuestra tesis es que la idea de un mercado autorregulado implica una utopía total. Tal institución no podría existir durante largo tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad; habría destruido físicamente al hombre y transformado su ambiente en un desierto” (Polanyi, 2007, p. 28).

Desde el punto de vista epistémico, tales afirmaciones inscriben a s relaciones económicas en su contexto socio-histórico de emergencia, lo cual requiere para su análisis de una mirada integral y transdisciplinar que desafía las tendencias a la fragmentación y abstracción que han acompañado al pensamiento económico ortodoxo. De allí que podamos también recuperar aspectos de la perspectiva plural de la economía, en cuanto a la centralidad que en ésta asume la reproducción de la vida ante el principio rector instrumentalista que orienta la reproducción del capital en la economía neoclásica. Afirmación que cobra fuerza y sentido político-crítico de la mano de las economías feministas. Estas corrientes cuestionan la idea de que exista una única racionalidad al momento de tramitar los intercambios (aquella que se dirige a maximizar utilidades). Mientras redefinen el lugar y el sentido de las formas económicas al enraizarlas socialmente bajo un posicionamiento ético-político explícito, cuya  preocupación no está en la perfecta asignación, sino en la mejor provisión para sostener y reproducir la vida” (Rodríguez Enríquez, 2015, p. 32)[11].

En el mismo sentido, Polanyi asegura que la economía “está incrustada y enredada en instituciones económicas y no económicas” (Polanyi, 1976, p. 161, citado en Demonte, 2015, p. 78). Como hemos señalado, esta tradición de pensamiento responde a una perspectiva sustantiva, mientras que el enfoque formalista se circunscribe al principio de escasez. Tal condicionamiento operaría en el marco de un sistema de necesidades ilimitadas que encuentra un principio de resolución en el despliegue de comportamientos sociales “universales”[12] maximizadores y racionalizadores de recursos. Esto último “sería aplicable a economías con mercados formadores de precios mientras que el [significado] sustantivo comprende las formas del ‘intercambio con el medio ambiente natural y social’” (Polanyi, 1976, p. 155 citado en Demonte, 2015, p. 78). No obstante, nos parece importante destacar que en el marco de sistemas económicos capitalistas -sobre todo en su periferia- coexisten en situación de subordinación experiencias que se dirimen entre ambos principios de integración y patrones institucionales. De modo tal, que estas distinciones analíticas, en los casos concretos, se combinan de maneras específicas y hasta aparentemente contradictorias. En palabras de Quijano (1998):

En las condiciones tendenciales del capital, y de la distribución geosocial de sus beneficios y de sus desventajas, la mano de obra disponible, sobre todo en el “tercer mundo”, está en una peculiar situación: no puede sobrevivir solamente según las normas del capital; ni puede todavía separarse y aislarse de ellas. Requiere aprender en una práctica no siempre ni necesariamente consciente, cómo servirse de ambas, en las proporciones que las situaciones y posibilidades concretas permitan o exijan (p. 233).

Ante este ejercicio reconceptualizador nos preguntamos sobre el trabajo y sus alcances. En tal sentido, ¿Es el mismo una actividad humana constitutiva, o es un producto modelado al calor del capitalismo en tanto sistema de dominación múltiple? ¿Puede pensarse como una combinación de ambas caracterizaciones? Y si es así ¿cómo opera en el marco de una experiencia concreta que se presenta a sí misma como una Feria de “economía social en construcción”?

 

Las formas del trabajo. Sentidos, trayectorias y perspectivas

El trabajo moderno ha devenido una noción central a la hora de pensar modelos de organización social extendidos. “En tanto fuerza de trabajo, aparece como un producto del capitalismo, es decir, de las relaciones de producción que son la peculiaridad de la sociedad burguesa” (Rieznik, 2007, p. 13). Sin embargo, el trabajo como dimensión humana constitutiva excede dicha condición, al tiempo que devela que “el capitalismo se construye como tal haciendo de la potencia del trabajo una configuración societal específica” (Rieznik, 2007, p. 13). En el capítulo V (Sección Tercera) del Libro I (Vol. I) de El Capital, Marx diferencia entre el proceso de trabajo y el de valorización capitalista. Sobre el primero asegura que: la producción de valores de uso, o bienes, no modifica su naturaleza general por el hecho de efectuarse para el capitalista y bajo su fiscalización. De ahí que en un comienzo debamos investigar el proceso de trabajo prescindiendo de la forma social determinada que asuma”(Marx, 2009, p. 215)[13].

Siguiendo tal perspectiva, el trabajo, según Marx, es un proceso que media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza, deviniendo así, una actividad humana fundamental, ya que, en su desarrollo, las personas no sólo transforman su medio, sino que se transforman a sí mismas. Antunes reconoce en esta dialéctica “la ontología singularmente humana del trabajo” (2005, p. 6).

Mientras que Enrique Dussel (1994), a partir del análisis de los Grundrisse (notas dispersas, pero fundamentales para comprender la crítica marxista a la economía política) asegura:

…El momento fundamental del desarrollo dialéctico de Marx, no es otro que el del "trabajo vivo" como exterioridad, que es subsumido por el contrato de trabajo asalariado en el capital, incorporado a la esencia del capital como una determinación interna, debería ser definido como la contradicción absoluta (desde la anterioridad de la exterioridad) al capital como totalidad constituida por solo trabajo objetivado. Es por ello que el "trabajo vivo" es el trabajo real como subjetividad, como la persona del trabajador en su posición de lo absolutamente contradictorio en el capital en cuanto tal (p. 207).

Sin embargo, el trabajo como dimensión antropológica no resulta una práctica dislocada de sus coordenadas espacio-temporales. Es, por el contrario, un fenómeno densamente histórico. De hecho, siguiendo a Dussel, es posible reconstruir la historicidad de este término aún no determinado, siguiendo el rastro “de los modos de apropiación del trabajo y de la subjetividad del trabajador por parte del sistema dominante de la época en cuestión” (Infranca, 2022, párr.3) Bajo estas premisas el trabajo moderno asume características distintivas, aunque en el marco del régimen capitalista, es su pretendida (in)especificidad la que le imprime un carácter definitorio. La subjetividad que trabaja y crea valor se convierte simplemente en tiempo socialmente necesario de trabajo: una medida homogénea (equivalencia general) capaz de producir bienes intercambiables (mercancías). Tal transmutación termina por cosificar las relaciones sociales de producción, mientras “anima” -infunde vida- al mundo objetual. No obstante, este proceso aparentemente natural, e incluso universal, resulta profundamente violento y expropiatorio y ha asumido formas específicas, conforme la propia geografía social del capital. Este es el caso de América Latina y el Caribe, cuyas discontinuidades y coexistencias temporales hacen a la heterogeneidad histórico-estructural de nuestros territorios (Quijano, 2000) y al abigarramiento de sus formaciones sociales y económicas concretas (Zavaleta, 2009).

La geografía social del capital y la cuestión del trabajo en América Latina

El devenir histórico del trabajo ha acompañado las transformaciones en la forma social de acumulación del capital. Claro que la implantación capitalista en América Latina y el Caribe, ha sido colonial y eurocentrada; características que hacen de la dependencia estructural una variable explicativa ineludible. Las relaciones de trabajo en estas latitudes no respondieron en sus orígenes ni en la actualidad a un patrón industrializador homogeneizante capaz de convertir a los productores libres en mano de obra asalariada. Sin embargo, la centralidad de nuestro espacio-tiempo es tal que el costado sacrificial de la modernidad (Dussel, 1992) reveló en esta parte de la geografía mundial una sistemática expropiación de riquezas, cuerpos y territorios que alentaron la reproducción ampliada del capital en el viejo continente. Según Quijano (2000), la geografía social del capital en América Latina y el Caribe hizo que las relaciones no asalariadas como la servidumbre, la esclavitud, la reciprocidad y la pequeña producción mercantil fueran subordinadas a la lógica del capital, pero no por ello desaparecieron -y aun hoy continúan vigentes- como parte de una simultaneidad articulada sin confluencia plena que no reeditó formas pretéritas, sino histórica y sociológicamente nuevas:

[Esto] quiere decir que el trabajo asalariado no es el único sujeto antagonista o alternativo al capital, aunque sí el central dada su centralidad en la configuración global del capitalismo. Esa centralidad fue sin duda mucho más visible hasta la crisis de los años setenta. Pero si avanza el proceso de declinación del trabajo asalariado en las puntas tecnológicamente más avanzadas de la estructura mundial de acumulación, así como la re-expansión de las otras formas de trabajo ¿qué ocurre con la centralidad del trabajo asalariado en la confrontación del trabajo con el capital? ¿También está entrando en crisis? ¿Y en consecuencia es indispensable replantear las relaciones del conjunto de la fuerza de trabajo con el capital? (Quijano, 2013, p.154).

Asumiendo una perspectiva que revisita y actualiza tales discusiones, entendemos que las experiencias de economía social y popular ponen en crisis la hegemonía de las relaciones sociales salariales al correr los límites impuestos a la hora de distinguir el trabajo del no trabajo, así como la histórica separación entre las relaciones de producción y las de reproducción social. Es que, pese a la multiplicidad constitutiva de las relaciones socio-laborales en América Latina, dicho imaginario integracionista continúa teniendo efectos actuantes. En esta clave, autores como Ricardo Antunes (2005) nos invitan a asumir abiertamente la complejidad de las relaciones laborales actuales, pero al contrario de la tesis que pregonan la pérdida del significado del trabajo en la sociedad contemporánea, tenemos el desafío de comprender la nueva polisemia del trabajo, su nueva morfología, cuyo elemento más visible es el diseño multifacético.

En este punto nos preguntamos ¿de qué manera en la Feria se significa el trabajo en tanto experiencia subjetiva-vital-relacional?;¿cómo se colectiviza en el marco de este espacio de intercambio?; ¿qué instancias de oposición construyen ante la lógica del capital y cuáles terminan por imponerse como límites estructurales?

 

 

Lo político como afectación cotidiana y horizonte de sociabilidad alternativa

Asumir lo económico como práctica social y al trabajo como relación ampliada, supone adoptar una mirada articulatoria que necesariamente conecta los procesos productivos con sus determinaciones políticas. En esa clave, instamos a pensar lo político más allá de la estatalidad (“la política pura”), lo cual no implica desestimar tal noción, sino cuestionar su hegemonía analítica. La teoría política dominante ha constituido al Estado como un objeto que se erige por encima y al margen del entramado social, dando origen a una metanarrativa liberal (Somers, 1996/1997) que se actualiza sin dejar de reducir la sociedad civil a un ámbito des-politizado e individualizante. Colectivos como los analizados hacen que las fronteras construidas entre lo político (gobernantes) y lo social (gobernados) y entre lo público y lo privado se tornen porosas, habilitando nuevas problematizaciones, entre ellas la idea de autodeterminación como la capacidad de dar forma a la propia sociabilidad (Echeverría, 1997)[14], desafiando, así,  los criterios impuestos para la organización del trabajo y la vida. 

Como veremos en el análisis empírico, la Feria ha desarrollado una serie de dispositivos organizativos que podrían analizarse en esta clave y que justamente ponen a la producción/reproducción social en diálogo, pero además des-jerarquiza dicha relación, ya que permite al menos aproximarnos a prácticas que sin estar desprovistas de contradicciones se reapropian de la capacidad de “dar forma” a lo común. Lo cual implica construir vínculos y relaciones de interdependencia (sentidos que rebasan la materialidad de los objetos), aun cuando el trabajo feriante tenga un costado de fuerte individuación en lo que respecta a la producción y a la venta. Tales operaciones no necesariamente ni en todos los casos están mediadas por una conciencia discursiva o una apuesta ideológica definida. Y es justamente allí donde emerge lo político como parte constitutiva de la vida práctica y de sus afectaciones. En esta clave, lo político actúa como un magma y se vuelve ubicuo, es decir, ya no puede circunscribirse a un determinado diseño o arquitectura institucional formal: “(…) la política ya no se separa de la reproducción porque la reproducción se presenta como núcleo de la política de lo común y como principio metodológico que desplaza la preocupación de la reproducción del capital como eje de análisis” (Gago y Sztulwark, 2019, p.12).

Ahora bien, la politicidad que hace a la vida cotidiana de la feria también amplía los criterios para pensar las relaciones económicas y las relaciones de trabajo en términos autogestivos; aquello que en nuestra inmersión en el campo identificamos como “humanización de la economía”. Si bien tales formas no existen por fuera del mercado y del dinero, ser parte de la feria implica reivindicar un lugar de pertenencia, de encuentro y de afectividad. Esta última entendida no como un estado psicológico, sino en tanto parte constitutiva de prácticas sociales y culturales (Archuf, 2016), deviniendo también una dimensión que participa activamente de los marcos ampliatorios de la política.

Me parece que una dificultad es cómo medimos nuestros resultados y cómo autoevaluamos lo que estamos haciendo. Porque muchas veces se evalúa la actividad solamente con el resultado financiero, ganamos tanta plata, etc. Pero cómo todos esos actores involucrados, tienen conciencia que deben medir otra cosa. Deben medir, por ejemplo, si la actividad ha mejorado las relaciones entre hombre y mujer. Medir si la actividad ha permitido que haya más alegría, más felicidad en el trabajo colectivo. Inventar, porque no se puede generalizar cada experiencia, pero hay que inventar instrumentos de medición que permita invitar a los actores mismos el sentido y la necesidad de construir una experiencia que sea realmente alternativa al mercado. La cuestión de la felicidad colectiva, la cuestión de la aldea, la cuestión de pasar de una visión individualista a una visión colectiva, la cuestión de romper con el dictado del mercado dominante. (Chalmers, 2017, párr. 20)

Para lograrlo se torna necesario establecer lógicas organizativas, distribuir tareas y responsabilidades, es decir, estipular un régimen de autoridad que pretende ser compartido, al tiempo que obliga frente al conjunto, y se debate ante lógicas delegativas que pretenden desentenderse del hacer colectivo. Es por ello que estos principios de regulación se construyen en un proceso de negociación y ajuste permanentes. En estos movimientos también se resignifica los alcances de la democracia entendida como hacer cooperativo y horizontal y las relaciones de poder (para) en lugar del poder (sobre o contra). Nociones que están presentes en la idea de autogestión y que conectan lo social, con lo político, lo económico y lo técnico (Albuquerque, 2004), redefiniendo sus alcances teórico-prácticos.

Bajo tales premisas, y en lo que respecta a la Feria, planteamos las siguientes preguntas ordenadoras: ¿cómo se construye lo común; qué dinámicas sostienen al colectivo y cuáles emergen como límites tanto materiales como subjetivos?

 

Hacia un mapa analítico situado: La Feria “El Fuego” como experiencia de intercambio, trabajo y socialización política

El procesamiento de este corpus se realizó según las pautas del análisis temático. Sin desconocer el carácter recursivo del proceso, en un primer momento, se identificaron y describieron temas (definidos mediante la construcción de categorías o códigos surgidos de un razonamiento abductivo), mientras se ensayaban vínculos entre ellos (Borda, Dabenigno, Freidin y Guelman, 2017). Tales relaciones son parte de nuestro modelo interpretativo, cuyo relato analítico exponemos a continuación

De las operaciones anteriormente descriptas emergieron tres grandes códigos. Nos referimos a las categorías relaciones económicas, relaciones de trabajo y relaciones político-organizativas. Todas ellas asociadas a la Feria en tanto referente empírico.

Las tres dimensiones presentadas más arriba fueron abordadas “en acción” y nos permitieron reconocer dos niveles de análisis. Por un lado, la construcción de acuerdos comunes que son parte de las declaraciones de principios que el grupo ha erigido en asamblea; un dispositivo organizativo diseñado y redefinido a lo largo del tiempo como parte del proceso de gestación del espacio:

Somos un colectivo de trabajadorxs de la economía social que confiamos en que otro tipo de economía y vínculos son posibles, incorporando valores tales como práctica solidaria, comercio justo, autogestión y organización horizontal, producción y consumo responsable, soberanía alimentaria, perspectiva de género y derechos humanos (Documento Colectivo de la Feria “El Fuego”, 2019).

Por otra parte, la heterogeneidad que presenta la Feria en cuanto a sus integrantes e intereses visibiliza límites y contradicciones entre voluntades que intentan delinear tal colectivo y trayectorias individuales o institucionales (universidad) que por momentos logran imponerse. En esa clave, se advierte que las lógicas sistémicas tienen consecuencias subjetivas al configurar “modos de ser y de estar”-marcos de inteligibilidad social- que son difíciles de desmontar. Así, la Feria se presenta como un proyecto productivo y un proyecto cultural y de autoformación, cuyos alcances por momentos se confunden, y en otros, son parte de las tensiones mencionadas. Es que el conjunto que la constituye con mayor permanencia ha decidido que la misma sea un espacio abierto, lo cual supone, entre otras cosas, que siempre puedan incorporarse nuevos/as feriantes y que no exista cupo de participantes por rubro. En ese contexto, surgen temores y criterios de competitividad, mientras deben reafirmarse insistentemente las pautas de convivencia:

Para mí lo vincular fue lo más interesante de estos espacios, así, sobre todo de economía, donde se juegan a veces muchos miedos… sin querer competencias…. ehhh…. es como bueno ¿Cómo hacemos que sea cada vez más humanizado esto? pero no se puede hacer humanizado si no hay un planteamiento interno de nuestros propios miedos, dificultades, ego, competencias, envidia y miedos también ¿por qué no? porque sí, hay. Yo recuerdo, no sé ... había momentos en la Feria que éramos un montón que vendíamos cuadernos y yo decía ¡¡“no voy a vender!!” y ¡¡sí!! se vendía y así hemos tenido un montón de cosas en las que…. que está bueno cuando soltas el control... ehh…  suceden otras cosas (Feriante 1, comunicación personal, 8 de abril de 2022).

En cuanto a las relaciones económicas estas se inscriben en una trama social significativa, asociada a la producción e intercambio de saberes, y a la construcción de redes vinculares: “Partimos de asumir que todos tenemos sabidurías y conocimientos necesarios para crear juntxs otras formas de relaciones económicas y sociales a partir de nuestras experiencias y caminos recorridos” (Documento Colectivo de la Feria “El Fuego”, 2019). Se plantea la “humanización” de las formas económicas, lo cual implica poner de relieve entramados de cooperación y afectividad, de respeto y confianza. Valores que hacen prevalecer la reciprocidad en la creación de lo común, y generan una base para tramitar en compañía, miedos, inseguridades, pérdidas o expectativas sociales: 

…Y eso después de mucho esfuerzo se fue logrando como que… porque hay como una identidad, por ejemplo, no sé… había una persona que hacia amigurumis, que son esos muñequitos tejidos, que estaban hermoso y todo, pero por ejemplo le ponía Boca o River en la… en los estampados en los tejidos. Entonces, bueno fue un poco ir charlando, de decir este tipo de cosas por ahí estaría bueno generar otro tipo de creatividad, que no sea siempre lo hegemónico o lo seguro, que vos por miedo pensas que se va a vender el de Boca o River. Entonces, como hemos ido sanando muchos miedos que todos hemos tenido a la hora de decir bueno seamos auténticos en lo que vamos a hacer, a crear, y te puedo asegurar que se vende mucho más que… y surgen cosas nuevas, incluso por ejemplo a esa persona le surgieron personajes nuevos. Está animándose a hacer otra cosa, todas esas cosas que te digo que parecen…se han ido dando durante las asambleas y en las charlas, con sentimiento digamos (Feriante 1, comunicación personal, 8 de abril de 2022).

Es decir, las relaciones económicas tienen una base material, pero también axiológica, asociada a principios que cuestionan el individualismo y pretenden erigir criterios relacionales alternativos. Adicionalmente, estos principios operan en términos organizativos, en la tramitación de los vínculos y en la producción de subjetividades. De allí que las dimensiones política y económica lejos de presentarse como compartimentos estancos se reconectan y dialogan con las estrategias reproductivas que hacen del trabajo una noción ampliada. La economía se vuelve política y la política deviene práctica. En términos analíticos tal ontología relacional (Escobar, 2015) desafía dualismos que están instalados como parte de la especialización de los campos disciplinares, y ello supone asumir un abordaje desfragmentado de la realidad y ejercitar un sentido de totalidad. En palabras de Gutiérrez Aguilar y Salazar Lohman (2019, p. 29): “…de lo que se trata es de mostrar que ambas esferas hacen parte de un mismo proceso reproductivo social, contradictorio, cercado y confrontado con la crematística, esto es, con los procesos de acumulación de capital —que son a los que suele calificarse como ‘económicos’—”.

De hecho, estos sentidos se construyen en pugna con otras nociones vinculadas a las necesidades de subsistencia, la venta como un fin en sí mismo o a la presencia de feriantes que por el carácter itinerante de sus trabajos integran múltiples espacios que no necesariamente comparten formas cooperativas. Esto último pone de manifiesto la tensión existente entre personas que sostienen unidades productivas individuales y/o familiares con criterios propios y la propuesta de colectivización y promoción de prácticas solidarias del grupo que impulsó “El Fuego” en el ámbito de la universidad.

Por otra parte, la economía social aparece como un universo heterogéneo con diversas visiones y motivaciones, más o menos explícitas, que asocian estas actividades al emprendedurismo, el autoempleo, el artesanado, los “trabajos inventados” / de sostén, o bien, la posibilidad de hacer del propio trabajo una acción militante que colabore con la autorrealización, mientras subyace un cuestionamiento a lo existente (el trabajo como sacrificio/imposición social y/o familiar/la dependencia laboral, etc.).

De allí que la Feria se conceptualice a sí misma como un espacio de “economía social-economías en construcción”, puesto que la coexistencia de miradas obliga a una revisión permanente y a una actualización constante de los acuerdos alcanzados. Esto no quiere decir que no intente construir un posicionamiento crítico, cuya prueba más acabada son los acuerdos que se han logrado escriturar. Sin perjuicio de esto último, se evidencia que su hacer concreto se encuentra impactado por múltiples interpelaciones. Aquí se manifiesta la caracterización barroca e intersticial a la que hace alusión Verónica Gago cuando define a las economías populares: “estas prácticas y sus diferentes protagonistas se articulan de formas entrecruzadas, atravesando las fronteras entre lo formal y lo informal, la subsistencia y la acumulación, lo comunitario y los cálculos del beneficio (…)” (Gago, Cielo y Gachet, 2018, p. 11).

En lo que respecta a la categoría trabajo, se pone énfasis en el carácter artesanal de la producción, tanto en lo que respecta al proceso de elaboración, como a las significaciones que integran lo producido. Esta opción reviste un posicionamiento político-ideológico. Puesto que el trabajo artesanal y/o manual es definido como aquel “con identidad cultural y sin explotación” (Documento Colectivo de la Feria “El Fuego”, 2019). “(…) que la gente vea lo que es el trabajo del artesano. No es trabajo en negro o esclavo” (Feriante 3, observación directa,  8 de abril de 2022).  Adicionalmente, se insta a que por medio de estos productos y objetos de calidad y a un precio justo puedan satisfacerse necesidades cotidianas, a través de prácticas de consumo que prioricen lo indispensable para la vida. Esto último tiene otras implicancias que han sido puestas en discusión en la asamblea: el trabajo artesanal supone no promover la reventa. Tal consenso se fue complejizando e implicó un debate amplio que supuso revisar desde los proveedores donde se adquieren los principales insumos hasta la posibilidad de realizar compras colectivas a cooperativas u otros movimientos autogestivos. Estas aspiraciones se han visto condicionadas por límites objetivos:

Bueno era un poco eso y el dilema que se presenta es que en realidad todos estamos dentro de ese mismo sistema y el que hace un cuaderno artesanal logra un producto con mayor identidad pero es muy difícil de salir de comprar la materia prima en un mercado concentrado, y entonces era ahí un poco trabajar esa …bueno ¿Cómo hacemos? y asumiendo que eso si es real, había como un deseo de decir bueno no renunciemos a ese sueño porque es muy complejo, sino intentemos consolidarnos como un colectivo que se junta con otro colectivo para poder comprarle de repente a las cooperativas…Y yo lo digo, me encanta pero realmente que no pudimos;  como que es muy compleja la organización y el cambio interno también que hay que hacer porque atrás de cada uno de esos proyectos sean más alternativos o menos alternativos, está la subsistencia de familias y todo lo que eso implica ¿no? (Informante clave 1, comunicación personal, 8 de septiembre de 2021).

También demuestra que este tipo de experiencias deben recurrir a un análisis económico convencional (costos, precio de venta, potenciales compradores) que las posiciona como parte de circuitos concentrados, lo cual hace que las formas de explotación y/o dependencia no respondan a la clásica contradicción capital/trabajo asalariado, aunque continúen presentes bajo otros ropajes. 

Quienes participan de la feria y destacan el carácter artesanal de sus labores definen el trabajo en términos subjetivos y también simbólicos. Esta conceptualización dialoga con las nociones de trabajo vivo/trabajo concreto en sintonía con una conceptualización no economicista del valor de uso, al tiempo que delinea sus contornos, ya que en sus relatos las personas entrevistadas instituyen sentidos acerca del mundo socio-laboral, en oposición y/o negociación, con las concepciones socialmente legitimadas.

A diferencia de la fuerza de trabajo abstracto, el/la feriante decide qué hacer, cómo hacerlo, puede dar cuenta de todo el proceso, ya que participa activamente del mismo y conoce las condiciones en las que se ejecuta, así como la forma de distribución y el destino de lo producido. Estas circunstancias también integran las significaciones asociadas al trabajo autogestivo. Tales actividades son referidas por los y las feriantes como parte constitutiva de su diario hacer y de procesos que tienen una historia, un mensaje y una razón de ser:

Perdón, yo no me presenté porque estaba ahí cocinando. Yo hago juguetes y es como un tema romper. Yo, por ejemplo, tengo hace un montón, pero recién este año yo estoy cómoda. Porque yo no hago Mickey Mouse, yo hago juguetes tejidos. Es por los muñequitos que hago, no hago Mickey Mouse. No sé, a mí me gusta, hago animales. Los animales que hago están buenos, pero el tema es… Camille dijo algo que para mí es genial, primero hay que…como ser agresivo con uno mismo…cambiar dentro… (Feriante 4, Jornada de Formación, 2017).

Es por ello que lo que se hace no puede ser escindido de la persona que lo crea y eso se presenta como un valor, pero también reviste un riesgo, ya que exponer lo producido implica exponer(se):

De tal forma que cabría hablar mejor de trabajo en sus caras objetiva y subjetiva con un producto objetivado, pero al que muchas veces, como en la producción inmaterial, no es posible separar ni siquiera en dimensiones objetiva y subjetiva, ni del acto mismo de creación. (De la Garza Toledo, 2009, p. 119)

Por otra parte, el ritmo de la producción se superpone con el ritmo de la vida, puesto que por lo general se produce en el espacio doméstico. Para ello, y cuando las condiciones objetivas lo permiten, se definen lugares y horarios, mientras que en otras circunstancias los tiempos y actividades se superponen. Incluso la Feria se vuelve una topografía en la que las tareas de cuidado y las de ventas suceden de manera simultánea y solapada, particularmente en el caso de las feriantes o las parejas de feriantes. Así, el tiempo deja de ser una unidad de medida homogénea para pasar a ser una temporalidad múltiple compuesta de ritmos y ciclos con continuidades y alternancias que pone en tensión la rígida división entre trabajo productivo y reproductivo. A partir de estas caracterizaciones podemos comenzar a dimensionar los alcances del trabajo como relación social ampliada:

…la especificidad de cada trabajo no proviene de las características del objeto, ni de las actividades mismas, ni del tipo de producto, sino de la articulación de este proceso de producir con determinadas relaciones sociales amplias, con relaciones económicas, de poder, de interés, de influencia, culturales. (De la Garza Toledo, 2009, p. 122)

Para fortalecer sus sentidos más “disruptivos” o “militantes” la Feria propone un proceso de socialización política que pretende amalgamar sus objetivos y romper con la idea de que ésta se reduce a un espacio de producción y de venta. Para ello la asamblea deviene un dispositivo participativo democrático y horizontal, en el que no sólo se discuten cuestiones logísticas u operativas, sino las formas de relacionamiento entre compañeros/as. Con esa intención, se pretenden desmontar prácticas patriarcales, promoviendo los derechos humanos y la perspectiva de género, así como discutir los mensajes que circulan en la feria desde su musicalización hasta los objetos que se ofrecen. Estas directrices pretenden fortalecer la identidad del colectivo, pero también son motivo de conflictividad interna. Es que, el debate trae consigo una problematización sobre el tiempo productivo/improductivo. La temporalidad de la Feria incluye momentos para el intercambio, la escucha y la definición de acuerdos que se han escriturado en un “documento vivo”. Sin embargo, ese espacio-tiempo suele colisionar con una concepción del tiempo vital atravesado por la urgencia, la rutina o el hacer irreflexivo. 

Es por ello, que tanto los logros como los desafíos grupales forman parte de un camino siempre sinuoso e inacabado, capaz de poner en cuestión corrientes teóricas que conciben el carácter solidario de estas experiencias como una condición que se despliega ex ante, o a la horizontalidad como un principio organizativo que puede “aplicarse” de una vez y para siempre, desconociendo que la sociabilidad dominante permea estos procesos. Hernán Ouviña (2020) al referir al neoliberalismo asegura que la razón neoliberal no implica “puro mercantilismo, sino que es también productora de un cierto ‘conformismo’, de determinadas maneras de vivir, subjetivar y reproducir un sentido de orden” (p. 260).

La dimensión político-organizativa de la Feria reviste una arista instituyente, ya que la misma, de manera autogestiva y mediante una iniciativa de auto-determinación (Gutiérrez Aguilar y Salazar Lohman, 2019), genera una serie de dispositivos, entre ellos podemos mencionar a la asamblea, a las “reuniones de bienvenida” y al fondo común”. En cuanto a la asamblea, la misma se constituye como un espacio organizativo, deliberativo y operativo donde participan en igualdad de condiciones tanto las docentes universitarias que promueven el proyecto como los/las feriantes. Es el mecanismo que permite un intercambio horizontal, aunque la “lógica colectiva de la representación y la lógica colectiva de la multiplicidad” (Calloway, 2016, p. 28) por momentos se superponen, puesto que las decisiones colectivas ponen en jaque la idea instalada de autoridad y su correlato personalista. En lo que respecta a la “reunión de bienvenida” es un encuentro que se realiza generalmente un día antes del armado de la Feria y tiene como propósito incorporar nuevos/as feriantes no sin antes transmitir aquellos valores y acuerdos que se han definido colectivamente. De hecho, el “fondo común” se sustenta en un principio de confianza que implica sumar aportes monetarios por parte de aquellos/as integrantes que están en condiciones de contribuir a su conformación y permite tanto hacer frente a gastos corrientes como sostener a aquellos/as compañeros/as que eventualmente necesiten asistencia para participar del evento. Como es posible advertir estos dispositivos dan forma a la dinámica interna de la Feria con el propósito de modelar una nueva sociabilidad; aquello que Bolívar Echeverría (1997) conceptualiza como lo político y lo ubica en el terreno de la cotidianeidad. En la Feria dicha dinámica se dirime entre lo político- ideológico -“Tratar de salir de los círculos del capitalismo”- (Informante clave 1, comunicación personal, 8 de septiembre de 2021) y lo político práctico -“Es el día a día y siempre estar ahí interpelando; un espacio disruptivo desde otros lugares” (Feriante 1, comunicación personal, 8 de abril de 2022).

En esta clave, Alicia Gutiérrez referencia dicha praxis en términos de conservación y regeneración de vínculos sociales, reconectando la gestión política y la reproducción social, lo cual opera pedagógicamente pretendiendo construir nuevas subjetividades que hagan de contrapunto frente a las lógicas individualistas, productivistas, hetero-patriarcales y de gubernamentalidad que van configurando nuestras prácticas cotidianas:

Los seres humanos necesitamos satisfacer necesidades materiales e inmateriales y para eso producimos riqueza social —valores de uso— al mismo tiempo que vamos entablando un conjunto de relaciones para gestionar la vida colectiva: gestionamos para producir (entre otras cosas más) y producimos para gestionar (entre otras cosas más); y así nos reproducimos en tanto especie, en tanto colectivos y en tanto particulares (Gutiérrez Aguilar y Salazar Lohman, 2019, p. 26).

A partir de la indagación realizada entendemos que la Feria funciona como lugar-laboratorio que en tanto espacio común-experimental-dinámico-diverso tiene como desafío  fortalecer su sentido colectivo y su lógica articulatoria. En términos interpretativos, su trayectoria desafía nuestros instrumentos analíticos y nos impulsa a continuar profundizando en una ontología relacional que reúna en su complejidad aquello que la ciencia moderna ha dislocado, reubicando en el centro el valor de la vida en común.

Conclusiones

A lo largo de estas páginas recuperamos las coordenadas del pensamiento crítico para revisar presupuestos de la economía neoclásica y ampliar los alcances de las relaciones económicas y su redefinición, en tanto conjunto de prácticas orientadas a la reproducción de la vida. Prácticas económicas y extraeconómicas que no existen al margen de las lógicas instituidas, aunque pretenden cuestionar la idea que asocia restrictivamente las formas y procesos económicos a la exclusiva valorización del capital.  En esa clave, nuestra intención fue actualizar las discusiones acerca del trabajo y sus dimensiones objetivas, subjetivas y simbólicas, sin desestimar las implicancias socio-históricas del fenómeno en América Latina. Es decir, recuperar “la ontología singularmente humana del trabajo”, lo cual implica incluir analíticamente su carácter social y contextual que no puede ser desvinculado de sus condiciones epocales, aún en escalas menores. Adicionalmente, abordamos críticamente la idea de lo político y pensamos la políticidad de nuestro caso de estudio desde su hacer cotidiano y la capacidad instituyente de sus dispositivos y principios organizativos. De hecho, los mismos tienen como horizonte dar forma a una nueva sociabilidad, rescatando la capacidad de decisión y determinación de lo común, generalmente expropiada por “la gran política”. Así, la producción y gestión para la reproducción de la vida son parte de un proceso integrado, aunque pretendidamente desmembrado por la ciencia moderna y sus constructos epistémicos. Afirmación que articula la praxis política con sus implicancias epistemológicas. Tal desafío redunda en la necesidad de revisar la producción de conocimiento, así como los contenidos disciplinares que se presentan como válidos y susceptibles de ser transmitidos en los espacios de enseñanza-aprendizaje. En ese sentido, las economías populares se presentan como experiencias que redefinen los contornos erigidos entre la producción (trabajo) y la reproducción social (entendida como no trabajo); entre lo privado, lo público y lo común; entre el conocimiento validado y los saberes emergentes. No obstante, lo hacen en tensión, en negociación y en los intersticios del capital (Gago, Cielo y Gachet, 2018). Es por ello que el caso de la Feria El Fuego permite problematizar de manera situada estos procesos para reconocer sus límites y potencialidades, indagando en torno a un universo que se encuentra en construcción, al tiempo que es objeto de múltiples disputas.

Referencias bibliográficas

Albuquerque, P. de P. (2004). “Autogestión” En Antonio D. Cattani (Org.): La Otra Economía. Buenos Aires: Editorial Altamira.

Antunes, R. (2005). Los sentidos del trabajo - 1 a ed. - Buenos Aires, Argentina: Herramienta, Taller de Estudios Laborales.

Arfuch, L. (2016). El “giro afectivo”. Emociones, subjetividad y política. En deSignis, (Vol.) 24, pp. 245-254. (ISSN 1578-4223). Argentina: Federación Latinoamericana de Semiótica. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=606066848013

Avalle, G. (2022). “El estudio de caso sociológico, una estrategia de análisis de los datos”. En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. Núm. (245) Vol. (27). pp. 461-470.  (ISSN-2448-492X). México: Universidad Nacional Autónoma de México Nueva Época. doi: http://dx.doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2022.245.77473

Borda, P., Dabenigno, V., Freidin, B, Güelman, M. (2017). “Estrategias para el análisis de datos cualitativos”. En Cuadernos de Métodos y Técnicas de la investigación social ¿Cómo se hace? Nº 2. IGG: Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

Bourdieu, P. (2000). Las estructuras sociales de la economía. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Manantial.

Busso, M. (2006). “Las ferias, un lugar de encuentro, de compras, de trabajo. Un estudio de caso en la ciudad de La Plata, Argentina”. Informe de Investigación N° 18. Buenos Aires, Argentina: CEIL-PIETTE CONICET Recuperado de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/ceilconicet/20110409031355/BD16C820d01.pdf

Calloway, Cecilia (2016). “Autorregulación de los colectivos autogestivos de trabajadores/as”. En Revista Idelcoop. (Núm.) 218. pp. 11-30. (ISSN 0327 1919). Buenos Aires, Argentina: Fundación de Educación Cooperativa. Recuperado de: https://www.idelcoop.org.ar/?q=revista/218/autorregulacion-colectivos-autogestivos-trabajadoresas

De la Garza Toledo, E. (2009). “Hacia un concepto ampliado de trabajo”. Trabajo, empleo, calificaciones profesionales, relaciones de trabajo e identidades laborales. Buenos Aires: CAICyT CLACSO.

Demonte, N.G. (2015). “Antropología y economía: apuntes para el debate desde las ciencias económicas”. En Revista Ciencias Económicas, Núm. (12) Vol. (02). pp. 67–80. ISSN (2362-552X). Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral.

Dussel, E. (1992).  1492. El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad. Madrid, España: Nueva Utopía.

Dussel, E. (1994). “Trabajo vivo y filosofía de la liberación latinoamericana”. En Historia de la filosofía latinoamericana y filosofía de la liberación. Bogotá, Colombia: Nueva América.

Echeverría, B. (1997). “Lo político en la política”. Theoría. Revista Del Colegio De Filosofía, (4). pp. 11-21. ISSN (2954-4270). México: UNAM.

Escobar, A. (2017). Autonomía y diseño: la realización de lo comunal. Buenos Aires: Tinta Limón.

Gago, V. y Sztulwark, D.  (2019). “Prefacio”. En Producir lo común. Entramados comunitarios y luchas por la vida. Madrid, España: Traficantes de Sueños.

Gago, V.; Cielo, C. y Gachet, F. (2018). “Economía Popular: entre la informalidad y la reproducción ampliada. Presentación del Dossier”. En Íconos Revista de Ciencias Sociales. Núm. (62) Vol. (22). (pp. 11-20). ISSN (1390-1249). Quito, Ecuador: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador. Recuperado de: https://revistas.flacsoandes.edu.ec/iconos/article/view/3501/2341

Gutiérrez Aguilar, R. y Salazar Lohman, H. (2019). “Reproducción comunitaria de la vida. Pensando la transformación”. En Producir lo común. Entramados comunitarios y luchas por la vida. Madrid, España: Traficantes de Sueños.

Harvey, D. (2007). Breve historia del neoliberalismo. Madrid, España: Akal.

Hinkelammert, F. (1988).  “Democracia y nueva derecha en América Latina”. En Nueva Sociedad. Núm. (98) (pp.104-115). ISSN (0251-3552). Buenos Aires: Argentina. Recuperado de: https://static.nuso.org/media/articles/downloads/1703_1.pdf

Hinkelammert, Franz J. y Henry M. Mora (2001).  Coordinación social del trabajo, Mercado y reproducción de la vida humana. Preludio a una teoría crítica de la racionalidad reproductiva, San José de Costa Rica: DEI.

Infranca, A. (2022). “El marxismo de Dussel”. En Herramienta. Revista de debate y crítica marxista. Recuperado de: https://herramienta.com.ar/el-marxismo-de-dussel

Jornada de Formación: Otras economías posibles. La economía social en el contexto actual latinoamericano: condiciones, desafíos y posibilidades (12 de diciembre de 2017) Docentes disertantes: Camile Chalmers (UNH) y Julio Gambina (UNR). En Encuentro Internacional “Pensando Nuestramérica: Crisis y Emancipación. Centro de Pensamiento Crítico Pedro Paz; Feria de Economía Social y Solidaria “La Chispa” y Centro de Prácticas Pedagógicas y Socio-comunitarias. San Luis, Argentina: Universidad Nacional de San Luis.

Marx, Karl (2009). El Capital. Libro Primero: El proceso de producción del capital. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Editores.

Neiman, G., Quaranta, G. (2006). “Los estudios de caso en la investigación sociológica”. En Vasilachis, I. (Coord): Estrategias de Investigación Cualitativa (pp 213-234). España: Gedisa.

Olguín, J., Vílchez, V. y Rodríguez, M. (2011).  “La evolución de la inequidad en San Luís desde la implementación del Plan de Inclusión Social ‘Trabajo por San Luis ‘”. Ponencia presentada en el 10° Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, Buenos Aires:  Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

Organización Internacional del Trabajo (2022). Perspectivas sociales y del empleo. Tendencias 2022. Recuperado de: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---publ/documents/publication/wcms_848464.pdf

Ouviña, H. (2020). “El Estado y la reactivación del Ciclo de Impugnación al Neoliberalismo en América Latina (2019-2020). En Carolina Bautista, Anahí Durand y Hernan Ouviña (Editorxs): Estados alterados. Reconfiguraciones estatales, luchas políticas y crisis orgánica en tiempos de pandemia. Buenos Aires: Muchos mundos ediciones-IEALC-CLACSO.

Polanyi, K. (2007). La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. Madrid: Quipu Editorial.

Quijano, A. (1998).  La economía popular y sus caminos en América Latina. Lima: Mosca Azul Editores / CEIS-CECOSAM.

Quijano, A. (2000). “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En Edgardo Lander (Comp.) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

Quijano, A. (2013). “El trabajo” en Argumentos. Núm. (72). Vol. (26), (núm. 72) pp. 145-163. Distrito Federal, México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Recuperado de:  http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59528835008

Rieznik, P. (2007). “Introducción”. En Las formas del trabajo y la historia, una introducción al estudio de la economía política - 3a. ed.- Buenos Aires: Biblos.

Rodríguez Enríquez, C. (2015). “Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad”. En Nueva Sociedad. Núm. (256). pp. 30-44. ISSN (0251-3552). Buenos Aires, Argentina. Recuperado de: https://static.nuso.org/media/articles/downloads/4102_1.pdf

Rolnik, S. (2019).  Esferas de la insurrección: aportes para descolonizar el inconsciente. Buenos Aires: Editorial Tinta Limón.

Somers, M. (1996): “Narrando y naturalizando la sociedad civil y la teoría de la ciudadanía: el lugar de la cultura política y de la esfera pública”. En Zona abierta (Núm77/78). pp.31-94. ISSN (0210-2692). Fundación Pablo Iglesias: Barcelona, España Recuperado de: http://polsocytrabiigg.sociales.uba.ar/wpcontent/uploads/sites/152/2014/03/Somers.pdf

Torrado, S. (2010). El costo social del ajuste (Argentina 1976-2002). Buenos Aires: Edhasa

Zavaleta Mercado, R. (2009) “El Estado en América Latina”. En La autodeterminación de masas. Bogotá, Colombia: CLACSO-Signos del Hombre.



[1] Identificador persistente ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25250841/7cozke5ry

[2] FCEJS/CPC "Pedro Paz"/UNSL

Villa Mercedes, San Luis. 
https://orcid.org/0000-0003-2297-7034
mbrolfi@gmail.com

 

[3] FCEJS/UNSL

Villa Mercedes, San Luis.

https://orcid.org/0009-0005-3985-9212

solgaiani@gmail.com

 

[4] FCEJS/UNSL

Villa Mercedes, San Luis

https://orcid.org/0009-0002-6389-3072

alegil80@gmail.com

[5] PROIPRO 15-1520: “Economía Social y Trabajo. La experiencia de la Feria ‘El Fuego’ de la ciudad de San Luis” (2020-2022). Directora: Dra. María Belén Rolfi. Financiado por la Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de San Luis (Res. C. S. 138/20).

[6] Siguiendo a Stake, “el estudio de caso es el estudio de la particularidad y de la complejidad de un caso singular para llegar a comprender su actividad en circunstancias importantes” (2007, p. 11). En ese sentido, la Feria “El Fuego” reviste un interés intrínseco, teniendo en cuenta su ámbito de surgimiento (UNSL) y su modalidad organizativa. No obstante, su análisis habilita la problematización de categorías teóricas con implicancias político-epistemológicas que se conectan con fenómenos más amplios.

[7] Esta afirmación no desconoce las transformaciones acontecidas en la dinámica del mercado laboral argentino, sobre todo, en la primera etapa de la experiencia política kirchnerista. El desempleo en nuestro país descendió a un ritmo sostenido desde el segundo trimestre de 2003 hasta el mismo trimestre de 2006. Mientras que el empleo mostró un crecimiento constante entre 2002 y 2011, interrumpido sólo por la crisis financiera internacional en 2008/2009. Cabe aclarar que luego de ese período se inaugura una etapa de estancamiento, ya que no se generaron nuevos puestos de trabajo y los coyunturalmente recuperados dependieron de los ciclos sistémicos (https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-SerieHistorica-4-31-58).

[8] El nombre propio de la Feria ha sido reemplazado por una designación de fantasía para preservar información sensible. Es por el mismo motivo que tampoco se consignan las direcciones de las páginas web consultadas que refieren al colectivo.

[9] Este Centro es un ámbito académico- político de intercambio entre Universidad y Comunidad. Su propósito es fomentar el diálogo entre los saberes académicos y populares para colaborar, de alguna manera, en la construcción de conocimientos válidos para la comunidad científica y aquellos movimientos que intentan un cambio social. En el CPPSC se desarrollan varias líneas estratégicas que hacen a su accionar: Educación y Formación; Género; Comunicación y Arte; Salud y Economía Social y Solidaria.” Disponible en: https://cppscunsl.wixsite.com/cppsc-unsl/el-centro

[10] A lo largo del artículo usaremos la “x” para evitar el lenguaje sexista en aquellos párrafos donde se incluyan citas textuales de los y las feriantes, respetando el modo en que la propia Feria ha consensuado su uso al momento de producir documentos escritos.

[11] Para Dussel la vida es el principio material fundamental de toda ética. La validez de una norma ética está dada por su capacidad de participar en la reproducción de la vida (Infranca, 2022). Coincidentemente, Hinkelammert y Mora (2001) sostienen el imperativo ético de una economía orientada hacia la vida. Retoman y complejizan la crítica a la economía política de Marx a partir de los siguientes ejes: el ser humano corporal, natural y viviente como sujeto necesitado (necesidades materiales, culturales y espirituales) y la vida como fundamento ético de la economía.

[12] La pretendida universalidad de los hechos económicos y de los sujetos que los encarnan se esconde tras una concepción androcéntrica, heteropatriarcal e instrumental (en términos de la interacción metabólica entre sociedad-naturaleza) que organiza las relaciones dominantes de producción y de reproducción social.

[13] El énfasis es del autor.

[14] Según Bolívar Echeverría (1997) lo político es una condición eminentemente humana y la define como “la capacidad de decidir sobre los asuntos de la vida en sociedad, de fundar y alterar la legalidad que rige la convivencia humana, de tener a la socialidad (sic) de la vida humana como una substancia a la que se le puede dar forma” (p. 11).