Crítica y Resistencias. Revista de conflictos sociales latinoamericanos N° 6. Año 2018. ISSN: 2525-0841. Págs. 103 - 123

http://criticayresistencias.comunis.com.ar

Edita: Colectivo de Investigación El Llano en Llamas

Militancia y trabajo comunitario. Perspectiva de las organizaciones políticas territoriales[1]

Militancy and communitary work. Perspective of Political Territorial Organizations

Marina Chena, Julio Muro, Silvia Plaza y Omar Barrault[2]

Resumen

En este trabajo se presentan análisis correspondientes a una línea de investigación acerca del trabajo comunitario en la ciudad de Córdoba, que se inició con un estudio en el período 1998-2000 y se dio continuidad en los bienios 2012-2013, 2014-2015 y 2016-2017. Se incluyeron en las muestras distintos actores: trabajadores de equipos estatales de nivel municipal y provincial, cátedras universitarias que realizan trabajo comunitario, ONG´s y más recientemente –período 2014-2017- se incorporaron Organizaciones Políticas Territoriales (OPT). Aquí se exponen reflexiones en torno a la idea de militancia, entendida como un hacer en territorio que caracteriza estas organizaciones. Se presentarán las categorías fundamentales del complejo conceptual, así como la lectura de contexto que enmarca el análisis. Se prestará especial atención a los cambios producidos por el nuevo contexto político que se inicia –en nuestro país- con el triunfo electoral de la alianza Cambiemos a nivel nacional. Se seguirán los ejes que constituyen el instrumento de indagación: qué hace y qué se espera que haga un militante, la “idea política” más importante, cambios en los militantes a partir del nuevo gobierno nacional, lo que motiva hoy a hacer militancia.

Palabras claves: Trabajo Comunitario, Organizaciones Políticas Territoriales, Militancia.

Abstract

In this work we present the analysis corresponding to a research line about the communitary work in the city of Córdoba, which started with a study in the period 1998-2000 and continued in the bienniums 2012-2013, 2014-2015 and 2016-2017. Distinct actors were included in the samples: workers from state teams of municipal and provincial level, universitary courses that make communitary work, NGO's and more recently -period 2014-2017- Political Territorial Organizations were incorporated. Here we expose reflections about the idea of militancy, understood as a making in a territory that characterizes these organizations. We present the fundamental categories of the conceptual complex, and also the interpretation of the context that defines the analysis. We put special attention to the changes produced by the new political context that it is starting -in our country- with the electoral triumph of the party Cambiemos at the national level. We shall follow the axis that constitute the instrument of investigation: what does an activist and what is expected to do, the more important "political idea", changes in the activists from the new national government, what motivates today to do militancy.

Keywords: Communitary Work, Political Territorial Organizations, Militancy.

        

Introducción

El presente artículo se enmarca en una línea de investigación que busca describir, caracterizar y comparar el Trabajo Comunitario en la ciudad de Córdoba, desde la perspectiva de los distintos actores involucrados en el mismo y en periodos diferentes. En estudios anteriores (períodos 1998-99 y 2012-13) se avanzó en la descripción de los siguientes actores: Estado Provincial, Estado Municipal, Universidad Nacional de Córdoba y ONG. En los bienios 2014-2015 y 2016-2017 se incorporó el actor Organizaciones Político - Territoriales (en adelante OPT), con o sin orgánica partidaria, los cuales realizan específicamente Trabajo Comunitario-territorial. Tal decisión obedece a la relevancia de su presencia, así como a las implicancias e impactos de su acción en los territorios.

Lo que se presentará aquí, son análisis correspondientes a la indagación sobre la militancia en las organizaciones consultadas. Militancia, es un modo de nombrar un hacer colectivo con una posición político ideológica, en este caso, ligado al territorio. Así nominan ellos mismos su hacer y resulta un aspecto fundamental que los caracteriza y nos permite –asimismo- tensionar y relacionar con el perfil de quienes realizan Trabajo Comunitario. En el periodo 2016-2017, además utilizamos un instrumento específico, de carácter cualitativo, que atendiendo el cambio de gobierno ocurrido en diciembre del año 2015, busca conocer los impactos del mismo en diferentes áreas, entre ellas, la militancia. Esto fue indagado a partir de las siguientes preguntas: ¿Qué hace un militante? ¿Qué (se) espera que haga un militante? ¿Cuál es la “idea política” más importante para un militante? ¿Qué ha cambiado en los militantes a partir de este nuevo cambio de gobierno? ¿Qué es lo que motiva hoy a hacer militancia? Es así que las preguntas se articulan para dar cuenta de las diversas concepciones y prácticas políticas actuales de las OPTs. Esa diversidad muestra que aunque se trate de organizaciones situadas en un mismo espectro ideológico político, sus ideas acerca de la militancia configuran distintas formas de ponerlas en ejercicio y por tanto de hacer trabajo territorial comunitario.

Incluimos aquí solo a aquellas organizaciones políticas con anclaje territorial, lo que constituyó un criterio muestral. Del conjunto de OPTs indagadas hacemos un recorte de siete para esta presentación: Movimiento Evita (en adelante ME), Barrios de Pie (en adelante BP), Frente Popular Darío Santillán (en adelante DS), Polo Obrero (en adelante PO), La Jauretche (en adelante J), La Campora (en adelante C), Patria Grande (en adelante PG).

Específicamente aquí, compartiremos algunas apreciaciones encontradas en relación al lugar de la militancia en el trabajo comunitario. Para ello, inicialmente realizaremos algunos planteos en torno a: lo contextual-referencial, la militancia en el trabajo comunitario, gramáticas y matrices ideológico-políticas, qué hace un militante, cambios y tareas actuales en la militancia, y los  lineamientos territoriales.

Marco contextual-referencial

Abordar las OPTs, el Trabajo Comunitario y la militancia implica observar la importancia de los contextos sociopolíticos, sus cambios e impactos, reconociendo tanto la diversidad de esos impactos como los aspectos comunes reconocidos y enunciados por los actores indagados. Hoy, nos encontramos ante un contexto de cambios que impactan en el análisis de la realidad que realizan las organizaciones y en sus prácticas políticas; en sus políticas de articulación, en el campo de problemáticas y prioridades reconocidas por ellas, en el mundo de los sentimientos, entre otros.

Así es que se hace necesario tener en cuenta un conjunto de nociones, conceptos y procesos: identificar momentos políticos, aproximar el campo problemático de los territorios, dar lugar a distintas maneras de pensar lo político. En lo que sigue compartimos  reflexiones y posiciones, aproximando en un primer momento una descripción del contexto sociopolítico en los distintos momentos en que se realizaron las investigaciones, para detenernos luego en la presentación de las principales categorías en que se funda el análisis del material producido. Se plantearán conceptualizaciones acerca de la política, lo político y la militancia y el trabajo comunitario.

Contextos próximos

El período en que se inicia el proceso investigativo del que resulta este trabajo, es la década de 1990. Esta etapa histórica representa el triunfo del programa neoliberal en el plano económico y político. Entre las expresiones destacadas de este modelo podemos mencionar: privatización de empresas públicas, debilidad de mecanismos de regulación y control estatal, preeminencia del sector financiero por sobre el productivo,  aumento del déficit público y sobrevaluación de la moneda nacional por el plan de “Convertibilidad”. El achicamiento del Estado y el auge del sector privado financiero, fue generando altos índices de pobreza y elevados niveles de desocupación, que propició un clima de conflictividad social agudizado hacia el final de la década. Asimismo el proceso económico, desfavorable para la mayor parte de la población, engendró un conjunto de organizaciones sociales que se posicionaban en contra de ese modelo económico, productor de crecientes niveles de desigualdad (Muñoz, 2010).

Para caracterizar el contexto social y político argentino de la primera década del 2000, pueden establecerse, siguiendo a Svampa (2011) tres momentos políticos: el primero se abre con la rebelión del 2001; el segundo momento está marcado por la asunción de Néstor Kirchner (2003) que generó un nuevo escenario político, y el tercero que se inicia con el conflicto entre el gobierno nacional y los sectores agrarios. (Svampa, 2011) Más adelante se producirá un nuevo giro, que algunos autores conceptualizan como “fin de ciclo”, aludiendo a las caídas eleccionarias de los gobiernos considerados progresistas en América Latina (Svampa, 2015; Modonesi, 2015) y otros definen como una dinámica de oleadas de avance y retroceso, en las luchas emancipatorias (García Linera, 2017). Este período se caracteriza por el ascenso al poder –en algunos casos de forma democrática y en otros no, como el caso de Brasil- de gobiernos de derecha que profundizan y amplifican  políticas neoliberales de similares características que las implementadas durante la década de 1990 en todo el continente.

Durante ese primer período descripto por la autora, en el marco del auge neoliberal mencionado, se generó un escenario de movilizaciones sociales y distintos modos de acción colectiva, que a pesar de su diversidad, fueron produciendo trazos comunes. Algunos de los más significativos –en los que coinciden Zibechi (2007, 2008); Svampa (2003, 2008, 2010); Merklen (2010) entre otros autores-, son: 1) búsqueda de autonomía, tanto del Estado como de los sindicatos, consecuencia de  una crisis de representación -en relación a la confianza en los políticos y las formas representativas-, 2) territorialización, aludiendo a la forma en que el barrio se constituye en espacio de resistencia, articulación política y cohesión social (Merklen, 2010), 3) la acción directa, como expresión de la antedicha crisis de representación, privilegiándose prácticas como los cortes de calles y rutas, ollas populares, puebladas, tomas, etc.  y 4) organización asamblearia como forma común de toma de decisiones en las organizaciones (Antonelli, 2011). También es importante destacar la experiencia del movimiento piquetero. Este ha provisto nuevas identidades, historias y formas de luchas y organización (Svampa y Pereyra, 2004), incorporando fuertemente el TC. .

 No obstante, tal como señala Svampa (2008) el campo de las organizaciones es muy variado y heterogéneo, con presencia de diferentes tradiciones organizativas y políticas, algunas ligadas a la corriente sindical, otras a partidos de izquierda, otras resultaron en propuestas autonomistas que interpelan y cuestionan el régimen representativo.

El segundo momento señalado por Svampa (2011), se inicia en el año 2003 con el ascenso de Néstor Kirchner a la presidencia y allí se abre una nueva relación del Estado con los movimientos a partir de la creación del espacio de transversalidad denominado Mesa Coordinadora para un Nuevo Proyecto Nacional. En este escenario son convocadas las organizaciones sociales y políticas que habían tenido un gran protagonismo en el período previo, a participar de un proceso de recomposición del orden social. En efecto el impulso y movilización social y política que se plasmó en la solidaridad y colectivización de demandas de distintos sectores, fue cediendo terreno a una demanda de recuperación del orden  y a un período más bien de normalización. Algunos autores entendieron este proceso como un intento de cooptación e institucionalización de los movimientos (Svampa, 2005; Borón, 2007) y otros como Dinerstein (2013) plantean que en el proceso de normalización que propone el Estado a las organizaciones, sus demandas deben ser traducidas a la lógica estatal –por ejemplo, la expropiación de la propiedad privada que estaba en la base de las empresas recuperadas- y otras deben ser clausuradas. Se trata, por lo tanto, de una dinámica compleja de tensión y negociación y no simplemente de una recomposición por arriba, es decir una subordinación de las organizaciones a la hegemonía estatal.  

Un tercer momento se inaugura en el año 2008 a partir de la crisis del gobierno de Cristina Fernández con el sector agrario, autodenominado “el campo”. El conflicto se genera por la decisión de aumentar las retenciones a la renta agraria de 35% a 44%. Esta medida, vehiculizada en la resolución 125/2008 del Ministerio de Economía y Producción, produjo la reacción de las patronales agrarias, acompañada por medianos productores y una fracción de los pequeños productores así como de sectores medios de la población general. Luego de 100 días de bloqueo y lockout por parte de los productores, la decisión sobre su aplicación fue enviada al congreso donde el gobierno recibe un fuerte revés político cuando su vicepresidente desempata la votación a favor de la eliminación del aumento propuesto. Este conflicto produjo un parte aguas en la sociedad, una reconfiguración de alianzas y apoyo explícito de ciertos sectores medios -los intelectuales conformados en el colectivo Carta Abierta es un ejemplo. El clima de polarización se profundizó con el debate sobre la nueva ley de Medios audiovisuales propuesto por el gobierno, cuyo principal antagonista fue el multimedio Clarín. En 2009 el gobierno perdió las elecciones legislativas y rápidamente se sucede un proceso de recomposición política con una serie de medidas como: la estatización de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de matrimonio igualitario. Este reposicionamiento vino acompañado de un fortalecimiento del componente nacional-popular con preeminencia estatal y una incorporación de la militancia juvenil constituida en agrupaciones como La Cámpora o La Jauretche (Svampa, 2011).

Las políticas públicas, a través de los planes y programas implementados –Asignación Universal por Hijo, Plan Familias por la Inclusión Social, así como el impulso a la conformación de cooperativas de Argentina Trabaja- promovió la inclusión de ciertos sectores que tradicionalmente quedaban fuera del empleo registrado, los desempleados.

“De este modo el “modelo” se presentó como la posibilidad de responder a la demanda del movimiento de desocupados promoviendo el trabajo registrado (y por ende bajo representación sindical) y organizando la fuerza laboral del movimiento por medio de las cooperativas, especialmente gestionadas por organizaciones afines al gobierno. El nuevo funcionamiento del mercado de trabajo que ofreció puestos de empleo –aunque precarizados y transitorios- en sectores como la construcción concretó un efecto sobre la participación en las actividades cotidianas de las organizaciones y contribuyó a su debilitamiento (Retamozo, 2011, p. 17).

El inicio del siguiente período puede situarse a partir de la victoria, en distintos países del continente de gobiernos de derecha. En nuestro país, el triunfo electoral de la alianza Cambiemos en diciembre de 2015, produjo una serie de cambios y transformaciones fundamentalmente en materia de política económica, pero que tiene su corolario a nivel social Algunas de las principales medidas implementadas fueron: devaluación de la moneda. Explicada como caída del “cepo cambiario” ya que se desregularizó la compra de divisa extranjera, baja de las retenciones a la soja, y eliminación del tributo a las exportaciones para productos agropecuarios, industriales y mineros. Esto implicó una disminución de ingresos fiscales al país de más de 30 millones  de pesos, devaluación del salario, aumento del proceso inflacionario, transferencia de recursos desde los sectores medios y bajos a las clases más favorecidas (empresarios), se constituyó un gabinete de ministros y funcionarios del Estado formado por CEOs de empresas, consolidando así una estructura estatal netamente empresarial, tarifazos operados mediante la quita de subsidios a servicios básicos como agua, luz y gas, que redundó en un incremento de hasta en un 400%, desplazamiento de las alianzas con países sudamericanos con gobiernos de matriz progresista para realinearse a la política estadounidense. El endeudamiento en más de 65 millones de pesos y la consecuente injerencia del FMI en la política nacional, altos niveles de expulsión  de trabajadores y reducción de puestos de trabajo, retrocesos en materia de políticas de Derechos Humanos, entre otras (Instituto Pensamiento y Políticas Públicas, 2015; Varesi, 2016).

En este contexto se configuran nuevos ciclos de movilización política de los sectores que buscan denunciar ese modelo económico y su incidencia sociopolítica y posicionar sus demandas en el escenario actual. A la creciente movilización se suma el intento de fortalecimiento de un frente de lucha común donde converjan  organizaciones con demandas y lecturas políticas similares –aunque no homogéneas- como es la Confederación de trabajadores de la economía popular (CTEP). Como relevó Gradin (2017):

Durante el 2016, se sucedieron un total de 6.419 hechos de protestas, y hasta abril de 2017, un total de 1.411 acciones colectivas, según los Informes mensuales de la Consultora Diagnóstico Político, ya sea vinculado a reclamos sindicales por paritarias, condiciones de trabajo, despidos o cierres de establecimiento, así como hechos protagonizados por organizaciones de la sociedad civil y del mundo de la economía popular por los aumentos en las tarifas de servicios públicos, las condiciones de producciones y comercializaciones de los medianos y pequeños productores, o por la ciudadanía en su conjunto por cuestiones vinculadas a los derechos humanos y la memoria histórica” (p.215).

La política, lo político y la militancia

Entendemos que lo político es una categoría difícil de asir: refiere al arte o ciencia del gobierno, del Estado y de las relaciones entre Estados; también o no solo, incluye lo civil, lo público y lo ciudadano. Montero (1991) señala dos sentidos, uno general, referido al proceso de decisiones sociales, y otro estricto que refiere a los asuntos de Estado. Asimismo, hoy se puede caracterizar la política como gestión y como invención. La política como gestión hace referencia a la administración de una situación social; se gestiona ante el Estado, se presenta como un medio. De carácter convencional, representacional, y delegativa, a través de los partidos; utiliza el voto como medio, y la acción territorial se desarrolla a través de líderes, punteros y dirigentes, con el Estado como actor central. En cambio, lo político como invención está en el orden de la creación, de la ruptura, de la autonomía, y de la igualdad. Se distancia del Estado, sin anularlo; se presenta como afirmación que “otro mundo es posible”. De carácter no convencional, directa, no delegativa, con importante participación de grupos y movimientos, no anula el voto pero la participación no se agota en él; la acción en el territorio se desarrolla entre iguales y en nombre propio, con el grupo o el movimiento como actor central, de fuerte carácter creador y activo con el fin de lograr algún tipo de incidencia en la toma de decisiones políticas (Badiou, 2000). Así mismo, Badiou (2008) afirma que toda política contemporánea puede describirse como una relación entre cuatro términos: las acciones colectivas, las formas organizativas, el conflicto de las ideas, y el poder del Estado. De la relación de estos términos resultan cuatro formas políticas: la fascista, la revolucionaria y la parlamentaria (de izquierda o derecha); y procesos de subjetivación diferentes.  

En particular, Svampa (2010) caracteriza cuatro matrices ideológico-políticas y líneas directrices que organizan el modo de pensar la política y el poder, así como la concepción de cambio social: la indígena, la nacional-popular, una matriz de izquierda tradicional partidaria y el discurso autonomista. Esta última construiría un nuevo ethos militante ya que su dinámica se inscribe en una tensión entre la afirmación de un ethos colectivo libertario -la autonomía como horizonte utópico-, y el repliegue diferencialista-identitario -la autonomía como valor refugio- (Svampa, 2010). La autora continúa su desarrollo indicando cómo este ethos común da lugar a nuevos tipos de militancia entre los que se encuentra el militante territorial y el activista cultural.

La tarea del militante puede ser pensada a partir de su inscripción en estas distintas tradiciones o “ethos militante”. El ethos militante, desde la perspectiva de Svampa (2010), alude a “un conjunto de orientaciones políticas e ideológicas que configuran la acción colectiva y se expresan a través de modelos de militancia” (p.15). Esta noción nos permite trazar líneas de inteligibilidad acerca de las prácticas políticas -leídas en clave de matrices ideológicas- y su devenir en un contexto de profundas transformaciones políticas. Es decir que en tiempos de movimientos, mutaciones, alianzas y reconfiguración de hegemonías políticas, el análisis del ethos militante, permite dar cuenta del movimiento y devenir, y así también,  expresa la estabilidad de ciertos valores y lineamientos ideológicos al interior de las organizaciones, y que subyacen a sus acciones políticas coyunturales.

Siguiendo las  transformaciones en los “tipos de militancia” (p.53) a lo largo de nuestra historia, tomamos los aportes de Longa (2016). El autor construye esa periodización señalando la militancia setentista en las décadas de 1960-1970,  la configuración de un  nuevo ethos militante ligado al período de efervescencia de los movimientos sociales en nuestro país hacia el final de la década de 1990 y comienzos de 2000 y constituyendo luego un nuevo punto de inflexión, el ascenso del kirchnerismo al gobierno nacional a partir de 2003.  En un intento por operacionalizar esta categoría, Longa define cuatro dimensiones de análisis, con sus respectivos valores (cualitativos): 1) la orientación estratégica: estatalista –autonomista, 2) la toma de decisiones: verticalista-horizontalista, 3) el perfil táctico: pragmático-prefigurativo, 4) el capital militante: individual-colectivo.

En relación a la orientación estratégica, la militancia setentista se  alineaba hacia la toma del poder estatal, mientras que el “nuevo ethos  militante” se situó en la construcción política por fuera de las vías institucionalizadas por el Estado.

    Alianza y articulación:

Dado que en este trabajo nos proponemos dar cuenta de las características de la militancia y el trabajo comunitario en las OPT, la dimensión de alianzas y articulaciones que producen como parte de su acción política resulta fundamental. La atención sobre la articulación para Moreno (2009) se enfoca en “la relación entre lo situacional y lo general, entre las problemáticas específicas y la posibilidad de desarrollar un sentido unificador de tales luchas. En tensión con la fragmentación entre organizaciones territoriales o del campo popular que se plantea en términos de diferencias político-ideológicas” (Moreno, 2009, p.11).

En la articulación lo que está en juego por parte de cada organización política, es la identidad política y sus discursos identitarios, los cuales están compuestos tomando a al mismo autor “por un conjunto de elementos político-ideológicos que incluyen desde grandes visiones y formas de aprehensión del mundo social hasta definiciones que remiten a la forma específica que debe adoptar la disputa política (Moreno, 2009, p.8). Diferentes posicionamientos con respecto a diferentes tópicos, van configurando la identidad política de cada organización. Para Moreno (2009) los tópicos que pueden resultar relevantes son las posiciones respecto a: “1) el fin último o “punto de llegada”; 2) el modo en que se debe ejecutar la transformación (concepción del Estado, revolución vs. reforma, etc.); 3) el sujeto político (relación clase-partido); 4) la “cuestión nacional” (“soberanía política e independencia económica”); 5) la pretensión de representatividad de la organización; 6) las formas de la disputa política (insurreccionalismo, parlamentarismo, etc.); 7) el peso de la coyuntura política; 8) y los principios organizativos (autonomía, democracia de base, etc.)” (Moreno 2009, p.8).

Trabajo comunitario

Históricamente las tensiones entre el Estado y la sociedad civil, entre la política y los territorios han marcado los contextos de producción del trabajo comunitario (TC) en los diferentes actores sociales. El Estado, la academia, instituciones y organizaciones de diversa índole y perfil –partidos políticos, iglesias, asociaciones civiles, movimientos sociales-, han incorporado y expuesto la cuestión comunitaria (Barrault, Chena, Muro, Plaza y Diaz, 2015). La complejidad de las realidades comunitarias exige considerar los modos de construcción de las relaciones entre los participantes de los procesos comunitarios, la intervención y el TC. Predominantemente el TC realiza sus prácticas en el “territorio de la pobreza”. Esto incluye impacto y afectaciones de las prácticas de las organizaciones en los territorios. Desde nuestra perspectiva alude a procesos de construcción conjunta, al tránsito por lo colectivo, a una afirmación de igualdad, a lo construido en común (Plaza, Díaz y Barrault 2008). Esto conlleva una manera de entender la participación en un hacer cotidiano, transitando las tensiones que implica (producción/reproducción, delegación/propia voz, entre otras) y recuperando el “sentido político” de las mismas (Rodigou, 2000;  Montero, 2004).  Se entiende que el “trabajo comunitario es la intervención/acción ejercida por instituciones, organizaciones, estatales o no, profesionales o no, en un territorio determinado, con determinado tipo de población/sector social “desventajado” –“desfavorecido” en algún aspecto-, atendiendo sujetos y/o problemáticas específicas, desde enfoques teóricos y metodológico diversos, con una finalidad que orienta esta intervención” (Informe final Proyecto Características del trabajo comunitario en la Ciudad de Córdoba, SeCyT, 1998).

Desde el campo de la psicología comunitaria  el TC forma parte del campo, del hacer de la Psicología Comunitaria, pero el primero trasciende a la Psicología Comunitaria. Hay un campo mayor que cobija a la Psicología Comunitaria este es el mundo de las prácticas comunitarias. Es allí donde ancla el TC: nutre, pregunta, interpela, exige, disiente, encuentra, produce encuentros. No todos los/las involucrados/as hacen Psicología Comunitaria, pero si TC; desde diferentes perspectivas teóricas, ideológicas, políticas, pertenencias disciplinarias, institucionales y organizacionales, posiciones socioculturales. Desde distintas experiencias, recorridos, vivencias, tramas relacionales, sociales, culturales y simbólicas. Con intencionalidades que orientan disimiles acciones y propuestas. Con diferentes condiciones concretas de existencia, modos de implicación y registros subjetivos. En la trama comunitaria, se encuentran, nos encontramos.

Preguntarse por el carácter comunitario no solo interpelan un hacer sino además exigen revisar desde donde parten, en que experiencia están situadas, cuales los marcos institucionales-instituidos que las atraviesan, cuales los campos específicos  que nutren la experiencia. . El punto de partida son las comunidades, los “entramados comunitarios”, los procesos comunitarios, situados y contextualizados. Así la lectura de la realidad, los contextos comunitarios, es inescindible a la vida comunitaria.

Proponemos y pensamos que el TC “trabaja” sobre y en la relación (comunitaria); en el pensar, sentir y actuar en lo comunitario; ancla y parte de las matrices culturales, simbólicas, ideológicas presentes en las comunidades, se orienta por la matriz de la amistad, la hospitalidad, la diversidad. Configura una práctica del trabajo conjunto en la construcción de significados compartidos y comprendidos en el espacio del “entre”, en los contextos de interacción, de interlocución. Apuesta a lo colectivo, a lo público, al deseo por lo común. Busca la transformación. Compartimos así nuestra perspectiva paradigmática que se basa en la Ética de la relación y la Política de la autonomía.

Por otro lado, numerosos autores coinciden en el proceso de territorialización de las clases populares iniciado hacia finales de la década de 1980 que se extendió durante toda la década del 90 y los primeros años de 2000 (Merklen, 2010; Svampa, 2008; Zibechi, 2007). Este anclaje territorial, produjo también una territorialización de la política y consecuentemente una politización del espacio comunitario de vida. En este contexto es que surgen algunas de las organizaciones políticas que estamos estudiando y otras afianzan o inician su trabajo territorial. El barrio se constituyó en el lugar de resolución de las necesidades sentidas y también de construcción de nuevas redes de solidaridad para afrontar el impacto de la crisis. Respecto de este punto, hay diversas perspectivas, algunos autores entienden que el repliegue hacia los territorios produjo una desmovilización de sectores con alta movilización como los trabajadores sindicalizados que quedaron expulsados de sus espacios de militancia tradicional o que articulaban sus demandas a través de sindicatos o partidos políticos. A esto se suma, según esta mirada, el efecto desmovilizador de los planes sociales que fueron implementados para contener la conflictividad social y desmovilizar la acción colectiva organizada (Ciuffolini, 2010; Svampa, 2005).

Otros autores, como Dinerstein (2013), entienden que en ese proceso de territorialización se produjeron formas novedosas de acción política y que los movimientos y organizaciones consiguieron instalar algunas de sus demandas ante el Estado, que respondió con políticas públicas donde se incorporaron –aunque de modo parcial e incompleto- esas demandas. Desde este enfoque las organizaciones y movimientos no fueron sencillamente cooptados, integrados y desmovilizados sino que en esa tensa relación entre el Estado y los movimientos, hubo posibilidad de negociar, demandar e incluso alcanzar ciertas conquistas mediante sus luchas.

Metodología

Se trata de un estudio descriptivo que incluye aspectos cuantitativos y cualitativos.

La población-objeto de la investigación fueron los equipos de trabajo comunitarios, organizados y reconocidos como actores sociales, y/o aquellos actores sociales que intervienen en procesos comunitarios.

Criterios de inclusión: a) aquellos equipos que definen su trabajo como trabajo comunitario; b) que realicen su trabajo en la Ciudad de Córdoba. En el caso de las OPT, que realicen trabajo comunitario territorial.

Se indagaron los siguientes actores sociales: a) El Estado, en el ámbito de Salud en sus distintas jurisdicciones provincial (Equipos de Atención Comunitaria) y municipal (Centros de Salud y UPAS); b) Las ONG’s autodenominadas y/o llamadas de “Promoción Social”, de “Desarrollo Comunitario”, de “Educación Popular”. Se utilizó el criterio de trayectoria amplia y reconocida en la comunidad local, con no menos de 10 (diez) años de trabajo; c) La Universidad, a través de sus Cátedras en distintas Escuelas/Facultades, que realizan actividades de extensión o prácticas de trabajo comunitario: d) Las Organizaciones Político Territoriales (OPT) con o sin orgánica partidaria, los cuales realizan específicamente TC-territorial. Tal decisión obedeció a la relevancia de su presencia, así como a las implicancias e impactos de su acción en los territorios.

Se utilizaron dos instrumentos de recolección de datos:

1) una entrevista semi-estructurada construida a los fines de esta investigación, administrado de forma personal y en el lugar de trabajo. Esta entrevista fue aplicada a la totalidad de los actores, en todos los periodos de investigación. Se realizaron algunos ajustes al instrumento para la aplicación al actor OPT, que resulto: en la modificación de la formulación de algunos ítems (los referidos a las actividades de supervisión e interdisciplinares), en la incorporación de otros (identificación de la OPT, organización interna, lineamientos en el trabajo territorial, importancia del TC) y en la eliminación de unos pocos (referido a las actividades por disciplina y algunos sobre interdisciplina). Las razones, son de dos órdenes: por un lado, estamos ante la presencia de un lenguaje diferente; y por otro lado la composición de equipos tienen ordenadores (militancia, compromiso) y criterios diferentes (equipos y/u organizaciones conformados por vecinos, militantes, también profesionales pero no desde esta condición, así también lo conforman tanto personas que residen en el lugar como personas que residen en otros barrios). El instrumento finalmente se conformó con 39 ítems, de los cuales 25 preguntas son abiertas y 14 son cerradas.

Los aspectos indagados respondieron a las preguntas básicas que considera cualquier trabajo comunitario. Se definen como aspectos significativos: el qué (refiere a la intervención misma y a las definiciones en juego), los quienes (refiere a los actores intervinientes), el dónde (refiere al sector geográfico), con quiénes (refiere a los sectores poblacionales con los que se trabaja y sus características), el desde dónde (refiere a los marcos teóricos e ideológicos que encuadran el trabajo comunitario), el cómo (refiere a las estrategias, acciones y recursos). y el para qué (refiere a las razones por las cuales se realiza trabajo comunitario). Se trata de una réplica de una investigación realizada en el 1998-2000, lo cual permite una mirada comparativa sobre las características del TC, según actores y momentos o periodos.

2) una entrevista pautada de carácter cualitativo construida a los fines de esta investigación, administrada de forma personal, en el territorio o en la UNC. Esta entrevista fue aplicada solamente al actor OPT. La misma estuvo orientada a identificar cambios percibidos u observados con el nuevo gobierno nacional desde diciembre de 2015. Ambos instrumentos fueron aplicados a la totalidad de las OPT indagadas en el periodo 2014-15 y a las incorporadas en el proyecto 2016-17.

Los aspectos indagados responden a cuatro ejes: a) consideraciones sobre cambios observados con el nuevo gobierno b) Especificación de impactos, en: las comunidades; las organizaciones; las relaciones entre las comunidades y las organizaciones; los estados de ánimo (en las comunidades, en las organizaciones); las problemáticas en las comunidades; en relación al Estado c) TC y las tareas más importantes para este momento d) Militancia: denominación, qué motiva, qué hace y qué se espera de un militante, ideas políticas centrales, cambios en la militancia.

Concretamente, para este trabajo que centra su interés en el eje “Militancia”, se incorporaron para el análisis un recorte en siete (7) OPT. Se tomó las respuestas dadas en el marco del instrumento 2. Se incluyó para la realización de este, las preguntas específicas sobre militancia, además de algunas consideraciones sobre las preguntas “tareas más importantes para este momento”. Del instrumento 1 se incluyeron los ítems: lineamiento territorial y criterios de articulación (o no) con otras organizaciones.  

En el caso de las OPT, la organización designaba quienes serían entrevistados. Se solicitaba incluir un varón y una mujer y considerar si vivía o no en el territorio.

Se preparó el trabajo de campo, se conformó y reviso las listas de cada actor, reuniones y contactos con referentes, se realizaron los relevamientos necesarios. Un equipo entrenó en la aplicación de los instrumentos y de la pruebas pilotos de los instrumentos.

Se realizó el cargado y procesamiento de datos (sistema INFOSTAT-tratamiento  cuantitativo). El análisis se centró en las respuestas dadas tendiente a contrastar las hipótesis planteadas. Se aplicó estadística descriptiva, trabajando la relación entre variables y entre dimensiones, realizando análisis de porcentajes en tablas de contingencia en las preguntas cerradas y análisis cualitativo-descriptivo en las preguntas abiertas. Se aplicó análisis cualitativo-descriptivo en las preguntas abiertas. Se compararon aspectos y actores, según semejanzas y diferencias; características (y sus cambios) del TC entre los periodos 1998-99, 2012-13 y 2014-15. Exceptuando el instrumento 2, que sólo fue aplicado a las OPT, en donde se tomaron algunos ítems que habilitaban comparaciones (por ejemplo, sentimientos o problemáticas). Se realizaron cortes temporales teniendo en cuenta la fecha de cambio de gobierno.

Se mapificó (en papel y virtual). Se realizó la línea de tiempo de movimientos y organizaciones. Se avanzó y completó perfiles, cuadros y matrices que aportan a la caracterización de las OPT. Se preparó la devolución a los actores participantes (publicación), en clave de comunicación comunitaria. Se elaboraron las conclusiones, se produjeron informes.

Resultados

Militancia en el trabajo comunitario

Los miembros de las OPT en su gran mayoría se nombran como militantes. Con menor recurrencia, se autodenominan militantes políticos, militantes territoriales, militantes populares. No son señaladas: militancia social, militancia sindical, tampoco nominaciones estrechamente vinculadas como activista cultural. Encontramos en la etimología de la palabra militancia una alusión tanto a la situación de pertenecer a un colectivo (para la guerra, para un grupo político) como la disciplina que su pertenencia implica. También está presente el sentido de la guerra y -diremos nosotros- de conflictividad, lucha, confrontación. Las OPTs, reconocen en este hacer -la militancia-, una forma de transformación, lucha y organización; así como constancia, perseverancia, y ser parte del proceso. En el caso de la OPT DS la define como compromiso revolucionario. En otro caso la militancia es un trabajo, asociado al placer (BP).  Para otra organización, militar implica estar comprometido con una causa que es una elección de vida,… para estar con el otro. Reconocen este momento con mayor complicación para este hacer militante donde, la política se hace también de manera diferente (ME).

 Ahora bien, ¿Los y las militantes buscan constituirse en referentes barriales, lo son, o más bien es el resultado de su inserción y trabajo territorial? En este sentido se puede pensar que el hacer construye el reconocimiento social y gubernamental del referente barrial: el trabajo desempeñado por los vecinos en los espacios comunitarios es una de las bases sobre las que se produce la legitimidad del referente, como aquel que haciendo hacer a los otros, hace por y para el bien de los vecinos, por y para la gente, por y para los espacios políticos de pertenencia. Una tesis central de Vommaro y Quirós (2011) es que la propia condición de referente barrial se construye en una “articulación inescindible” entre trabajo político (trabajo para algún dirigente o candidato, reclutando y movilizando a la población) y trabajo social (trabajo para el bien común, distribuyendo recursos de asistencia y ayuda a los vecinos). Trabajo político y trabajo social se entrelazan y se convocan recíprocamente.

Revisando las enunciaciones en torno a lo que motiva a militar, se identifica una predominancia de razones políticas, de sentidos ligados a las condiciones concretas de existencia y a problemáticas relevantes en la coyuntura: la situación crítica de los trabajadores (PO); el hambre, la falta de trabajo, la pérdida de patrimonio nacional (ME), necesidades (BP).

La injusticia, fue otro de los sentidos que presentó recurrencias (DS, C, PG). Esta alojaría la creencia de una sociedad justa o de la injusticia como motivación, ¿se le podría dar el estatuto de mito, de utopía, de apuesta?  Ruiz plantea que “los mitos permiten organizar una interpretación del mundo que da sentido a la acción política, situando a la comunidad en una temporalidad específica que le permite reconocerse como parte de una trayectoria histórica de largo alcance” (Ruiz, 2015, p.166).

Con menor recurrencia, encontramos motivaciones ligadas a sentimientos, tanto propios como de otros. Algunos identifican el sentimiento propio (bronca, malestar) como operante, y otros refieren al padecimiento de los otros como motivador. Ambos sentimientos como único motivador y el malestar (J); dolor junto con la idea de cambio de gobierno y la injusticia (DS); el sufrimiento, el padecimiento de otros (ME, J) y duelo y recuperación de lo perdido (J,C) aspecto planteado por integrantes de OPT estrechamente ligadas al gobierno kirchnerista.

En un tercer grupo, situamos a otros sentidos particulares que motivan a militar: enseñar a vecinos a conocer los Derechos que tienen (BP), ser parte de la historia (ME), el cambio de gobierno (DS), la defensa del estado presente (C).

La militancia esta “cruzada no sólo por convicciones ideológicas y razones políticas, sino también por un entramado valórico y afectivo que, muchas veces, operó como el núcleo articulador de la identidad militante” (Oberti 2011, citado en Ruiz, 2015, p.164). La multiplicidad de sentidos ligados a lo que motiva la militancia con el que nos encontramos da cuenta de este entrecruzamiento de ideologías, razones políticas, valores y afectos.

En el marco de la Cultura Política (Lechner, 1987) que pone el centro de referencia en las orientaciones, los estilos y modos de hacer y concebir la política y no tanto a las acciones políticas en sí, la militancia remite, a un espacio en el que los sujetos reafirman su pertenencia a un colectivo que los antecede y trasciende. Esto implica poner la atención en la producción subjetiva de los sujetos, “las identidades políticas se articulan en torno a acciones programáticas y también a elementos simbólicos, como mitos y ritos que refuerzan el sentido de lo colectivo y la concepción del mundo ligada a esta pertenencia” (Ruiz, 2015, p.166).

¿Qué hace un militante?

La referencia a la militancia en ciertas organizaciones, se enlaza a la posibilidad de incidir en la vida cotidiana de los territorios en que anclan sus prácticas políticas. En algunos casos se enuncia en términos de producir “cambios”, en otros de “ofrecer ayuda” y también como una acción destinada a revertir la “injusticia” social.  En ese marco Respecto de la pregunta sobre qué hace un militante, encontramos una idea compartida que refiere a la posibilidad de resolver problemáticas barriales, fundamentalmente ligadas a necesidades sentidas, por lo que la presencia territorial es fundamental para estas organizaciones. Aluden a acciones y prácticas más que a un perfil posible.

En ese marco compartido, ME señala la idea de cambiar lo que es percibido como injusto. Lo central de la idea de militancia refiere al registro de la injusticia y la necesidad de operar un cambio a partir de ese registro. Para J lo central es ofrecer ayuda, estar ahí para ofrecer ayuda. Para el DS resolver problemáticas evaluando en situación (contextualmente) la mejor forma para afrontar las problemáticas que se presentan.

En esto se distingue el ME que se posiciona en un plano ideológico/político para definir el quehacer de un/a militante. La idea de que la revolución es algo que se hace desde lo cotidiano día a día, no algo que vendrá a futuro.

En este marco, los perfiles militantes varían en relación a diferentes posiciones a lo largo de ese continuum. Encontramos quienes se proponen construir desde la estructura partidaria como señala la militante de la Jauretche el tema del militante es que estamos metidos con el tema de la política y con una organización de gente peronista/kirchnerista”. Quienes asientan sus bases políticas en la construcción desde las necesidades sentidas, sin proyectar necesariamente su alcance gubernamental “muchos militantes tienen como esta concepción de que, se milita por la revolución, como diciendo que la revolución, que en algún momento llegará. Pero en realidad la revolución es una cuestión que se hace ahí todos los días, en la medida en que podamos lograr que un compañero tenga un laburo, que vaya a un curso, que deje de echar moco o que se encuentre en algún tipo de actividad. Entonces es una cuestión cotidiana de ir resolviendo cuestiones” (ME). Y quienes se reconocen en una inscripción histórico-política que se esforzó en distanciarse de esas lógicas partidarias y estatales como el DS. En la expresión del entrevistado, no obstante, emerge una reconsideración de estos principios en la medida que no resulten eficientes para resolver lo necesario en cada momento. Entonces, la práctica política se define en situación y en función de lo que sea necesario resolver, pero siempre en el marco de acciones comunitarias/territoriales cuya vinculación con el estado –de existir- se limita a articulaciones estratégicas.

Estas distintas orientaciones estratégicas pueden reproducir la distinción militante político-militante social.

En relación a la toma de decisiones durante la militancia setentista, la estructura organizativa era jerárquica y piramidal. Las decisiones las tomaban los cuadros políticos y dese allí bajaba a los sucesivos niveles de responsabilidad. En el  nuevo ethos militante uno de sus rasgos distintivos es la construcción horizontal, fundamentalmente en la forma asamblearia. En los entrevistados no se observan trazos verticalistas, aunque sólo en el caso del Frente Popular Darío Santillán explicitan la resolución en asamblea de sus decisiones políticas. Esto es percibido como un “extremo” al que se llegó como consecuencia de deslegitimar la forma verticalista tradicional del partido.

Respecto del perfil táctico la tensión pragmatismo y militancia prefigurativa, ilustra la diferenciación entre formas más flexibles de sostener lo ideológico en el plano de las articulaciones: aquí los medios y los fines se relacionan de modo instrumental y las alianzas y los medios de lucha se subordinan a la consecución de los fines planteados. En la política prefigurativa, la construcción es en cada momento histórico, no sujeta a un fin posterior dado, y  en la construcción de ese nuevo orden social al que se aspira se transforma también la subjetividad –y los sujetos-. Los militantes se configuran a sí mismos como sujetos acordes a la nueva sociedad que se busca alcanzar. En el caso del ME, se sostiene que “a medida que uno va creciendo, va, va viendo como es el mundo en sí, desnaturalizando por ahí, y en eso uno dice bueno, yo puedo ser parte de cambiar todo esto. Y es algo que también, yo creo que tiene que ver mucho con la historia del país.” Por último, el capital militante, según se trate de una capitalización individual o colectiva, encontraremos ethos militantes que privilegien más la figura del líder o los cuadros y otros cuya legitimidad se construye colectivamente. En las respuestas ofrecidas por los entrevistados, se evidencian construcciones más bien colectivas que personalistas.

¿Qué se espera que haga un militante?

Cuando nos detenemos a mirar que es lo que según los entrevistados se espera que haga un militante distinguimos tres aspectos  presentes. Un primer aspecto refiere a distintas líneas de sentidos presentes: modo organizativo colectivo, principios, reflexividad, la relación con el Estado, cierta representación o imaginario social, una lectura crítica y capacitación, un segundo aspecto refiere  como trazo común un modo de hacer colectivo, y tercero, tanto en aquellos aspectos diversos y comunes a todas las OPT, marcan, de alguna forma, una subjetividad del militante actual.

En relación al modo colectivo encontramos que se relaciona con distintas líneas de sentidos: a) lo organizativo. Modo de organización y lo necesario de ver el proceso (DS), b) el carácter de participación en la política (C, J, BP –política estatal-), c) la identidad: “el sello”, el partido, la organización (J), d) el carácter de mediación: entre la gente y al organización (PO), con el estado (BP), c) la cualidad de la unidad: objetivo común (C), d) la temporalidad: el largo plazo del proyecto (FDS), e) implicancia personal y subjetiva: “ponerse al hombro” (DS), y f) lectura crítica compartida (PG).

En todas las OPT lo común refiere a la condición de que sea colectivo, compartido, organizado. Se mantiene, acá, la idea de un hacer ligados a otros en una forma organizada. Forma organizativa que puede estar más ligada a la ideas tradicionales de partido o de organización autonomista (Badiou, 2000; Cerdeiras, 2001, 2008; Svampa, 2011) que ponen en juego lo ya mencionada de la crisis de la política y de la idea de partido.

Distintas organizaciones ponen el énfasis en distintos aspectos que no son explicitados por otros. Algunos enfatizan que se espera que tengan un  lectura crítica de la realidad (PG, DS), autocritica de su hacer (ME), otros sostener principios como el de pelear contra las injusticias y estar al lado del que más sufre y necesita.

También aparece en algunos la imagen de aquel que da respuestas que el estado no da o de aquel que participa centralmente de campañas y acciones asistencialistas (BP, J). Y una organización remarca la importancia de la formación del militante (C). Lo que se espera de un militante se cruza entre el imaginario predominante en términos de lo denominado como política de gestión o de haceres que están más del lado de la invención (Badiou, 2000).

¿Cuál es la idea política más importante para un militante?

 En las respuestas a la pregunta ¿cuál es la idea más importante para un militante?,  encontramos diversidad, aunque aun así, podemos señalar algunos aspectos compartidos con distintos énfasis.: Lo común, lo encontramos en relación a los sectores poblacionales: los sectores más excluidos. Por otro lado se identifican diferencias en relación a la idea de Estado: ya sea como gestión de la justicia social y “Estado presente” o como forma organizativa en los formatos más tradicionalmente reconocidos, ligadas a los partidos. Esto último, requiere de una revisión en otros aspectos de la militancia. ¿Qué sería el socialismo o la dirección del Estado por los trabajadores? ¿Qué ideas de Estado, construcción o mediación en las relaciones de las organizaciones están implicadas? ¿Qué subjetividad política territorial implica? Aparecen posiciones diferentes en las líneas tradicionales de discusión que ponen en el centro la relación con el Estado: líneas más autonomistas  o más partidarias –estatales o no. Y por último, aparece otra idea presente: la lucha permanente en una perspectiva a largo plazo. Tal vez, si bien no fue referida de este modo, podríamos pensar en la militancia como disciplina (Badiou  1999), como un hacer sostenido y fiel a ciertos principios.

Cambios y tarea actual de la militancia ¿Qué ha cambiado en militantes con el cambio de gobierno?

Las relaciones y tensiones entre procesos sociopolíticos y militancia, aportan otros aspectos cuando se realiza la pregunta específica sobre si consideran que hubo cambios en la militancia, teniendo como referencia el cambio de gobierno. Al indagar esto, se observan distintos aspectos a considerar.

Todas las OPT, al referir a los cambios en la militancia, lo hacen observando al interior de cada una de las OPT que integran o integraban, se podría inferir que es al interior de cada organización que se está tramitando el impacto.  

Se hace mención a diversas cuestiones, pero se presenta con mayor énfasis la idea y tarea de Articulación, considerando que el cambio en la militancia que presenta mayor recurrencia es el de la “apertura” de las/os militantes hacia la relación y la acción conjunta con otras organizaciones, políticas o sindicales y/o relaciones inter- sectoriales. La apertura de la militancia hacia la relación con organizaciones políticas, se plantea desde tres OPT (ME, DS, C) y las relaciones son enunciadas en distinto términos y sentidos. Desde ME se habla de que la exigencia actual a la militancia es la ampliar la visión política y de una mayor institucionalización por acercamiento al PJ de Córdoba. Desde DS se habla de una militancia dispuesta a la “unidad estratégica”, en la acción; se habla a su vez de pluralidad, de llevar a cabo articulaciones con organizaciones de  izquierda por tener un enemigo en común al frente. La apertura hacia relaciones intersectoriales, en tanto, refieren a priorizar estrategias locales, fortalecerlas (ME) y a realizar acciones con organizaciones sindicales como CTA y CGT  (C).

Otro aspecto en torno a los cambios en los militantes que presentó recurrencias estaría comprendiendo a la subjetividad militante. Dentro de este aspecto se identifican a su vez diversas cuestiones, se nombra la exigencia de mayor compromiso y perseverancia (ME, DS), una mayor relación de cuidado entre compañeros frente al riego de exacerbación de la acción de lucha (DS)  y se nombran sentimientos como bronca ( J) y desánimo (C).

Aparecen algunos otros aspectos compartidos por algunas OPT, como la Deserción o el Crecimiento. Respecto de la deserción, OPT en su momento ligadas al kirchnerismo refieren a personas que dejaron de militar (ME, J).El crecimiento en la militancia es planteado por BP el cual, a su vez, está signado por el acceso a recursos del Estado para gestionar.

A modo de reflexión sobre la cuestión de los cambios en la militancia cabe recuperar el aspecto mayormente enfatizado por las OPT el cual pone en el centro de la cuestión de una mayor apertura a las relaciones con otras OP y sectores, es decir, en términos generales, a la Articulación.

Las OPT estarían dando cuenta de la militancia en escenarios de cambios y tensiones, condicionada por la Articulación, “la centralidad del problema de la articulación remite tanto a la lógica fragmentaria y divisionista del capitalismo, como a la “complejización y fragmentación de las actuales formas de lucha” (Parra, 2008, citado en Moreno, 2009, p.10), las que si bien pueden entenderse por la positiva, como manifestaciones de diversidad y multiplicidad, también incluyen implicancias respecto a la articulación política” (p.10).

Se podría pensar que es difícil desprender esos cambios en la militancia enunciados de los elementos políticos ideológicos de la OPT que integran. No se los puede pensar desligados de la identidad política de cada OPT. Estos cambios están dando cuenta de las posiciones de ciertas OPT. Hay algunas que están marcando que el cambio está en la articulación (principalmente las ligadas al kirchnerismo, y la DS dentro de la matriz autonomista) dando cuenta de que antes no lo hacían.

En un sentido amplio, la articulación refiere a las diferentes maneras en que las formaciones políticas se asocian y actúan conjuntamente, más allá de la duración e intensidad que tomen dichas articulaciones. Pero en un sentido un poco más específico, se podría plantear que para las/os militantes de las OPT, en la articulación no se trata meramente de un hacer con otros, puesto que en los criterios para articular o no hacerlo,  que enuncian se ponen en juego las ideologías e identidades propias de las OPT , los aspectos que nombran las diferentes organizaciones definen posicionamientos político-ideológicos diferenciales sobre diversos temas: comunidad, necesidades, derechos, Estado, organización popular, autonomía, mecanismos políticos institucionales, entre otros.

En tal sentido se podría tomar la noción de articulación desde Moreno (2009) quien plantea que “remite a un tipo específico de relación que parte de la imposibilidad de las identidades plenas y de la fijación total de significados. En tal contexto, adquiere una centralidad decisiva la presencia de significantes vacíos en los que los significados son reelaborados y reordenados –siempre de un modo parcial- de acuerdo objetivos políticos específicos, reconfigurando el espacio político mediante lógicas de equivalencia y diferencia” (Moreno, 2009, p.31) Tratándose aquí de cierta forma de articulación política, los significantes vacíos serian “barrio”, “gente” o “comunidad”.

Trabajo Territorial

La Psicología Comunitaria y el Trabajo Comunitario históricamente han definido su campo en el ámbito de la intervención.  Existen distintas formas de hacer y, según los contextos, se perfilan aspectos y pertenencias propios de este campo. Hoy las discusiones giran alrededor de al menos cuatro cuestiones: a)  los perfiles militantes y técnicos b)  los actores intervinientes en el territorio, atendiendo a, si asumen una posición institucional o, una posición anclada en los procesos comunitarios y las organizaciones territoriales c) el problema de la articulación en tensión con los lineamientos institucionales y/o políticos, el juego de alianzas y la dinámica territorial d) el problema de la legitimación y reconocimiento de prácticas situadas.

Entendemos que enmarcan y orientan el trabajo territorial, especialmente dos cuestiones, explícitamente indagadas. Una de ellas refiere a los lineamientos en el trabajo territorial y la otra a la política de articulaciones (mencionadas anteriormente).

Lineamientos de Trabajo Territorial.

El trabajo territorial es un aspecto común de las organizaciones estudiadas y criterio de inclusión muestral, por tanto resulta significativo indagar los lineamientos para realizar ese trabajo territorial.

En este marco, encontramos que en su mayoría las organizaciones coinciden en que los lineamientos para el trabajo territorial parten de las necesidades definidas desde las comunidades, el barrio, (ME, J, PG, DS, C) a partir de diagnósticos, evaluaciones o asamblea. Asimismo se enfatiza que los lineamientos generales son propios de la organización. Sólo uno señala que los lineamientos se definen verticalmente y en la dinámica del territorio habría aprendizaje horizontal (EO). Algunos de quienes sostienen esta posición de horizontalidad y construcción colectiva incluyen sus lineamientos en una perspectiva explícitamente política (ME, DS) otros coinciden en que los lineamientos parten de la evaluación y el diagnóstico (ME, PG).

Aparece también un sentido ligado a la lucha y organización (DS, EO, C) y en un caso esa lucha se plantea ante la falta de políticas públicas, es decir se organiza la respuesta del movimiento en relación a lo que las políticas públicas no ofrecen (BP) y otro señala que la posibilidad de que los vecinos reconozcan sus problemas y se organicen es lo que distingue esa  intervención del asistencialismo.

Uno de los entrevistados realiza la lectura en clave de ampliación de la democracia, mayor participación y conciencia social (C) y en dos casos se menciona la construcción de poder popular (DS, EO).

Es posible articular como clave de lectura la matriz ideológico-política en la cual se inscribe cada organización, según la cual advertimos diferencias. Las OPT ligadas a la tradición peronista y a la militancia política desde y/o para la estructura estatal, habla de empoderamiento (C)  organización y trabajo por el barrio (ME y J).  Mientras que aquellas vinculadas a la perspectiva autonomista como el FPDS y el  EO, o que no responden a partidos políticos como PG refieren a la lucha, organización, movilización, construcción de poder popular.

Discusión

A partir de las consideraciones realizadas, resulta claro que la militancia actual se despliega desde la lógica de incidir en la vida cotidiana de los territorios en que realizan sus prácticas políticas, en la posibilidad de resolver problemáticas barriales desde la presencia territorial como aspecto fundamental. En esta lógica están vigentes tensiones como la orientación estratégica (estatalista –autonomista) y las implicancias que las prácticas políticas –subjetivantes- tiene. En general aparecen en las respuestas de las/os entrevistadas/os que hay una mayor presencia de construcciones más bien colectivas que personalistas, por lo tanto, el aspecto que refiere a la condición de que sea colectivo, compartido, por parte de la militancia, está presente. Se mantiene, acá, la idea de un hacer ligado a otros en una forma organizada. Estos aspectos, entre otros, plantearían, al menos, un deslinde con la concepción clientelar y proselitista de la posición y del hacer desde las/os militantes integrantes de distintas OPTs.

Dentro del sentido o idea general que sostiene la militancia (con matices en cada organización) se refiere al trabajo con ciertos sectores poblacionales: los sectores más excluidos. A la vez que aparecen, también, la exigencia de mayor compromiso y perseverancia y, porque no, tal vez, momento de reafirmar o profundizar formas de militancia. En ese sentido, aparece la relación y articulación con otros como un aspecto enfatizado por las OPT, lo cual pone en el centro de la cuestión sobre los cambios en las militancias, la apertura a las relaciones con otras OP y sectores ante el cambio de gobierno nacional. Otra idea general es la continua referencia o lineamento de trabajo comunitario ligado a las necesidades definidas desde las propias comunidades.

Se torna importante visibilizar también la vigencia de enunciados políticos que aluden al empoderamiento, a la lucha, la organización, y también en algunos casos, a la movilización. Enunciados que, a su vez, se entraman con la multiplicidad de sentidos ligados a lo que motiva a militar, los cuales darían cuenta de que las subjetividades militantes se configuran en un entrecruzamiento de ideología, razones políticas, valores y afectos; entramado desde el que se sostiene el trabajo comunitario-territorial-barrial.

Las consideraciones aquí plasmadas buscan mantener abierta la reflexión sobre el campo mismo del trabajo comunitario en tanto  procesos que convocan a múltiples actores/actrices sociales y subjetividades, que conlleva el reconocimiento de tramas comunitarias conformadas por distintas relaciones sociales, lo cual implica la tramitación de conflictos y de las relaciones de poder, y que conlleva el desafío permanente de la construcción de espacios alojantes de lo diverso como condición de procesos de transformación.

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Militancia y trabajo comunitario. Perspectiva de las organizaciones políticas territoriales

Marina Chena, Julio Muro, Silvia Plaza y Omar Barrault


[1] Fecha de recepción: 06/04/2018. Fecha de aceptación: 04/07/2018.

[2] Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Psicología.